AMLO

Con un “superpeso”, menos pobres y grandes deudas en seguridad: el México que deja AMLO

Tras las elecciones del próximo 2 de junio en México, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador llegará a su fin y será el sexenio más corto de la historia del país, pues luego de una reforma electoral terminará el 1 de octubre.
viernes, 31 de mayo de 2024 · 08:48

CIUDAD DE MÉXICO (France24).- El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador llega al epílogo de su sexenio con una popularidad de alrededor del 60% y comienza su rendición de cuentas con un saldo de luces y sombras: una economía estable, una apreciación destacada del peso frente al dólar y cifras oficiales que apuntan a la reducción de la pobreza.

Datos que se opacan, sin embargo, con la falta de resultados en asuntos como el combate a la corrupción y la violencia. Con las voces de especialistas, investigadores y exfuncionarios, France 24 hace un balance de los aciertos y desaciertos del Gobierno saliente de México y la herencia que dejará a la nueva Administración. 

Tras las elecciones del próximo 2 de junio en México, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, llegará a su fin y será el sexenio más corto de la historia del país, pues luego de una reforma electoral terminará el 1 de octubre y no el 1 de diciembre como ocurrió en las pasadas Administraciones.

En el ocaso de un Gobierno que pasará a la historia como el primero de izquierda, el corte de caja indica, por un lado, que se quedó corto en cuanto a sus pretensiones iniciales y no cumplió algunas de las promesas de campaña que lo llevaron al poder, en especial en el tema de Derechos Humanos y combate al crimen. Sin embargo, el manejo de la economía, la inversión en megainfraestructuras y la reducción de la pobreza han mantenido la percepción positiva de la población, que se refleja en una popularidad del mandatario que ronda entre el 50 y el 60% en los últimos meses.

Una economía que se mantuvo a flote en las crisis

La llamada "Cuarta Transformación" (4T) de México, como el mismo López Obrador bautizó a su mandato, en referencia al impacto que aspiraba provocar –luego de la Independencia, la separación Iglesia-Estado y la Revolución Mexicana–, dejará al siguiente gobierno algunos saldos positivos, especialmente en materia económica y laboral, pero no exenta de partes grises. 

Por ejemplo, el aumento de seis a 12 días de vacaciones al año, autorizado por el Congreso tras una larga batalla legislativa donde participaron líderes empresarios, representantes de trabajadores, jefes sindicales y activistas, con lo que México dejó de ser uno de los países con menos descanso en la región.

El manejo de la crisis en ciernes provocada por la pandemia de Covid-19, el repunte histórico del peso frente al dólar y el aumento del salario mínimo, sin una inflación desatada, son los grandes logros de AMLO en la materia.

“Cierra con un balance relativamente bueno considerando las expectativas que vislumbraban analistas y organismos internacionales, el aspecto más importante es que durante este sexenio hubo estabilidad considerando la pandemia, estamos hablando de un sexenio más sin crisis y eso no lo podemos dejar de lado”, comentó a France 24 el economista y periodista Mario Alberto Verdusco, quien además destaca la generación de empleos formales y la tasa de desocupación en niveles mínimos.

Pero no todo fue positivo. Verdusco, también editor en jefe del portal especializado 'Expansión', criticó que persistan problemas como la informalidad, los precarios salarios y condiciones críticas en empresas, o la necesidad de miles de mexicanos que deben doblar turnos o trabajar más de 48 horas a la semana para costear una canasta básica alimentaria.

Avance histórico en infraestructura

Como no sucedía hace décadas, este Gobierno apostó fuertemente por los megaproyectos de infraestructura, cuyas obras se volvieron insignia de la 4T en busca de dotar al país de mejores y modernas vías de comunicación que funcionen tanto para la población como para el turismo.

La construcción más importante sin duda es el polémico Tren Maya, que por medio de un nuevo sistema férreo conectará cinco estados del sureste mexicano: Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo con el objetivo de impulsar el desarrollo socioeconómico de la región, una de las que presenta mayores rezagos. La obra, no obstante, ha sido objeto de críticas por su impacto medioambiental.

