MADRID. (proceso.com.mx).– La Guardia Civil desmanteló una red de narcotraficantes que introducían hachís a la península, en avioneta y helicópteros procedente Marruecos, con pilotos Latinoamericanos, principalmente mexicanos, informó el instituto armado el 15 de octubre.

Hoy se supo que los pilotos eran de Sinaloa y traficaban droga por el Estrecho de Gibraltar por 50 mil euros la noche, según publica el diario El Mundo.

En la operación Limoneros, la Guardia Civil logró la captura de 41 personas e incautado unos 1,300 kilos de hachís, además de cuatro aeronaves, manuales de vuelo y un sembradío de marihuana en Los Palacios, Sevilla.

La organización utilizaba como tapadera una escuela de piloto de vuelo, para dar cobertura a los pilotos mexicanos y latinoamericanos.

La operación se inició en septiembre de 2019 cuando el instituto armado tuvo conocimiento del accidente en Marruecos de un helicóptero cuyo piloto de origen mexicano había estado hospedad en Sevilla.

Dos meses después, en noviembre del mismo año, los agentes encargados de la investigación frustraron la introducción al mercado de las drogas un alijo de 420 kilos de hachís en una avioneta procedente de Marruecos y detuvieron a sus dos tripulantes.

La red de narcotraficantes solía ser muy discreta, porque buscaba las aeronaves y los repuestos en segunda mano y para ello contaba con un grupo de mecánicos de vuelo.

La red contaba con vuelos españoles, aunque también traían de Latinoamérica, principalmente de México, pilotos noveles a los que formaban para lo que utilizaban una avioneta biplaza.

A lo largo de la investigación, que duró dos años, los agentes conocieron que los miembros de la red sufrieron al menos dos accidentes aéreos de importancia, el primero el de un piloto mexicano en Marruecos por el que se inició la investigación y el segundo el 9 de septiembre de este año en el que falleció un piloto de nacionalidad española en un vuelo nocturno también en Marruecos.

La Guardia Civil informó que la organización llegó a tener siete aeronaves –dos helicópteros y cinco avionetas— y, además de la “escuela de pilotos” y un grupo de mecánicos, contaban con lugares para ocultar los aparatos, así como pistas clandestinas, algunas de ellas camufladas como pistas para entrenar galgos.

Los investigadores ya habían dado a conocer en junio la detención de una rama de la misma organización cuando intentaba introducir hachís por la vía marítima, entonces se logró la detención de cuatro personas y se incautaron 750 kilos de hachís en las costas de Huelva.

Con la autorización del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción numero 4 de Sanlúcar la Mayor (Sevilla), se llevaron a cabo 24 registros (cateos) en Murcia, Toledo, Cáceres, Huelva y Sevilla, donde se intervinieron otros 120 kilos de hachís.

Entre los detenidos está el cabecilla de la organización, localizado en una vivienda de lujo en Cartaya (Huelva) y el jefe operativo, estaba en Sevilla. El diario El País sostiene que los investigadores durante un tiempo consideraron al lugarteniente como el capo, hasta que descubrieron al verdadero jefe, de quien los agentes pensaban estaba retirado.