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Histórica presentación de Rolando Villazón en la UNAM
Para la última pieza Villazón se vistió de “puma”, sacó una camiseta de fútbol con el número “22” y “Rolando” inscrito en el dorsal, y ejecutó “Funiculí, Funiculá” para hacer vibrar al público.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-¡Qué noche la de anoche de Rolando Villazón en la Sala Nezahualcóyotl de la UNAM!
Luego de 14 años de no presentarse en México y en su debut en terrenos universitarios, el tenor mexicano más reconocido a nivel internacional ‘se echó el público a la bolsa’ con senda gala de tres horas de duración titulada “L’arte del bel canto”. Esto como parte de la inauguración del festival Cultura UNAM y un lleno total en la Neza del CCU.
Ya lo había advertido el mes pasado en entrevista con medios de comunicación cuando se dio a conocer la programación del festival, que “todo se había alineado para estar ahí”, y este 24 de septiembre parece que continuó la línea afirmando “se suponía que no debía estar aquí en esta fecha, fue una coincidencia, pero esta noche no hay otro lugar en el que quisiera estar, más que con ustedes”, a lo cual los asistentes respondieron con una ola de aplausos.
Puntual a la cita, “L’arte del bel canto” inició a las 19 horas, Villazón acompañado de Ángel Rodríguez en el piano, interpretó tres actos (aunque solo dos estaban en el programa), un recorrido del repertorio clásico a través de la canción italiana, desde el renacimiento (XVI) y el barroco, hasta el siglo XX, pasando por el repertorio napolitano.
Vestido de etiqueta con traje negro de tres piezas, camisa blanca, y estilosos zapatos oscuros, el tenor de característico pelo rizado conquistó con sentimiento, fuerza y potencia de voz, además de su característico sentido del humor que dejó ver entre pieza y pieza.
En la primera se escuchó “Giá il sole dal Gange” de Alessandro Scarlatti; “Vergin tutto amor” de Franceso Durante; “Per la gloira d’ adorarvi” de Giovanni Battista Bononcini; “Ma rendi pur contento”, “Dolente immagine” y “Vaga luna che inargenti” de Vincenzo Bellini; y “Deh pietoso, oh addolorata”, “Il poveretto” y “L’esule” de Giuseppe Verdi”.
El segundo acto se caracterizó por obras de nostalgia, pasión y encanto compuestas por un repertorio a cargo de Paolo Tosti con “Malia”, “Vorrei morire” y “Non t’amo piú”; “A te”, Terra e mare y ad una morta” de Giacomo Puccini, para terminar con “Rondine al nido” de Vincenzo de Crescenzo; “Musica proibita” de Stanislao Gastaldon; y “Non ti scordar di me” de Ernesto de Curtis.
Finalmente el encore, ¡ah el encore! tanto Villazón como Rodríguez regresaron siete veces en total para interpretar un repertorio con mismo número de temas que incluyó a Verdi, y las canciones “Despedida” y “Muñequita linda” de María Grever, y “Besos robados” de Jorge del Moral.
Para la última pieza Villazón se vistió de “puma”, sacó una camiseta de fútbol con el número “22” y “Rolando” inscrito en el dorsal, y ejecutó “Funiculí, Funiculá” para hacer vibrar al público.
Durante toda la noche instó a dos “goyas” que rezonaron fuerte en la Neza, y cerró con la mano efusiva en el corazón mientras los asistentes se le rindieron en aplausos… “¡Tres horas de duración!” se le escuchó decir a alguien del público con cara de incredulidad. Fue una presentación para la memoria.