Precisamente para apoyar el turismo en la región sureste este Gobierno puso en marcha la construcción del Aeropuerto Internacional de Tulum, ubicado en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, a unos minutos de Cancún.

Con la intención de revivir el sistema férreo del país, López Obrador también construyó el Ferrocarril Interoceánico que conecta los puertos de Coatzacoalcos, Veracruz y el de Salina Cruz, Oaxaca. Al igual que el Tren Maya tiene dos fines: el transporte de pasajeros en cuatro estaciones y reforzar el comercio internacional al enlazar el Golfo de México con el Océano Pacífico, característica que lo convierte en una alternativa del Canal de Panamá.

El otro proyecto bandera del Gobierno obradorista fue el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el cual llegó de rebote tras la cancelación del Aeropuerto de Texcoco y fue construido en una antigua base militar al norte de la Ciudad de México, con la que se busca aliviar el tráfico aéreo y la saturación de las terminales aéreas en el centro del país. 

A pesar de los cuestionamientos por entregar la construcción al Ejército, el AIFA es un aeropuerto funcional y cada día alberga más pasajeros, por lo que ya se construye una extensión del Tren Suburbano para trasladar a los usuarios desde el centro de la capital azteca hasta la terminal aérea. 

Como mención especial, está el Tren Interurbano México-Toluca, rebautizado como 'El Insurgente', que une la Ciudad de México y la capital del Estado de México. Si bien su construcción comenzó en el mandato de Enrique Peña Nieto, con AMLO la obra fue retomada y ya funciona parcialmente. 

Las cifras de pobreza se reducen

Junto con la estabilidad económica, otro de los mayores logros del Gobierno del izquierdista Andrés Manuel López Obrador es la reducción de la pobreza.

Entre 2018 y 2022, la cifra de mexicanos en situación de pobreza se redujo en 5,1 millones de personas, según el último reporte oficial del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Es decir, en los primeros cuatro años del sexenio de AMLO, la cantidad de mexicanos en situación de pobreza pasó de 51,9 millones a 46,8 millones de personas en esta condición, lo que representa una reducción del 9,8%. 

El Coneval también informó recientemente que durante los primeros tres meses del 2024 disminuyó en 1,9 puntos la pobreza laboral en el país (pasó de 37,7% a 35,8%), que hace referencia a los mexicanos cuyos ingresos no son suficientes para comprar la canasta básica alimentaria.

Al respecto, la organización no gubernamental México ¿Cómo vamos?, matizó que por la naturaleza de los estudios alrededor de la pobreza, es posible que la reducción sea moderada y las políticas públicas destinadas a combatir la pobreza (como los programas sociales) hayan tenido efectos modestos.

Liderazgo regional y controversias diplomáticas

Un legado positivo que dejará López Obrador fue eliminar el sistema de subcontratación laboral conocido como 'outsourcing', medida que llegó con la ratificación del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), el cual comenzó a gestionar la Administración de Enrique Peña Nieto (2012-2018), pero que fue concretado en gran parte gracias a la pericia del cuerpo de negociadores del obradorismo.

Precisamente, la relación con Estados Unidos es otro de los puntos sólidos que heredará el actual gobierno, tomando en cuenta que le tocó lidiar con el carácter explosivo de Donald Trump. Aquí, el trabajo de la Cancillería fue clave para mantener un trato cordial con los estadounidenses, que se ha mantenido hasta la fecha con la Administración de Joe Biden.

En público, AMLO mantuvo una postura a favor del no intervencionismo y respeto a la soberanía. En más de una ocasión declaró que México no era un protectorado ni una colonia estadounidense. 

El México de López Obrador también recuperó presencia en el debate público de América Latina, con su abierto apoyo a los Gobiernos de Petro en Colombia, Lula da Silva en Brasil, de Pedro Castillo en Perú, de Boric en Chile o el de Díaz Canel en Cuba.

