Las secuelas que dejaron los disturbios raciales en Kenosha, Wisconsin, rebasaron las pérdidas en comercios quemados, así como en personas heridas y detenidas. Los habitantes perciben que su convivencia fue dañada y en las calles se debate cómo se restablecerá la vida pública. Y en un ambiente electoral que sube de tono en el país, algunos ciudadanos se pronuncian por reformar la administración de este bastión demócrata, en tanto que otros atribuyen la violencia a agentes externos y piden el retorno de los republicanos.
KENOSHA, Wis.- El reverendo Lawrence L. Kirby ha escuchado la frase recurrente de residentes de la ciudad de Kenosha que padecieron por los disturbios de las últimas dos semanas. “Necesitamos reconstruir nuestros negocios quemados”, le dicen. “Necesitamos volver a la normalidad”.
Ahí es donde interviene: “no volvamos a nada”.
Kenosha estalló en indignación y división durante días de tragedia, violencia y destrucción. Desde el 23 de agosto la ciudad fue escenario de un tiroteo policial que dejó paralizado a un hombre negro, Jacob Blake; emotivas marchas y varias noches de saqueos e incendios, más el asesinato de dos manifestantes en la calle.
Y la primera semana de este mes se convirtió en un campo de batalla electoral muy disputado, ya que el presidente Donald Trump lo visitó, seguido por Joe Biden, el candidato presidencial demócrata.
A medida que se levantó el toque de queda nocturno en Kenosha y se calmaron las protestas, la pregunta de qué sigue para esta ciudad ha revelado un abismo aún mayor entre los residentes.
¿Debería seguir los pasos de Ferguson, Misuri y Minneapolis después de sus propios periodos de disturbios, como han argumentado algunos en Kenosha, y considerar diversificar su lista de funcionarios electos, en su mayoría blancos, reexaminar políticas de larga data y aprobar medidas destinadas a reformar la policía?
¿O deberían ver las últimas dos semanas como una aberración terrible, eventos que algunos residentes describieron como disturbios causados principalmente por agitadores externos?
“No hemos tenido un gran evento como éste, algo en lo que realmente deberíamos tener una conversación sobre asuntos raciales”, dijo Tim Thompkins, exoficial de acción afirmativa de Kenosha. “Es por eso que vamos a tener dificultades”.
La muerte de George Floyd en Minneapolis, en mayo pasado, provocó algunas protestas en el centro de Kenosha por parte de activistas de Black Lives Matter durante todo el verano.
Pero hasta ahora la ciudad no se ha enfrentado a un verdadero ajuste de cuentas racial. Eso puede deberse en parte a que es una comunidad pequeña, en su mayoría blanca. De sus 100 mil habitantes, 11% son negros, proporción que ha aumentado ligeramente en los últimos 30 años.
Las luchas de Kenosha durante la última generación se han centrado en reconstruir una economía tambaleante después de que la fabricación de automóviles desapareciera en su mayor parte a finales de los ochenta, eliminando 10% de la fuerza laboral de la ciudad.
Y aunque la mayoría de la gente en la ciudad se inclina hacia los demócratas –16% votó por Hillary Clinton contra Trump en 2016–, hay una racha de conservadurismo social reflejada en los letreros de “back the blue” en toda la ciudad, y una tendencia a explicar los incidentes como errores de agentes de policía en lo particular, más que como problemas sistémicos con la actuación policial.
“¿Hay una manzana podrida en cada profesión? Sí, la hay”, dijo Rocco LaMacchia, concejal de la ciudad durante seis mandatos y presidente del comité que supervisa la seguridad pública.
“Pero no se quita el financiamiento al departamento de policía por una persona. Eso no está sucediendo en Kenosha. Mientras yo esté vivo y sea concejal, eso no va a suceder”.
Anthony Kennedy, un concejal que representa al distrito predominantemente negro donde le dispararon a Blake, sostiene que se necesita un cambio más profundo y fundamental.
"Para las personas que dicen que esta ciudad está bien y que es sólo una manzana podrida, deben comprender que su vista no es monolítica para la ciudad de Kenosha”, dijo Kennedy. “Y tienen que entender que hay personas en esta ciudad que están viviendo una experiencia claramente diferente”.
Los activistas han pedido que se despida al policía que disparó contra Blake; este oficial tiene actualmente licencia administrativa. También quieren cambios rápidos en el liderazgo del departamento de policía y del departamento del alguacil del condado, cuyos titulares son blancos.
“El jefe de policía tiene que dimitir y también el sheriff”, dijo Kejuan Goldsmith, un líder activista negro que ha asistido a tantas marchas que su voz se ha enronquecido. “Creo que eso es lo que necesitamos en Kenosha”.
En un correo electrónico, el alcalde John Antaramian reiteró su apoyo a Daniel Miskinis, el jefe de policía, y David Beth, el sheriff.
"Respecto a algunos de los problemas sistémicos más importantes de la ciudad, creo que los eventos de los últimos días nos brindan la oportunidad de volver a examinar muchos aspectos de nuestra comunidad mientras buscamos formas de reconstruir un Kenosha que brinde un futuro brillante para todos nuestros ciudadanos “, dijo.