BUENOS AIRES (proceso.com.mx).– “Las estamos pasando mal; hay mucha gente sin dinero y sin medicamentos y en la embajada de México no nos dicen nada, no resuelve o no da explicaciones de lo que pasa. No sabemos si realmente vendrán por nosotros”.
En la pantalla de celular las palabras de Mónica Sabarots aparecen en mensajes apresurados, tecleados en horas de la madrugada argentina con sus 18 grados de temperatura desde la provincia de La Pampa, a unos 700 kilómetros al noreste de Buenos Aires y a seis horas y media de trayecto en auto.
“¿Cuándo vienen por nosotros? ¿Está completa la lista de pasajeros? ¿Estamos todos? ¿Cómo le hacemos para saber?”
Ahora la gente de Relaciones Exteriores nos dice que no tiene manera de apoyarnos económicamente para los que estamos en provincias y necesitamos trasladarnos a Buenos Aires y necesitamos que nos ayuden para salir de aquí, explica Mónica.
Pero son demasiadas preguntas sin respuesta para los más de cien mexicanos que desde el 16 de marzo intentaron salir de Argentina, cuando era inminente el endurecimiento de las medidas de contención por la pandemia de coronavirus Covid-19, comenzando por el cierre de fronteras.
La Fuerza Aérea Mexicana (FAM) tiene la instrucción de recoger a 174 connacionales en el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, y de entregar a 14 argentinos varados en México. Los jets 3526 y 3527 están listos para la misión.
Mónica Sabarots es una de las mexicanas varadas en Argentina, en donde deberán aterrizar los dos aviones que la FAM tiene listos para llevar de regreso a 14 argentinos y recoger a 174 mexicanos desesperados por volver al país.
Desde La Pampa, vía celular, coordina como se puede a un grupo de mexicanos que están en ese lugar y a otros que siguen dispersos en varias ciudades alejadas a miles de kilómetros, hasta el mismísimo fin del mundo, porque los caminos y el tránsito están cerrados, los permisos para circular de un lado a otro son escasos y su vigencia es de 24 horas.
Hoy, los traslados en situaciones de contingencia deben tramitarse en cada provincia de camino a Buenos Aires, y eso tomará horas, tal vez días, aunque no para todos, porque algunos mexicanos están muy cerca de la capital y eso les ahorrará muchos trámites.
Pero el gran problema, dice Mónica, es que a la gente ya se le acabó el dinero y muchos no tienen cómo salir de donde están para moverse a Buenos Aires, en donde ansían subirse a los aviones de la FAM. La tensión es mucha, dice Mónica, y ya la gente de aquí está molesta y reacia con nosotros.
No hemos tenido mayor contacto con la gente de la embajada de México (que no tiene titular y es encabezada por el encargado de Negocios, Armando López Trujillo).
La comunicación ha sido con la cónsul Carla Juárez Guraieb, pero la información es escasa y la falta de comentarios y datos en la embajada nos hace dudar de todo, explica la mexicana en horas de la madrugada pampera.
En México, la FAM tiene listas y en alerta a las tripulaciones de los Boeing 737 matrículas 3526 y 3527, que volarán a Argentina tan pronto como los buenos oficios del secretario de Relaciones Exteriores (SRE), Marcelo Ebrard, vuelvan a dar frutos –como en el rescate del expresidente Evo Morales, traído a México en noviembre de 2019 en un avión King Air 350i de la FAM, negociando en Bolivia, Ecuador, Brasil y Perú el paso de la aeronave y su salida al Pacífico para enfilarse sobre el mar hacia México– y consigan que los jets militares mexicanos cumplan la misión en un contexto internacional álgido.
Las negociaciones no avanzan y se vuelven tortuosas en la medida en que la crisis sanitaria se agudiza en cada país del continente. Todos los gobiernos se protegen, se cierran y van aplicando sus propias estrategias de contención conforme el tema los va rebasando.
Desesperante
Están atrapados en al menos 12 ciudades del interior de Argentina, varados por el cierre de fronteras, la suspensión del tránsito entre provincias, puertos, aeropuertos, terminales de trenes y camiones, inmovilizados el estado de alerta decretado por el presidente Alberto Fernández el 16 de marzo.
Ese día fue el anuncio del cierre de fronteras y de las restricciones para circular por el país como una medida de seguridad para hacerle frente a la pandemia del coronavirus o Covid-19 en el sur del continente.
