CDMX
Madre de menor de edad detenido en marcha de la Gen Z denunciará por tortura a policías de Brugada
“Me dijeron que me iban a desaparecer a mí y a mi familia”, relata Luis, de 17 años, tras su detención el 15 de noviembre. Su madre denunciará a elementos de la SSC por golpear a su hijo, además de amenazarlo de muerte, para revelar información personal.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– La madre de Luis, el menor de edad detenido tras la marcha de la Generación Z, el 15 de noviembre último, presentará ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) una denuncia contra los elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) capitalina por haber torturado a su hijo.
La señora dio a conocer que ya acudió ante la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM).
En entrevista, el joven de 17 años denuncia que al momento de su detención fue golpeado por varios uniformados, humillado y amenazado con ser desaparecido junto con su familia.
También detalla que estuvo incomunicado por 36 horas en la Agencia del Ministerio Público Cuauhtémoc-1, sin comer, sin poder ir al baño y sin tener acceso inmediato a asesoría legal.
Su abogada, Azucena Arredondo, sostiene que el caso debe investigarse bajo el Protocolo de Estambul.
Luis es alumno de preparatoria que pausó sus estudios para trabajar con su mamá vendiendo tacos en una bicicleta. Su sueño, dice, es enlistarse en la Marina “para proteger a las personas y defender a su nación”.
El 15 de noviembre último acudió solo a la marcha de la Generación Z, nunca había participado en una movilización y, según relata, lo hizo motivado por la falta de seguridad, desabasto de medicamentos en hospitales públicos y una experiencia personal reciente: hace menos de un mes su novia fue víctima de una agresión sexual en el transporte público. Ella trató de denunciar, pero las autoridades “sólo se ‘burlaron de ella’”.
Para Luis, acudir a la manifestación fue como “representar a mi novia y a mi gente”
Cuenta que ese día de la protesta vistió pantalón de mezclilla, playera beige y chamarra negra, para dejar claro que no pertenece al denominado “bloque negro”, el grupo violento que suele aparecer en las manifestaciones para cometer agresiones y vandalismo.
Según su declaración, cuando inició la marcha, intentó dialogar con los policías equipados con cascos y escudos, a quienes les dijo: “Ustedes también son pueblo, están para defender al pueblo”. En respuesta, lo primero que recibió fue un piquete con una varilla puntiaguda que llevaban algunos elementos antimotines de la SSC. Luego vinieron los gases lacrimógenos. Luis, dice, insistió en hablar con los oficiales: “Imagínate que soy tu hijo, que soy tu familiar, ¿vas a estar orgulloso de rociar gas o picar?”.
Él asegura que no iba preparado para los enfrentamientos, no llevaba protección para los ojos ni para la boca y sufrió los efectos del gas. Cuenta que unas personas desconocidas le dieron agua para lavarse el rostro, una señora le regaló un paliacate y otro hombre le prestó unos goggles.
En la actual Jefatura de Gobierno, a cargo de la morenista Clara Brugada, se comenzó a registrar un incremento en la violencia durante las manifestaciones, primero con las protestas contra la gentrificación ocurridas en julio último, después con la última movilización del 2 de Octubre que dejó saldo de 94 policías heridos, de acuerdo con lo reportado por el propio Gobierno de la Ciudad de México.
En la primera marcha de la Generación Z, el jefe de la policía, Pablo Vázquez, reportó 100 elementos policiales y 20 ciudadanos lesionados. Para Luis estas agresiones eran nuevas y su curiosidad lo llevó a la primera línea de la confrontación entre civiles y policías, donde fue golpeado en la nuca con una de las piedras que fueron lanzadas desde ambos bandos.
“Me golpearon hasta darles mis datos”
El impacto en la nuca lo dejó inconsciente; fue atendido por paramédicos, luego intentó retirarse y comunicarse con su madre, pero los oficiales volvieron a rociar gas pimienta frente al Antiguo Palacio del Ayuntamiento, incluso en el área donde estaban los heridos.
En medio de ese caos, de acuerdo con el relato de Luis, vio que un grupo de oficiales sin equipamiento intentó salir por ese frente y fue recibido con amenazas por parte de algunos manifestantes. Luis dice que intercedió con otras tres personas y que ayudó a una policía para evitar que la golpearan: “Son pueblo al fin y al cabo”, dice.
Fue entonces cuando –relata– se dio la vuelta y lo “abatieron”: “Me agarraron y me empezaron a golpear entre todos”. Luis cuenta que no pudo identificar cuántos eran, sólo que lo tiraron e inmediatamente comenzó a sentir golpes y patadas por todas partes.
A Luis lo detuvieron y llevaron a un vehículo oficial en el que comenzó la tortura psicológica:
Me dijeron que me iban a desaparecer, a mi familia, a mis seres queridos; sentí miedo porque me pidieron mis datos, dónde vivía exactamente. Me golpearon hasta darles mis datos, me golpearon hasta que les desbloqueé mi celular, empezaron a mandar mensajes, ahí me dio miedo porque me dijeron: ‘Nosotros, si queremos, mañana tú no despiertas, mañana tú ya no estás’. Me enojé, pero no les dije nada por miedo, tanta ira, pero me tenían agarrado entre dos.
Este joven asegura que escuchó a los oficiales comentar que tenían instrucciones directas: “Que a cualquier pendejo que vieran ahí lo agarraran y lo inculparan, que ya lo demás era su decisión”.
Luis es uno de los 40 detenidos el 15 de noviembre, cuenta que a todos los hicieron “sentarse en orines” y les prohibieron hablar entre ellos.
