Medio Ambiente

Cómo hacer frente al sargazo en las costas de México

La excesiva llegada de sargazo afecta arrecifes naturales en las costas mexicanas y provoca la muerte de corales y animales, incluso del ser humano. Pero el uso de estas algas posee varios beneficios, expone la bióloga Margarita Casas Valdez.
sábado, 7 de octubre de 2023 · 07:12

La Paz, BCS (Proceso).- Hace 50 años, una joven estudiante del segundo año de Biología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Margarita Casas Valdez, al ver una mancha enorme de sargazo en el Caribe mexicano, se preguntó si acaso aquella alga parda tendría alguna utilidad.

Nacida el 18 de enero de 1952, la doctora Casas Valdez provenía de una familia de agricultores y, conocedora de los grandes esfuerzos que hacía su padre para llevar un cultivo a buen término, pronto supo que esas algas estaban ahí, grandes y sanas, listas para ser aprovechadas.

Así comenzó en México la investigación del alga marina Sargassum (“Sargassaceae”).

Ella es una apasionada del sargazo y sus usos: durante su tiempo laboral dirigió 25 tesis de posgrado, todas relacionadas con el estudio de estas algas y su aprovechamiento.

Explica: “En México tenemos tantos recursos naturales en tierra y nuestro país es tan vasto, que no volteamos a ver a las algas como un recurso importante para la alimentación y la vida cotidiana, como ocurre en otros países como Japón”.

La primera investigación que realizó la doctora Casas Valdez en el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar) en Baja California Sur, fue la de extracción de alginatos, un valioso compuesto empleado en la industria alimentaria y los cosméticos, entre otros, por sus aportes aglutinantes. Texturizarte, cuenta además con propiedades gelatinizantes, emulsivas y espesantes; por ejemplo, los helados y el yogurt obtienen su textura característica gracias a los alginatos, como lo expuso en su tesis para el IPN “Extracción, Cuantificación y Caracterización Parcial de Alginatos extraídos de Algas Phaeophytas de las Costas de México” (1975).

Doctora Casas. El reto. Foto: Facebook / Cicimar-IPN

Alternativa alimentaria

Los alginatos ya se extraían en otros países. Desde 1952 México enviaba algas como materia prima a la compañía Keiko de los Estados Unidos, para después comprarles de regreso los alginatos a precios bastante elevados.

Tras constatar que por el volumen de esta alga en el medio natural era viable su extracción, Casas Valdez inició sus estudios para el aprovechamiento animal con resultados sorprendentes. En la década de los 80 investigó con pollos de engorda en una granja de la empresa Bachoco, y más tarde, con el Instituto Nacional de la Nutrición, realizó otra investigación con gallinas de postura. Concluyó que balanceando sargazo con alimentos para pollos en un 6%, y en gallinas de postura en un 8%, se incrementaba el grosor del cascarón y se acrecentaba el calcio en el producto; igualmente, había mayor contenido de proteína en el huevo, y se reducía significativamente la concentración de colesterol (26%) y triglicéridos, aumentando los ácidos grasos de Omega 3 y 6.

Asegura la doctora en entrevista:

“No cambia el sabor, y el color de la yema es aún más intenso, de manera que le da un valor agregado al huevo”.

Al evaluar resultados tan asombrosos, Margarita Casas Valdez prosiguió investigaciones con el camarón, realizando experimentos de laboratorio y a nivel piloto comercial en una granja en Escuinapa, Sinaloa; constató que tanto en el camarón café como en el blanco, si se agrega sargazo a su dieta, se reduce significativamente el colesterol en el producto. Dice:

“Incorporar Sargassum en los alimentos balanceados para camarón no afecta los parámetros productivos, como son: peso, consumo de alimento, factor de conversión alimenticia y sobrevivencia. No obstante, sí disminuye significativamente el contenido de colesterol: en el camarón blanco baja un 27% y en camarón café un 29%”.

Continuó estudios utilizando sargazo para alimentación de cabras y ovejas, así como en humanos, y para obtener alginatos, fucoidan y laminariales.

“Otros investigadores --expone-- han demostrado que se puede utilizar para elaborar papel, también se puede usar como substrato para cultivar hongos como los champiñones, etc. En diversas naciones, desde hace años se emplea el sargazo para alimentar ganado vacuno”.

Pero “desafortunadamente, no se ha conseguido que los productores mexicanos aprovechen comercialmente este conocimiento”.

Protección a los arrecifes. Foto: Félix Márquez/ Cuartoscuro

Y enlista los beneficios para el caso del consumo humano:

“Las algas contienen más calcio que la leche y el queso, más fósforo que las verduras en general, más hierro que la mayoría de las frutas y verduras; los minerales que posee y en particular el yodo ayudan al adecuado funcionamiento de la tiroides. Se han demostrado sus propiedades hipocolesterolémicas. Además, las algas poseen un compuesto muy importante: la fibra, que cuando llega al estómago aumenta su volumen y da una sensación de saciedad; esta fibra aumenta el tránsito intestinal y, por otro lado, detiene la formación de células cancerígenas a través de un proceso llamado apoptosis (autodestrucción de la célula), que es un tratamiento contra el cáncer sin efectos secundarios”.

