CIUDAD DE MÉXICO (apro). - En la memoria de María Esperanza Ávalos Domínguez, policía primero de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), hay una imagen imborrable de riesgo, pero también de orgullo: el día en que salvó a un niño de ser atropellado por un conductor borracho afuera de una escuela en la alcaldía La Magdalena Contreras.
“Hace unos 20 años estaba dando la protección en un lugar donde ni siquiera había semáforos. Estaba dándole el paso a los pequeñitos y un conductor que iba en estado de ebriedad aventó su vehículo. Yo lo que hice fue jalar al niño y giré; lo alcancé a esquivar, pero me golpeó en la espalda”, recuerda en entrevista con
Proceso.
Personas que vieron el accidente le avisaron a sus colegas de uniforme. “¡Córrele que ya atropellaron a tu compañera!”, les gritaron. Uno de ellos bajó corriendo de la patrulla y alcanzó al conductor que intentaba darse a la fuga, lo detuvo y lo puso a disposición de las autoridades correspondientes.
“Tuve lesiones en la columna y estuve en tratamiento médico. Yo me sentía joven y traté de recuperarme lo más pronto posible. Lógico que, a la fecha, sí me duele la espalda, pero aquí sigo”, cuenta.
Esas experiencias de satisfacción por su trabajo mantienen firme a María Esperanza quien, aun cuando pudo jubilarse hace una década, a sus 58 años de edad sigue levantándose todos los días a trabajar “por amor al uniforme”.
Este miércoles, en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, frente a la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, y el secretario de Seguridad Ciudadana, Omar García Harfuch, recibió una medalla y un reconocimiento por 40 años de servicio en la policía capitalina, aunque el pasado 1 de septiembre cumplió los 41; todos, en la Dirección de Seguridad Escolar de la Subsecretaría de Participación Ciudadana y Prevención del Delito de la SSC.
Esta dirección es la encargada de dar seguridad y vigilancia en las inmediaciones de las escuelas; así como de impartir pláticas, talleres, socio-dramas para prevenir delitos, adicciones, violencia en el noviazgo, familiar y entre iguales (bullying), además de enseñar la cultura vial y evitar conductas antisociales.
El inicio
En 1979, cuando tenía 17 años, María Esperanza escuchó una invitación pública a las personas interesadas en incorporarse a la policía. “Yo dije: ‘Necesito ver de qué se trata’. Fui, hice mis trámites y fui aceptada. Estuve nueve meses interna en capacitación y desde entonces, con mucho orgullo, he llevado toda mi carrera con muchísimas experiencias y muchísimas anécdotas”, dice.
Su labor en la dependencia, sigue, “ha sido en pro y cuidado de los niños y de las escuelas. He trabajado a todo nivel en las 16 alcaldías de la Ciudad de México viendo por la seguridad y la integridad física de todos los pequeñitos”.
Aunque lo dice fácil, las líneas de vida alrededor de sus ojos, los cabellos blancos que sobresalen de su quepí y su voz dulce y pausada muestran los años que ha dedicado a la policía capitalina.
Son esos mismos que le permitieron, junto con su esposo que es administrativo de la dependencia, ayudar a sus cuatro hijos para ser profesionales: una licenciada en Educación, unas gemelas psicóloga y médica y un psicólogo clínico. A ninguno le dio por seguir la carrera policial, pero eso no la deprime, al contrario, la anima.
“Estamos para protegerlos”
Escoger una anécdota de entre las miles que ha vivido en 41 años de servicio alrededor de estudiantes niños y adolescentes, no es fácil, pero la policía primero Ávalos Domínguez recuerda una con especial cariño:
“Una vez una niña me dijo: ‘es que mi papá no me quiere, ni mi mamá’. ¿Por qué?, le pregunté. ‘Es que ellos me exponen mucho al andar en la calle, me cruzan corriendo, no me ponen el cinturón de seguridad en el coche y no hacen todo lo que tú me estás enseñando para cuidarme. Yo me voy a cuidar solita’”.
Aunque el cubrebocas impide ver su sonrisa, ella lo hace con satisfacción: “eso a mí me llenaba de orgullo al pensar: ‘qué bueno que una niña de primaria tome en cuenta todas las medidas de seguridad que nosotros como servidores públicos les estamos dando’. Porque antes había muchos accidentes de niños, muchos atropellados porque su mamita ya iba hasta allá corriendo. Nosotros estamos para protegerlos, para prevenir más accidentes”.
Pero no sólo se ha enfrentado a los accidentes. También ha estado pendiente de evitar que los estudiantes, sobre todo los de secundaria y preparatoria, sean presas de los vendedores de droga en los alrededores de las escuelas.
“Hemos hecho mucha prevención. A los pequeños les enseñamos que deben de cuidarse, tomar todas las medidas de seguridad, no hacerle caso a la gente que les induce este tipo de vicios. En las secundarias estamos dando una batalla campal para que crezcan en un ambiente sano”, asegura.
- ¿Ha tenido problemas con los narcomenudistas?
-Sí, en medios superiores sí, lógico. Pero tratamos de persuadir todo ese tipo de problemas tratando de llevar paz, tranquilidad, sobre todo para que no haya agresión, golpes, insultos hacia uno como policía y para los jóvenes que están en las escuelas, para que no se metan en esas adicciones a las drogas.
Reconoce que no es fácil lograrlo: “es una responsabilidad muy grande, porque nosotros estamos para prevenir ese problema, qué bueno que nos hagan caso. Si de 10 niños nos hacen caso 9, ¡vamos ganando esta batalla!”
“Amor al uniforme”
La pandemia de covid-19 no permitió que la familia de María Esperanza Ávalos Domínguez pudiera estar presente en la ceremonia de entrega de reconocimientos a policías destacados de la SSC. Pero eso no la desanimó, al contrario, le dio un nuevo aliento para seguir.
“Cuando uno de verdad nace con vocación para este trabajo, no hay nada mejor. Aquí crecí, aquí me preparé, aquí me capacité para poder ayudar…”, dice la servidora pública antes de que la emoción le corte la voz y le llene los ojos de lágrimas.
-Lleva 41 años en la policía, ¿No ha pensado ya en retirarse?
-Me tenía que haber jubilado a los 30 años de servicio, pero es tanto el amor al uniforme y a la labor que estoy desempeñando, que realmente yo quiero dejar un grupo de compañeras y compañeros bien capacitados para que puedan seguir hacienda esta labor que nos llena de orgullo.
“Estamos trabajando, hombro con hombro, con la jefa de gobierno para la seguridad de los niños y los adolescentes en la Ciudad de México”, dice convencida.
De hecho, adelanta que cuando la contingencia sanitaria permita el regreso de los alumnos a las escuelas, la Dirección de Seguridad Escolar implementará varios programas respecto a las medidas de protección a los estudiantes.
“Lo hemos estado trabajando en apoyo al licenciado Pablo Vázquez (subsecretario de Participación Ciudadana y Prevención del Delito) y de todos mis mandos”, dice.
Por eso, la decisión de jubilarse aún debe esperar. “Vamos a ver, primero Dios, seguiré unos años más”.