Su rechazo ha sido igual de frontal y ha chocado de forma abierta contra la Administración argentina de Milei -quien llegó en lugar de su amigo Alberto Fernández- o en Ecuador, donde el conflicto con el gobierno de Daniel Novoa escaló en una crisis diplomática sin precedentes, una papa caliente que la nueva Cancillería tendrá que resolver.

Deudas en migración, la crisis humanitaria del sexenio

El Gobierno de AMLO cedió ante las presiones estadunidenses y envió a miles de soldados a la frontera sur con Guatemala para intentar frenar el flujo migratorio sin precedentes desde Centro y Suramérica.

El costo de esta decisión lo están pagando los migrantes, protagonistas de una de las mayores crisis humanitarias de las que se tenga registro y que, a su paso por México, encuentran un infierno por el acoso de autoridades corruptas y el crimen organizado.

“Se privilegió la contención y la militarización del Instituto Nacional de Migración, con la Guardia Nacional en tareas de control, lo cual nunca había pasado en México y que obedeció a la presión de Trump (...) Hubo un viraje completo que implicó que la protección de los Derechos Humanos de los migrantes haya sido cuestionada de manera masiva y cotidiana”, explica a France 24 el excomisionado nacional de Migración Tonatiuh Guillén, quien lamentó que desde 2020 comenzara a crecer la cifra de mexicanos que huyen de sus hogares hacia el norte debido a la violencia.

La mitad del flujo que sale de México hacia Estados Unidos es población desplazada por violencia e inseguridad y ausencia de Estado de derecho en sus regiones.

A pesar del escenario feroz para quienes deciden migrar, hay aspectos rescatables como la postura que el presidente mexicano adoptó para impulsar una coordinación regional que ayude a frenar el flujo migratorio, atendiendo las causas de origen con la cooperación de Estados Unidos.

Así quedó demostrado con la cumbre que México albergó en octubre del 2023, donde los representantes de once países de América Latina y el Caribe acordaron respetar el derecho a la migración y rechazaron cualquier tipo de medida coercitiva unilateral para ejercer presión contra los gobiernos de la zona. 

Los pendientes en Derechos Humanos

En materia de Derechos Humanos, el balance tampoco es muy favorable para López Obrador. Aunque hubo acciones simbólicas como las disculpas públicas que el Gobierno mexicano ofreció a víctimas de la violencia, como a los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en 2014, la resolución de este caso, que ocurrió durante el mandato de Enrique Peña Nieto (2012-2018), y muchos más siguen en el oscurantismo jurídico sin una conclusión.

En este periodo, además, México se afianzó como un sitio hostil para quienes alzan la voz por las víctimas de la violencia y la inseguridad: promotores de los derechos humanos, periodistas e incluso activistas ambientales como Homero Gómez González, defensor de la mariposa monarca, en peligro de extinción, quien fue asesinado en 2020 y cuyo caso se volvió insignia por la falta de responsables detenidos.

La seguridad, un desafío sin resolver

El combate a la inseguridad es quizá el rubro más espinoso que enfrentó López Obrador y donde nuevamente quedó a deber. Llegó con la consigna de frenar la violencia desatada en 2006 por el expresidente Felipe Calderón al declararle la guerra al narcotráfico, pero las cifras hoy son más altas.

El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y especialista en seguridad nacional Javier Oliva Posadas explica en entrevista con France 24 que los datos oficiales no dejan dudas: durante el Gobierno de López Obrador se registran hasta el momento 187.930 homicidios dolosos, con lo que ya se convirtió en el sexenio más violento por encima de los Gobiernos de Peña Nieto, Calderón y Vicente Fox, según los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

“Los resultados están muy lejos de lo que eran los objetivos, incluso recordemos que, en el Plan Nacional de Desarrollo de este sexenio, en el tema número uno, el capítulo 1 es precisamente el tema de traer la paz al país (...) el día del tercer debate presidencial, donde abordaron el tema de seguridad pública, asesinaron a un mexicano cada 45 minutos y el siguiente fin de semana cerró como el más violento del año”, detalló Oliva Posadas.

