Veracruz

Negligencia en la Fiscalía de Veracruz: la incertidumbre de llorar por un "desconocido"

Desde octubre de 2020, Margarita Reyes está intranquila al no saber si los restos óseos que sepultó son los de su hija, Claudia Reyes, secuestrada en abril de 2017, luego de que huesos humanos similares al de la joven fueran hallados en la intemperie en la misma área.
lunes, 22 de febrero de 2021 · 11:50

XALAPA, Ver. (apro).- Durante los últimos cuatro meses una duda ha asaltado cada día a Margarita Reyes Hernández: que los restos óseos que sepultó en el panteón de “La Santísima Trinidad” en Poza Rica al norte de Veracruz no correspondan a los de su hija, la ingeniera química Claudia Guicel Reyes Reyes, secuestrada el 4 de abril de 2017 y encontrada muerta seis meses después en las inmediaciones de un cerro que rodea la carretera Bicentenario en Coatzintla.

Las dudas y zozobra que asaltan a Margarita Reyes tienen sustento: el 15 de octubre del 2020, integrantes de Colectivos de Desaparecidos y empleados de la Fiscalía Regional de Poza Rica hicieron una inspección en el Parque Bicentenario de Coatzintla, un cerro con una bajada de 150 metros. Ahí, en las mismas coordenadas donde fueron hallados los restos de Claudia Guicel se encontraron huesos humanos correspondientes a dedos, costilla y un fémur de tamaño muy similar al de la ingeniera Claudia Guicel.

“Los huesos estaban ahí a la intemperie. Sin ningún rastro de haber sido sepultados. Ese mismo día los de la Fiscalía de Poza Rica los recogieron, desde ese día no puedo estar en paz, al cotejar las coordenadas del hallazgo, con las mismas donde fue hallada mi hija en octubre del 2017 son las mismas…La Fiscalía la única explicación que tiene es que está investigando. Se llevaron los huesos a Xalapa y al día de hoy no obtengo respuesta”.

Margarita Reyes muestra la fotografía de los restos que personal del Servicio Médico Forense le entregó en octubre del 2017: Un cráneo, los huesos correspondientes de las piernas de la rodilla para abajo, dos fémures, el brazo izquierdo completo, el derecho incompleto, el tórax, una costilla y nada más.

“En 2017, me dieron una pulsera que ella portaba, su credencial de elector legible aún. Un pantalón que era de ella y una sudadera que no (sic). Yo ya estoy con la duda que realmente me hayan dado a mi hija, o los restos de mi hija combinados con otra persona”, expone Reyes Hernández.

En la inspección del 2020, trece personas, entre integrantes de colectivo de desaparecidos y elementos de la Fiscalía Regional de Poza Rica encontraron diversas prendas de vestir, residuos de pañales de bebe y basura. Entre las prendas, Margarita reconoció credenciales, unas botas y ropa que también pertenecieron a su hija, Claudia Guicel.

En este viacrucis de dolor en la búsqueda de Claudia Giselle Reyes Reyes, Margarita Reyes se volvió una experta investigadora, con la Fiscalía negándole información, la señora documentó que en ese mismo cerro fueron encontrados otros dos cuerpos en ese mismo año, pero estos cuerpos estaban sepultados.

“El Fiscal David Castañeda Ortega me hablo y me dijo que habían encontrado los restos de mi hija; jamás me quiso dar las coordenadas de donde, el punto exacto. Con la ayuda del colectivo lo indagamos nosotros, fue hasta apenas hace unos meses que lo logramos y fuimos al punto y mire lo que nos encontramos, huesos, restos y un fémur muy parecido al de mi hija”.

Margarita Reyes exige a la Fiscalía General del Estado que agote todas las pruebas existentes y coteje todos los restos óseos víctimas de secuestros y desaparecidos hallados en esas fechas.

Actualmente -le dijeron a Reyes- hay una mesa de trabajo en la Dirección de Servicios Periciales del Estado para “analizar” y saber el cumulo de negligencias y omisiones que se cometieron en el trató y traslado de estos restos óseos de un secuestro y privación de la vida ocurrido en el bienio del panista, Miguel Ángel Yunes Linares y cuyo Fiscal a cargo, era Jorge Winckler Ortiz, hoy prófugo de la justicia y acusado de desaparición forzada y tortura.

Durante la gestión de Winckler Ortiz existieron decenas de quejas por simular que la Fiscalía a su cargo sí investigaba las desapariciones y avanzaba en la identificación de cuerpos. Con el hoy prófugo también hubo múltiples quejas de desaparecidos de colectivos por el desaseo y omisiones que se realizaban al momento de exhumar y tratar restos óseos.

Con la actual administración de la Fiscal, Verónica Hernández Giadáns las quejas por no investigar las desapariciones forzadas y no avanzar en la identificación de restos óseos continúan.

El secuestro de Claudia

La ingeniera química Claudia Guicel salió muy temprano de su domicilio en Poza Rica el 4 de abril del 2017, para dirigirse a su trabajo en una empresa subrogada de Petróleos Mexicanos (PEMEX), no alcanzó a llegar, fue secuestrada por una célula delincuencial local, quien exigió a su familia un rescate de 250 mil pesos.

“A mí me hablaron a diez am, trabajaba en una cooperativa, me pidieron lo de rescate. Uno en esas situaciones piensa en salvarle la vida a su ser querido, antes que avisar a la policía, empeñe cosas, vendí otro tanto, pague el rescate. No me regresaron a mi hija”.

El efectivo del rescate fue dejado a solo 150 metros de donde serían hallados los restos de Claudia Guicel. Reyes tardaría tres años en enterarse, que de donde dijo el dinero del rescate, seis meses después, serían encontrados los restos que hasta ahora son de su hija, de acuerdo con la versión de la Fiscalía.

Al pasar de los días del secuestro, Margarita Reyes hizo la denuncia, ajena al mundo de seguridad y procuración de justicia en aquel entonces, se enteró que existía una Unidad Estatal de Combate al Secuestro (UECS), un órgano de la Fiscalía, quien no infundía confianza y sí miedo, remarca.

“Ellos me dijeron que iban a investigar… y así pasaron los días, las semanas y meses. Yo con mis propios recursos no me quise quedar de brazos cruzados y me fui a la SEIDO, empezaron a moverse un poquito más”.

Con la presión de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada en seis meses, la Fiscalía Regional de Tuxpán hizo la llamada que Margarita Reyes jamás habría querido escuchar: Los restos de su hija habían sido hallados.

“Muy sutilmente me dijeron que habían encontrado los restos de mi hija. Me mostraron una hoja con las coordenadas y solo eso me dijeron”.

Hoy, Margarita Reyes tiene dos tareas titánicas agotar hasta la última duda de despejar sí algunos de los restos óseos hallados en la intemperie pertenecen a su hija, de saber sí de los restos que le entregaron pudiera haber alguno que no y, sobre todo, -enfatiza Reyes- seguir pendiente de que una de las integrantes de la banda de secuestradores que actualmente está detenida sea vinculada a proceso. Solo hasta ese día, sentirá que su hija descansa en paz y Margarita podrá cerrar el círculo de dolor.

Comentarios