“Hemos tomado la decisión de que durante los próximos 15 días –un plazo que puede ser prorrogable– vamos a cerrar las fronteras y nadie podrá ingresar, salvo obviamente los argentinos nativos o extranjeros residentes en Argentina”, soltó el mandatario en un mensaje a la nación.
Vino entonces no solo el cierre de fronteras; el tránsito entre provincias, pueblos y terminales de todo tipo fue restringido en el interior de Argentina y con ello miles de turistas, de trabajadores y estudiantes extranjeros quedaron atrapados en Buenos Aires, o en lugares tan remotos como Ushuaia, en la provincia de Tierra del Fuego, el punto más austral del continente, el fin del mundo, a más de 2 mil 300 kilómetros de distancia de la capital del país si se viaja por tierra, y a unas tres horas de vuelo entre esos destinos.
Ahí, en Ushuaia –en donde se han confirmado al menos 14 casos de contagio de Covid-19–, hay al menos dos estudiantes mexicanas que trataron de regresar en los primeros días de la contingencia, pero no encontraron vuelos o forma de salir y cubrir el pasaje hasta Buenos Aires.
A doce días del cierre de fronteras en Argentina se han quedado sin dinero para desplazarse. La embajada de México en Argentina no se ha comunicado con ellas para ver la manera de ayudarlas y hacer que lleguen a Buenos Aires para abordar los aviones de la Fuerza Aérea Mexicana.
Algo similar ocurre con decenas de mexicanos varados en lugares como La Pampa (a unos 700 kilómetros de Buenos Aires y seis horas y media de carretera), Mendoza (mil 99 kilómetros, unas 12 horas de manejo en carretera), Neuquén (a mil 171 kilómetros y 12 horas de camino en carretera), Bahía Blanca (a unos 637 kilómetros y 13 horas de carretera), Bariloche (casi mil 600 kilómetros de distancia y 16 horas de manejo), San Juan (a mil 120 kilómetros y 12 horas por tierra), Córdoba (a unos 690 kilómetros y poco más de siete horas de carretera), Santa Fe (a 460 kilómetros de distancia y cinco horas de carretera), Tucumán (a poco más de mil 250 kilometros y 13 horas de camino), La Plata (a 58 kilómetros y menos de una hora de carretera), Rosario (a unos 300 kilómetros y 3 horas de carretera), Necochea (a 512 kilómetros y casi seis horas de camino).
Ahí están la mayoría de los mexicanos a los que el presidente Andrés Manuel López Obrador prometió repatriar en aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana, que ya están listas y sus tripulaciones en alerta para el momento en que se les indique despegar desde la Base Aérea Militar Número 1 (BAM-1) de Santa Lucía, en un viaje de dos escalas y 18 horas de duración hasta alcanzar el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, Aeropuerto de Ezeiza, como mejor se le ubica.
Obrador les dijo que iban por ellos, pero no les dijo cuándo. Esto ocurrió el 25 de marzo, en la conferencia de prensa mañanera en la que le agradeció al presidente Alberto Fernández haber otorgado el permiso para que las aeronaves aterrizaran con 14 nacionales argentinos y recogieran a 174 mexicanos atrapados por el daño colateral del Covid-19.
Lo que no dijo López Obrador y no ha comentado el canciller Marcelo Ebrard, es que los espacios aéreos de Chile, Ecuador y Perú están cerrados a todos los vuelos, salvo los militares y de ayuda humanitaria con insumos contra el coronavirus. Por eso los Boeing 737-800 matrículas 3526 y 3527, no han salido de Santa Lucía, porque la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) sigue negociando a través de sus embajadores los permisos para ingresar a los espacios aéreos, aterrizar, dejar a los 14 argentinos y recoger a los 174 mexicanos atrapados en la crisis sanitaria.
Los contactos más recuentes con el personal de la embajada mexicana fueron para informarles a los varados que no hay dinero para movilizar a todos los que están en provincias para sacarlos de ahí y llevarlos o facilitarles la llegada a Buenos Aires, en donde deberán concentrarse para subir a los aviones de la FAM.
“Para llegar a Buenos Aires tendremos que buscar traslados especiales, y no todos están queriendo darnos asistencia de este tipo. En el interior hay muchos y llegar les llevaría un día de desplazamiento”, agrega Mónica a casi 15 días del estado de emergencia decretado en Argentina que les impide volver a casa.