“Iban preparados para humillar, tenían tijeras, tenían máquinas para rasurar, tenían vestidos; a nosotros no nos pusieron, pero los tenían en una bolsa negra”.
Él fue detenido a las 14 horas y a las 15 ya estaba en la Agencia del Ministerio Público Cuauhtémoc-1, donde permaneció incomunicado. En total pasaron 36 horas hasta que pudo volver a reunirse con sus familiares a las 02:57 de la madrugada del lunes 17 de noviembre.
La médico legista que lo atendió no completó la valoración porque le explicaron al menor de edad que “no había radiólogo”. Tampoco recibió “ni una pastilla para el dolor”. Del Ministerio Público salió con lesiones cervicales, un esguince de primer grado y golpes en un pómulo, nariz y mandíbula, así como moretones en diversas partes de su cuerpo.
“Si levantamos esa denuncia, no pueden tocarlo”
La madre de Luis es soltera y tiene dos hijos más. Ella trabaja como cuidadora. En entrevista, esta mujer describe a Luis como un joven involucrado con su comunidad, con aspiraciones y que es apreciado por los habitantes de su colonia; asegura que no es violento.
Tras lo ocurrido, confiesa sentirse decepcionada de las autoridades: “Tienen cursos de insensibilización, están viendo que es un niño, mi hijo no tiene cara de adulto, y que, pese a identificarse como menor de edad, (vea) todo lo que le hicieron y lo que le dijeron; (no deben) humillar a la gente de esa manera”.
Cuando supo que su hijo estaba detenido, la angustia fue inmediata. Su trabajo le ha enseñado a contener emociones fuertes, pero esto fue distinto:
Tenía mucho temor y dije: ‘yo no voy a llorar porque mi hijo está vivo y hasta no tenerlo en frente, hasta no tenerlo fuera de aquí no voy a estar tranquila’. Me puse en el modo mamá abogada, mi hijo sale porque sale, no me voy a quedar callada hasta tenerlo sano y salvo.
Cuando finalmente lo vio, observó los golpes que le propinaron y la dificultad para moverse, sintió “ganas de explotar” y se contuvo para no alterarlo más.
La noche del 15 de noviembre ella, acompañada de su actual abogada, Azucena Arredondo, presentó el acta de nacimiento de Luis para acreditar su minoría de edad; en ese momento, denuncia, enfrentó violencia institucional:
“La ministerio público se identificó como simplemente personal de atención primaria, dijo que ella no tenía nada que ver, que no era más que una licenciada, que ella sólo estaba apoyando para leer la lista de los que estaban ahí. Cuando le presentamos el acta de nacimiento nos dijo, ‘entonces sí es menor de edad, pero no se puede hacer nada, venga mañana a las 10:00’; no se nos permitió nada, ni siquiera pasarle comida”.
Cuando Luis obtuvo su liberación ella lo llevó de inmediato a recibir atención médica, tanto en centros públicos como privados. Para cubrir los gastos utilizó parte de los ahorros que había juntado para arreglar el drenaje de su casa.
Con impotencia, describe el estado físico de Luis:
No puede dormir, no puede tocarse el rostro, no puede recostarse, no puede estar sentado; no son lesiones que exponen la vida de una persona, pero sí le impiden realizar sus actividades.
Para ella, la denuncia por tortura no es opcional: “No siento temor de presentarla, es la única manera de proteger a mi hijo, si no lo hacemos así, cualquiera se puede acercar, tienen acceso a algunos datos, pero si levantamos esa denuncia, no pueden tocarlo, y es lo correcto”.
La acusación
Azucena Arredondo forma parte de un colectivo de abogados convencionalistas que asistieron a la marcha para protestar contra la reforma al Poder Judicial. Al atestiguar la violencia con la que se realizaron las detenciones en la protesta se dispusieron a brindar asesoría gratuita. Aunque llegaron a las 20 horas a la Agencia del Ministerio Público, fueron atendidos hasta las dos de la madrugada.
Desde entonces, sostiene que el caso de Luis reúne los elementos para investigarse por tortura, y explica que ya interpusieron una queja ante la CDHCM el 16 de noviembre último.
La defensora explica que lo siguiente es que el joven sea canalizado al Ministerio Público para rendir su declaración, acompañado de su madre y de ella. “No podíamos quedarnos sin hacer la denuncia, fue torturado física y emocionalmente”.
Para la abogada, la gravedad del caso exige la aplicación del Protocolo de Estambul. “Estoy segura de que sus dictámenes van a salir que sí fue torturado física y emocionalmente y es lo que le da cauce a esa denuncia”.
Tras su detención, la Fiscalía de Justicia Penal para Adolescentes intentó imputar a Luis por homicidio calificado y tentativa de homicidio.
Arredondo considera que se trató de una imputación fabricada y sus argumentos los resume con una serie de preguntas que desmontan la acusación:
No llevaba un arma, no hay videos en los que se vea vestido de negro (como los integrantes del bloque negro) ni atacando a una persona, menos a un servidor público. ¿Tentativa de homicidio por qué? ¿A quién golpeó? ¿A cuántos golpeó? ¿En qué momento los golpeó? ¿Quiénes son a quienes intentó privar de la vida?.
Arredondo, en entrevista, hace un llamado para el resto de los detenidos durante la marcha del 15 de noviembre para que denuncien abusos, golpes, humillaciones y vejaciones, con el argumento de que la única manera de frenar ese patrón es mediante la documentación formal de cada caso.