Simulacro CDMX
Padecen por el sol, las abejas y el hambre en el simulacro por el 19S en la UNAM (Video)
En 66 segundos, 290 estudiantes y trabajadores de la Biblioteca Central de la UNAM desalojaron el edificio, pero afuera enfrentaron el sol y panales de abejas, y aprovecharon para comprar tacos de canasta.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Solo 66 segundos fueron suficientes para que 290 personas, estudiantes y trabajadores de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) interrumpieran sus lecturas, se enfrentaran contra abejas, compraran tacos de canasta y prácticamente fueran obligadas a sumarse al Segundo Simulacro Nacional por Sismo 2023.
A las 10:58 horas, la tranquilidad del espacio conocido como “Las Islas de Ciudad Universitaria” fue interrumpida por la Alerta Sísmica que dio inicio al simulacro anunciado días antes en carteles: “2do simulacro Nacional 2023, 19 de septiembre 11:00 horas, ¡Participa!”.
Dos minutos después, la Biblioteca Central y la Facultad de Arquitectura se unieron al descoordinado resonar de los altavoces que advertían: “Alerta sísmica, alerta sísmica”.
Como si la alarma hubiera dado la salida a una carrera contra reloj, de los distintos edificios comenzaron a salir cientos de personas guiadas por hombres y mujeres que vestían chalecos naranjas y que, a través de altavoces, gritaban distintas indicaciones: “Nos alejamos de la zona de peligro”, “¡rápido, rápido!”.
Los estudiantes y trabajadores se alojaron en los cuadritos de pasto que tapizan la explanada, mientras terminaban de guardar sus cosas en sus mochilas.
Sobre algunos de los rostros de los asistentes se dibujaban recuerdos del sismo de 2017, en el que una simulación se transformó en realidad.
Las expresiones de nerviosismo y preocupación trataban de ocultarse tras manos temblorosas que, con algo de desesperación, se rascaban las mejillas.
En tanto, otros pies golpeaban rítmicamente el piso, a la par que su dueño revisaba la hora en su teléfono celular y murmuraba: "¡Ya es bien tarde, tengo mucho que leer!".
Al conjunto de quejas se unió una mujer de chaleco naranja quien, para justificarse por tardar en salir, relató: “Y todavía les dijo: 'si quieren tráiganse sus cosas', por eso nos tardamos más”.
La alerta sísmica y las indicaciones sobre cómo actuar ante un sismo de magnitud 8 quedaron en segundo plano debido a que, sobre los cuadros de pasto que reemplazaron a los puntos de reunión, había decenas de abejas que comenzaron a volar alrededor de los universitarios.
Las banderas naranjas que usaron los miembros de la Comisión Local de Seguridad (CLS) para desalojar el edificio cumplieron una doble función, pues además de indicar las rutas de salida fueron escudos ante el intenso sol que golpeaba directo los rostros de los asistentes.
El simulacro abrió el apetito de un joven que con rapidez comía unos tacos de canasta mientras observaba con asombro el flujo de personas que salían y salían de los edificios aledaños.
Los vendedores ambulantes no perdieron la oportunidad de ofrecer sus productos a los universitarios que, mientras esperaban para volver a sus actividades, aprovecharon para comer, tomar fotografías o continuar sus lecturas.
Sin embargo, en el trayecto de las Islas que conecta la Biblioteca Central con la Facultad de Arquitectura parecía ser un espacio aislado de cualquier simulación, ya que, a la sombra de los árboles, varias parejas de jóvenes estaban sumidos en un sueño imperturbable, incluso por la alerta sísmica, el miedo de cientos de capitalinos.
Otros estudiantes que encontraron refugio en las escaleras hacia la Torre de Rectoría, lejos del tumulto de personas, llamaban por teléfono a sus conocidos para contarles que la alarma los tomó por sorpresa: “Sí me asusté wey, se me había olvidado el simulacro”.
El primer edificio en reabrir sus puertas fue Rectoría; alrededor de las 11:17 horas, personal de la Dirección General de Análisis, Protección y Seguridad Universitaria retiró las cintas de contención y les permitió el acceso a los acalorados huéspedes que cerraron sus paraguas y volvieron a sus labores.
Para esa hora, el sol ya había quebrado el espíritu de prevención de los universitarios que, fatigados por la espera, se retiraron del campus.
El reporte del simulacro llegó hasta las 11:21 horas, cuando una integrante de la CLS se paró frente a Biblioteca Central y comentó: “290 personas que salieron en un minuto seis segundos, es un récord, porque el simulacro pasado hicimos como siete segundos más, o sea que muy bien, en breve vamos a retornar nuestras actividades”.
Acto seguido, los encargados pidieron a los asistentes ingresar en filas al recinto educativo, 10 minutos después, los estudiantes y trabajadores seguían formados para entrar a la biblioteca.