Y todavía más:

“Reduce la presión sanguínea, mejora el sistema inmune aumentando la producción de células Natural Killer, es un excelente antiedad para la piel ya que aumenta la producción de Integrin (proteína que ayuda a reparar y reafirma la piel), aliviando alergias por el incremento de células NK”.               

Proliferación en el Caribe

Desde el año 2011 hay noticia de arribazones masivas de Sargassum en el Caribe mexicano (acumulaciones en las playas), que continuaron creciendo hasta convertirse en un problema mayor en 2018, cuando se cuantificaron 115.18 millones de toneladas de biomasa.

Sargazo. Continuarán los arribazones. Foto: Alejandro Saldívar

La doctora Casas explica que el llamado Mar de los Sargazos es una mancha gigantesca de algas ocre flotantes del género “Sargassum” (“S. fluitans” y “S. natans”), que desde hace miles de años se encuentra en el Océano Atlántico, frente a las costas de Estados Unidos. Cuenta con una superficie aproximada de 3 millones 500 mil km cuadrados y se mantiene confinada en medio de diferentes corrientes; unas giran a la derecha y otras a la izquierda, conformando una suerte de círculo, y justo en medio se halla el Mar de los Sargazos:

“Con los cambios de presión atmosférica los vientos se debilitan y ya no pueden continuar confinándolo estas algas, por lo cual una parte de ellas se desplaza hacia África. Actualmente se sabe que las grandes descargas de nutrientes del Rio Amazonas están fertilizando la zona de influencia frente a Brasil, y esto causa un aumento excesivo de sargazo; dicho sargazo también es transportado hacia el Caribe por la corriente del Brasil y la corriente Norecuatorial.

“Lo anterior ocurre esencialmente por el cambio climatico y las proyecciones son que continuarán los arribazones a nuestro país en las próximas décadas”.

La especialista afirma que cuando se establece una investigación para realizar una actividad extractiva, siempre debe desarrollarse un modelo para no sobreexplotar esa especie en su hábitat, y en el caso de las arribazones del Sargassum del Caribe, “éste no es su hábitat, de manera que se puede extraer y aprovechar libremente”.

Las arribazones, agrega, impactan negativamente en los sectores turístico, social y ecológico de la zona, ya que por su presencia se disminuye de manera importante la afluencia de visitantes, lo cual repercute en la ocupación hotelera, la derrama por consumo en restaurantes, servicios turísticos, etcétera, y por lo tanto se afectan los empleos.

Los turistas que llegaban a las playas del Caribe mexicano por sus arenas blancas y aguas transparentes, ahora se encuentran con sargazo varado. Los excesivos varamientos tienen también un impacto en la biodiversidad, los ciclos biogeoquímicos y el hábitat de las pesquerías, y posiblemente forman "zonas muertas" (condiciones hipóxicas o anóxicas) en ecosistemas costeros como los manglares.

Daños en Quintana Roo. Foto: Alejandro Saldívar

El sargazo en condiciones normales es un componente esencial de los ecosistemas, sirviendo como alimento y zona de refugio, así como área de reproducción para muchas especies. Pero en grandes volúmenes, peces y tortugas pueden quedar atrapados, además de causar contaminación a playas e incluso generar zonas muertas costeras cuando se agotan el oxígeno del agua por causa del proceso de descomposición.

Los grandes males consecuentes son descritos así por la doctora Casas Valdez:

“Este hedor a descomposición causado por las algas y los organismos, no sólo atraen insectos, que a su vez transfieren enfermedades, sino que los gases emitidos han probado ser peligrosos para la salud humana. Puntualmente, el sulfuro de hidrógeno es un gas incoloro venenoso con un olor similar al huevo podrido que se desprende al descomponerse las algas. Su efecto, dependiendo de la concentración y el tiempo de exposición, provoca malestares diversos que van desde irritación a los ojos, problemas respiratorios, cefaleas y náuseas (sobre todo a los segmentos de población más vulnerables y a los animales domésticos), pudiendo presentarse excoriaciones en la piel si se nada en agua con alta concentraciones de este gas”.

El efecto no puede ser más letal: “La exposición a altas concentraciones de estos gases puede causar convulsiones y hasta la muerte”.

Recomienda entonces contener la llegada de las arribazones de sargazo “de manera inmediata, antes de que lleguen a las playas, mediante las barreras de contención, la redirección de estas algas”, y buscar su aprovechamiento mediante la cosecha en embarcaciones diseñadas para ese fin.

Afortunadamente, las más importantes intituciones de investigación del país han centrado su atención en esta contingencia para abordarla, asegura desde su condición de jubilada del Cicimar, que dirigió por siete años.

Pionera de la investigación del sargazo en México, luego de invertir toda su vida al estudio científico de la naturaleza, concluye:

“Cuando se hace investigación, ésta tiene que estar basada en el método científico; si no se sigue el método científico, entonces no es ciencia”.

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*Rocío Maceda Díaz. Periodista, divulgadora cultural, dramaturga y bióloga marina por la Universidad Autónoma de Baja California Sur.

 

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