toma de protesta

El primer discurso de Sheinbaum: del elogio a AMLO a la reivindicación de la continuidad

El Palacio de San Lázaro enmarcó puntual el primer mensaje de Claudia Sheinbaum a la Nación, donde el coreo se debatía entre la consigna “es un honor estar con Obrador” y la reiteración “presidenta”
martes, 1 de octubre de 2024 · 14:24

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La continuidad, oferta de campaña y el encomio a su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, marcó el primer mensaje de Claudia Sheinbaum Pardo, como presidenta de México quien no sólo reprodujo los fraseos del exmandatario sino que ofertó como único sello personal el hecho de ser mujer y algunos principios por condición de género.

La cita con la historia se cumplió hoy en la solemnidad que perfeccionó la sucesión presidencial de este 2024, con la característica de arribo de la primera mujer, según dijo, en 503 años, a gobernar el territorio nacional y, aunque no hubo mención al respecto, en un momento en el que los otros poderes, el Legislativo y el Judicial, son presididos también por mujeres, Ifigenia Martínez y Norma Piña, respectivamente.

El Palacio de San Lázaro enmarcó puntual el primer mensaje de Claudia Sheinbaum a la Nación, donde el coreo se debatía entre la consigna “es un honor estar con Obrador” y la reiteración “presidenta”, exactamente como serían las líneas narrativas del discurso que, sin embargo, inició no con el planteamiento feminista y sí con un amplio reconocimiento al político que hace 19 años se expresó en ese mismo recinto para hacer su apología en el juicio de desafuero.

Sheinbaum decidió iniciar con ese episodio, citando las expresiones sobre el juicio de la historia que López Obrador pronunció en aquella ocasión, para luego calificarlo como uno “de los grandes”, compararlo con Lázaro Cárdenas del Rio, un presidente “amado por su pueblo” al entrar y al salir de la Presidencia, “el mejor de la historia moderna” de quien sostuvo, vivirá siempre en los corazones de los mexicanos que no necesita homenajes ni bustos ni monumentos ni avenidas con su nombre.

El extenso prefacio, auténtica exaltación al ya expresidente, precedió inclusive el elogio de la Patria, un recorrido breve por tradiciones, cultura, arqueología y antropología nacional, repaso pues de la historia desde su pasado prehispánico, los movimientos sociales armados revolucionarios de Independencia, Reforma y Revolución, sus héroes y aportes, las luchas sociales del Siglo XX, con 1968 incluido, para caer una vez más en la idea de la “Cuarta Transformación”.

El repaso precedió una serie de cuestionamientos presentados como un llamado a la reflexión con datos duros, que ofrecieron un miniinforme del gobierno que expuso:

La reducción de la pobreza de 9.5 millones de mexicanos; que sin subir impuestos se redujeran las desigualdades; el país menos endeudado de la OCDE; que ganaron más los bancos y las empresas; que se redujo el desempleo, que hay inversión extranjera directa récord y que subir el salario mínimo no impactó la inflación.

“La respuesta es que cambió el modelo de desarrollo del país, del fracaso modelo neoliberal y el régimen de corrupción y privilegios, a uno que surgió de la historia de México, el amor al pueblo y la honestidad. Lo llamamos el humanismo mexicano”, dijo una vez más retomando la categorización de López Obrador.

Ese fue el inicio de un decálogo que resumió las frases lopezobradoristas repetidas persistentemente en los últimos años: primero los pobres; no puede haber gobierno rico con pueblo pobre; austeridad republicana; honestidad que da resultados; autoridad moral; democracia modelo del pueblo para el pueblo; prohibido prohibir; coordinación más no subordinación; amor al prójimo; y diversas consideraciones sobre fraternidad.

A la mitad de su discurso, Sheinbaum Pardo había persistido en su elogio a López Obrador a quien seguía llamando presidente, hasta que en un momento debió corregir y ya sólo pronunció su nombre con una leve sonrisa.

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