Pedro Salmerón
La negativa del gobierno panameño que echó abajo los esfuerzos de AMLO por colocar a Salmerón
La negativa del gobierno panameño echó abajo los esfuerzos y el capital político que López Obrador ha gastado en las semanas recientes con tal de refrendar su decisión de nombrar a Salmerón, a pesar de la polémica que creció en México y en Panamá bajo el lema “un acosador no debe ser embajador”.CIUDAD DE MÉXICO (pro).- Después de defender durante varias semanas el nombramiento de Pedro Salmerón Anginés como embajador de México en Panamá y de desdeñar los señalamientos de acoso sexual en su contra, el presidente Andrés Manuel López Obrador despotricó hoy contra la canciller panameña, a quien acusó de rechazar la designación del historiador “como si fuese la Santa Inquisición”.
“La ministra, o canciller, de Panamá, se inconformó que, porque estaban en desacuerdo en el ITAM”, sostuvo el mandatario en su conferencia matutina, con un tono de enojo. Se refirió a la carta que la canciller Erika Mouynes envió a la Cancillería mexicana, en la cual explicó la renuencia de su gobierno en avalar el nombramiento de Salmerón.
Y minutos después, agregó: “No creo que el presidente de Panamá esté enterado, creo que tiene que ver más con la canciller”.
Así, en lugar de optar por una salida discreta a una polémica de varias semanas, que causó malestar incluso al interior de la Cancillería y de Morena –donde varias militantes acusaron a Salmerón por acoso--, el presidente eligió la confrontación: refrendó su apoyo al historiador, y con una molestia evidente, afirmó que fue víctima de “una campaña de linchamiento iniciada por Denise… ¿Cómo se llama la señora?... Dresser”, en un ataque más contra la académica.
El pasado 30 de enero, Salmerón envió una carta a López Obrador en la cual “declinó” el cargo… que no podía ocupar, dado que el gobierno de Panamá había rechazado su nombramiento. En su carta, leída hoy por Jesús Ramírez Cuevas, el vocero de López Obrador, Salmerón se victimizó, como lo ha hecho desde que surgieron las primeras denuncias de acoso sexual en su contra.
Salmerón denunció un “linchamiento” y “dolosas acusaciones”, reivindicó los avances del “movimiento feminista” en la administración actual, y adelantó que dedicaría a escribir sobre “los temas relacionados a mi persona y mi dignidad”, con una perspectiva para “construir nuevas masculinidades”.
Para ofrecer a Salmerón una salida menos embarazosa, López Obrador anunció que le “gustaría” nombrarlo como asesor en la Presidencia, para que redacte una historia sobre los fraudes electorales en México, destinada a los jóvenes. “Sería buenísimo: por lo menos 100 años de fraudes”, agregó el mandatario.
Para reemplazar a Salmerón, López Obrador anunció que designaría a Jesusa Rodríguez Ramírez como embajadora en Panamá. La mujer, sin experiencia diplomática, es una reconocida directora de teatro, militante de Morena y suplente de Olga Sánchez Cordero en el Senado.
La negativa del gobierno panameño echó abajo los esfuerzos y el capital político que López Obrador ha gastado en las semanas recientes con tal de refrendar su decisión de nombrar a Salmerón, a pesar de la polémica que creció en México y en Panamá bajo el lema “un acosador no debe ser embajador”.
En declaraciones públicas, el presidente equiparó los señalamientos por acoso sexual a “linchamientos políticos” o a “propósitos politiqueros”, afirmó que el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) lo despidió por motivos ideológicos –lo cual es una mentira: Salmerón renunció después de ser denunciado por estudiantes--, y retó las víctimas a presentar “denuncias formales” y “pruebas” ante el Ministerio Público, en una serie de declaraciones que despertó fuertes críticas de feministas.
Si bien el mandatario trató de imponer su línea al interior de su gobierno y del partido, pocos asumieron la defensa del historiador.
La insistencia generó molestias al interior de la Cancillería, pues además de que Salmerón es identificado con una corriente opositora al canciller Marcelo Ebrard Casaubón en Morena, su nombramiento contrastaba con la “política exterior feminista” que el equipo de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) presume impulsar.