La respuesta de López Obrador ante la inseguridad fue una estrategia conocida como “abrazos, no balazos”, que tenía el objetivo de reconstruir el tejido social para sacar a miles de jóvenes de las fauces del crimen organizado.

No obstante, las filas del narco siguen engrosadas por jóvenes de escasos recursos, en tanto el Ejército mantiene el fuego abierto contra los cárteles y aumenta cada día su presencia en la vida pública de México, ya no solo en labores de seguridad.

Un combate a la corrupción estéril

El combate a la corrupción fue la bandera electoral con la que AMLO llegó al poder. El enemigo público número uno que el presidente eligió para cimentar su Gobierno. Pero los escándalos no han cesado ni se han llevado ante la Justicia como prometió. Por el contrario, algunos de sus familiares y colaboradores cercanos se involucraron en corruptelas que hasta la fecha no han sido aclaradas.

Por ejemplo, su hermano Pío López Obrador, acusado de recibir financiamiento ilegal destinado a la campaña de AMLO, o el titular de la paraestatal Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), Ignacio Ovalle, relacionado en irregularidades financieras.

Eduardo Bohórquez, director ejecutivo de Transparencia Mexicana, afirma a France 24 que AMLO no solo no cumplió la promesa de erradicar la corrupción, sino que ha dejado en la impunidad casos de corrupción de Gobiernos anteriores.

“Ni la estafa maestra, ni Odebrecht, ni los casos identificados en Pemex han sido sancionados. Mucho menos las redes de corrupción, desmanteladas (...) los nuevos casos de corrupción han sido contenidos políticamente”, dijo el especialista, quien criticó que exgobernadores del PRI acusados de corrupción han sido protegidos e incorporados a Morena, el partido oficialista.

La llegada masiva de exintegrantes de los partidos tradicionales a Morena abona a la idea de que la 4T fue un refrito de la política hegemónica que gobernó México durante décadas, quienes con el cambio de bando borraron un pasado escandaloso.

Es el caso de Manuel Bartlett, un “dinosaurio” del PRI acusado de participar en un posible fraude electoral, de ser agente de la CIA y otras acusaciones, pero que fue designado por López Obrador en la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

De acuerdo con Bohórquez, más que una lucha frontal contra la corrupción “hemos atestiguado la vieja fórmula del régimen: ‘rostizar’ políticamente a los adversarios; aliarse con los antiguos enemigos políticos y utilizar la anticorrupción como herramienta político-electoral y no como un tema de Justicia y Derechos Humanos”.

México no sabe matemáticas

La educación es otro de los asuntos pendientes que deja el Gobierno de AMLO a la próxima o próximo presidente. 

Hoy en día, México no solo presenta un nivel académico en retroceso, sino que la educación sigue siendo vista como una agenda de contenidos homogeneizada, a pesar de que nada tiene ver la realidad de un niño en la Ciudad de México a la de uno que vive en la sierra de Chiapas, el estado más pobre ubicado en la frontera sur.

En los últimos años el estado de la educación en México sufrió retrocesos importantes. De acuerdo con la última edición del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés),México fue el tercer país con los peores resultados en matemáticas y en comprensión lectora de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mientras que en ciencia, fue la nación con los peores resultados.

Este reporte detalla que, a pesar de la importancia de las matemáticas, los estudiantes mexicanos mostraron un desempeño insuficiente, con dos de cada tres alumnos incapaces de resolver un ejercicio simple. 

El 'Obradorato'

A lo largo del sexenio, uno de los puntos más cuestionados de López Obrador, desde opositores y seguidores, fue el rol protagonista que asumió dando pie al retorno del hiperpresidencialismo típico de los gobiernos priístas, donde la figura de titular del Ejecutivo fungía como base del sistema político.

En México, desde hace décadas existe una división de poderes. Pero hoy esa autonomía e independencia es cada vez más difusa, con el Poder Legislativo aprobando las reformas presidenciales sin mover una coma a los proyectos, o el Poder Judicial con una lucha enquistada entre magistrados que apoyan y rechazan a López Obrador.

