Corrupción

Críticas de Granados Chapa al presidencialismo autoritario, blanco de espionaje

En el contexto del 84 aniversario del nacimiento de Granados Chapa, Proceso rescata opiniones que el periodista vertía sobre el poder y la libertad de expresión y que el aparato de espionaje político registró en cientos de archivos.
domingo, 6 de abril de 2025 · 07:00

PACHUCA, Hgo. (Proceso).- El pensamiento político de Miguel Ángel Granados Chapa, así como su postura sobre los medios y su función social, más la distancia necesaria con el poder, quedaron registrados en cientos de fojas que agentes de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) acumularon durante 30 años de espionaje al periodista, quien participó en la fundación de Proceso.

Temas como el control de medios, la libertad de expresión, los móviles políticos, el sistema de partidos, entre otros, son recurrentes en el seguimiento que el órgano represor del régimen priista, la DFS, hizo al hidalguense entre 1962 y 1985, año en que la Federal de Seguridad fue disuelta al evidenciarse nexos con los líderes del entonces Cártel de Guadalajara.

El hidalguense fue espiado desde que era estudiante de la Facultad de Derecho (cursó también la carrera de Periodismo) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). La DFS también registró su paso por el diario Excélsior de Julio Scherer García; el golpe del gobierno de Echeverría en 1976 al que entonces era el medio más importante de América Latina, así como su participación en las fundaciones de Proceso, unomásuno y La Jornada.

Edificio de la DFS. Foto: Proceso Archivo.

El 10 de marzo se conmemoró el 84 aniversario del nacimiento de Miguel Ángel Granados Chapa. El hidalguense falleció el 16 de octubre de 2011, tras una carrera periodística que incluyó la publicación de libros como Examen de la comunicación en México (1980), La banca nuestra de cada día (1982), ¡Escuche, Carlos Salinas! (1996) y Buendía, el primer asesinato de la narcopolítica en México (2012).

Las siguientes posturas de Granados fueron escritas por los agentes, entre los informes generales que entregaban sobre la actividad del periodista, pero quedaban perdidas entre las voces, adjetivos e interpretación de los propios espías, que siempre estaba condicionada a la tesitura gubernamental.

Debido a que mantenía una postura crítica contra el poder, el autor de "Plaza Pública", columna que se convirtió en la más influyente de México desde el asesinato de Manuel Buendía, los agentes del régimen lo presentaban como un disidente que buscaba “afectar” o “causar daño” a los principales miembros del poder político. Así se lo hicieron saber a presidentes como Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez y Miguel de la Madrid, así como a una figura hoy prominente de la llamada 4T, Manuel Bartlett Díaz, que como secretario de Gobernación entre 1982 y 1988, tuvo bajo su control a la Federal de Seguridad, hasta que fue disuelta.


 

Análisis del poder

Estas palabras sobre la política, el poder y la prensa retratan a Granados, por la visión que tuvo sobre lo que podía pasar en un país como México si el control de los entes del gobierno (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) se mantenía en pocas manos:

Bartlett (izq.) y Salinas de Gortari. Control de los medios. Foto: Proceso Archivo.

“El sistema político mexicano se caracteriza por dos rasgos esenciales: el primero, por la preponderancia del Poder Ejecutivo, y el segundo por la presencia dominante y casi único” de un partido, en aquel entonces, el Revolucionario Institucional (PRI), con el control del gobierno, expuso el 21 de agosto de 1982, en lo que fue el informe 30 de los espías que operaban en Guadalajara, en un Encuentro Nacional de Trabajo Social.

Ahí, el periodista también consideró, con relación a las reformas políticas que promueven los gobiernos: “Ningún régimen se suicida ni entrega el poder a quienes considera sus adversarios”; no obstante, matizó que la que se había aprobado en aquel sexenio permitió la representación de siete partidos políticos en la Cámara de Diputados.

Un novel Granados Chapa afirmó: “La televisión en México es una explosión de demagogia”. El registro de la frase lo hicieron integrantes de la DFS que estaban adscritos al “sector UNAM” en un informe del 31 de julio de 1973. Ahí, el joven oriundo de Pachuca exponía ante universitarios la exención de impuestos que tenían los medios masivos de comunicación y las facilidades que les otorgaba el gobierno, identificado ya el amasiato entre ambos por quien sería el autor de una de las columnas más trascendentes de la vida pública de la segunda mitad del siglo XX.

En aquel entonces veía a la televisión “cerrada”, es decir, por sistema de cable, “ya sin la influencia ideológica burguesa”, como una posibilidad de cambio social, pero advertía la necesidad de capital para lograrlo.

“Ningún partido reúne características que le permitan actuar democráticamente en favor de sus agremiados o del pueblo, todos se limitan a seguir directrices que les marcan o que les envían del exterior. Hablar de reforma política por parte de ellos es hablar en el vacío. A los que se dicen partidos revolucionarios o democráticos los exhorto a que verdaderamente se dediquen a luchar en favor de las clases oprimidas y a que verdaderamente se lleve a cabo una reforma que ayude al desarrollo económico, político y social”, expuso también en la coyuntura de las reformas políticas.

Manuel Buendía. Primer asesinato de la narcopolítica. Foto: Proceso Archivo.


 

Monopolización de la prensa

En un informe sobre un evento por el 50 aniversario de la creación del Partido Comunista en El Salvador, denominado “Solidaridad con El Salvador”, Granados Chapa hizo otra crítica al sistema de medios:

“Las grandes capitales del mundo tienen el problema de la monopolización de la prensa. En México sucede algo parecido: como ejemplo está la Organización Editorial Mexicana, que actualmente tiene más de 60 publicaciones y el propietario tiene conexiones con el expresidente Luis Echeverría Álvarez.

Como demostración de que la prensa obedece a situaciones económicas está el hecho de que estados como Tamaulipas y Veracruz tienen más de 31 periódicos, en cambio Tlaxcala e Hidalgo apenas suman dos. Esta diferencia se debe a las influencias de los intereses empresariales, por eso se dice que la prensa sirve más a la difusión del desarrollo económico que a la política, por lo que sirve a la clase dominante, no a las masas (informe 25-III-80, sobre el Partido Comunista Mexicano).

Las referencias a la relación viciada entre la prensa y el poder son recurrentes, como muestran más informes dejados en los expedientes que sobre el periodista fue acumulando el poder por tres décadas:

“Los medios están controlados por un grupo minoritario de personas que tienen nexos e intereses políticos. Esto queda claro cuando en las campañas políticas, principalmente de partidos opositores al dominante, sólo se les da difusión en determinadas épocas (20 de noviembre de 1980, durante la mesa de debate ‘El derecho a la información, una terca ingenuidad’)”.

Luego siguió: “El derecho a la información es una dádiva del gobierno, puesto que en cuanto entre en función, surge una serie de obstáculos para la difusión de la información, la cual es filtrada, ya condicionada para que los que la reciban tengan un contexto totalmente distinto al que prevalece en el país y en el mundo entero.

“Es necesario democratizar a los medios de comunicación para que se tenga un panorama real de la información y no el que se les presenta por medio de la radio y la televisión a los mexicanos”.

 

El sistema político

Del régimen de gobierno instaurado desde la postrevolución, también tuvo su interpretación y posturas:

“Existen dos características en el Sistema Político Mexicano: el partido dominante, alrededor del cual giran las demás fuerzas políticas que impiden la participación de las masas populares, y la otra es el presidente en turno, que según el tipo de éste, mediatiza a los otros poderes, el Legislativo y el Judicial.

“Es necesario reformar ese sistema para dar participación a las clases populares y que se implemente la educación política para ingresar al gobierno y cambiarlo en favor de las mayorías, lo que no ha sido posible por el control que el PRI ejerce sobre los demás partidos, a los que subsidia (conferencia ‘El sistema político mexicano y los medios de información’, efectuada el 29 de junio de 1981 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM)”.

UNAM. Facultad de Ciencias Políticas. Foto: Proceso Archivo,

Con las décadas, el PRI pasó de subsidiador a subsidiado y el poder político cambió de manos –primero recayó en el Partido Acción Nacional (2000-2012), después un regreso del tricolor (2012-2018) y a partir de entonces en el Movimiento de Regeneración Nacional–, pero no el sistema.

En torno al poder en México, igualmente expuso:

“La mayoría de las veces, las organizaciones políticas de oposición al PRI buscan canonjías cuando tienen lugar los procesos electorales municipales, estatales y federales, logrando alguna representación en ayuntamientos y Cámara de Diputados, todo manejado por el mismo PRI, que en un momento dado también se convierte en un órgano de representación del gobierno para callar las inconformidades de quienes se pronuncian contra ese organismo político (conferencia ‘Avances y retrocesos de la reforma política’, organizada por la sección 226 del Sindicato Nacional de Trabajadores de Salubridad y Asistencia, el 18 de junio de 1981, en Xalapa, Veracruz)”.

Miguel Ángel Granados. Crítica al poder. Foto: Proceso Archivo.

Desde entonces, veía la fragilidad de una oposición que, en coyunturas específicas, se sumaba al partido dominante, ya sea a través de votos en cámaras de representación o al secundarlo en sus acciones, con posibles prebendas y acuerdos políticos a cambio.

Los posicionamientos de Granados Chapa también muestran que, en diferentes ámbitos, el presente es muy parecido al pasado:

En el I Congreso Nacional de Solidaridad con el Pueblo de Guatemala, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (19-XI-82), Granados Chapa citó que en un artículo reciente, el general Efraín Ríos Mont, presidente de la Junta Militar de Guatemala, dijo “no robar, no mentir”, “pero no recomendó a sus soldados no matar”. Su existencia, criticó el hidalguense, está en las armas “y caben pocas dudas en el mundo del régimen despótico” que encabezaba.

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