Una señalada falta de autocrítica, así como la descalificación hacia periodistas y detractores desde su intervención diaria en la llamada 'mañanera', es otro de los grandes sinsabores que marcaron la Administración de AMLO, quien logró captar la narrativa mediática e incluso dictaba la agenda pública. Si se reportaba un escándalo en su Gobierno, el presidente lo aminoraba y se burlaba de las críticas en sus conferencias.

La narrativa que se intentó construir desde Palacio Nacional siempre colocaba al presidente como la víctima principal de ataques lanzados por familiares de víctimas, grupos feministas, madres buscadoras de desaparecidos, sindicalistas, empresarios, periodistas, científicos y organizaciones no gubernamentales.

La reforma que no fue

AMLO llega al ocaso de su Gobierno con la sensación de que se quedó cortó con relación a las aspiraciones con las que tomó el poder. Incluso en algunos rubros existe la percepción de que destruyó sistemas que funcionaban, como el abastecimiento de medicamentos públicos (entre ellos a pacientes con cáncer), que acusó de estar plagados de contratos corruptos y provocó una escasez.

Su gestión también quedará marcada por no acercarse ni de forma remota a promesas muy ambiciosas, como afirmar que en pocos años México tendría un sistema de salud como el de Dinamarca, cuando hoy la sanidad pública mantiene una visión asistencial curativa sin enfoque en la atención primaria, por lo que a decir del investigador en salud pública de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Gustavo Leal Fernández, las posibles mejoras se están apostando al trabajo del siguiente gobierno.

“Se detuvo una inercia y se extinguió el peor monstruo neoliberal que fue el Seguro Popular, pero queda claro que lo que se hizo fue una improvisación (...) Esto se debe al impacto de la epidemia que genera una enorme sacudida mundial (...) La improvisación que hizo Zoé Robledo en el IMSS Bienestar está muy impactada por la visión de AMLO de otorgar la gratuidad, abastecer el sector con suficientes médicos, enfermeras y medicamentos”, aseveró el académico a France 24, sobre el trabajo del director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Para el doctor Leal Fernández, el mayor problema es que no se aprovechó la oportunidad que le brindó el voto masivo de 30 millones de personas en 2018 para cambiar el régimen sanitario, sino que “se contenta con cumplir lo que no tiene el sector, que es la suficiencia para brindar un buen servicio”.

Un cierre con aprobación histórica

Más allá de la retórica lopezobradorista, el Gobierno por concluir llega al epílogo del sexenio también con decisiones polémicas que le costaron miles de millones al erario mexicano. 

AMLO fue el presidente que canceló la construcción de un aeropuerto por supuestos contratos corruptos aunque no exista una sola denuncia al respecto. Y también remató el avión presidencial aunque haya salido más caro venderlo que quedárselo. 

No obstante, la Administración de López Obrador mantiene altos niveles de aprobación.

En los primeros días de mayo registró una aprobación del 60%, según datos de la encuestadora Oraculus, mientras que a finales de mes datos del diario 'El Financiero' lo colocan con más del 54% de aprobación. 

Para especialistas todavía es objeto de análisis la aprobación que ha recibido AMLO, impulsado en gran medida por el rechazo al viejo régimen del PRI y el PAN.  Hay quienes van más lejos y apuntan a la identificación del electorado mexicano con López Obrador, ya que por primera vez se ven reflejados con su forma de hablar y maneras de conducirse, usando refranes y dichos espontáneamente.

Así, México llega al cierre de una era y este domingo 2 de junio se sabrá el rumbo que tomará el país en los siguientes años, pero con la duda sobre si la siguiente presidenta o presidente podrán llenar el hueco mediático que dejará AMLO tras su partida. 

Por ahora, comienza la cuenta regresiva para que el presidente se mude a “La Chingada”, como se llama el rancho de su propiedad ubicado en Chiapas, donde ha prometido que se retirará de la vida política tras entregar la banda presidencial el próximo 1 de octubre.

Comentarios