Hace un cuarto de siglo Juan Sánchez Navarro ya veía venir esa colusión que se convertiría en la élite del poder. En conversación con Rafael Rodríguez Castañeda en marzo de 1993 –entrevista publicada en el número 853 de Proceso, y de la que a continuación presentamos fragmentos–, el empresario, que se declaraba no priista, aunque alababa la gestión de Salinas de Gortari, preveía “una interacción entre el poder político y el poder económico”. Miembro del llamado entonces Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, agregaba: “Para gente de la extrema izquierda es el triunfo de la oligarquía y, por consiguiente, tiene un signo negativo”.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Crítico de la sigilosa cena en la que los dirigentes del PRI, encabezados por el presidente Carlos Salinas de Gortari, solicitaron dinero a los grandes empresarios nacionales; elogiador en cambio del proyecto gubernamental de hacer transparente el financiamiento de los partidos, don Juan Sánchez Navarro califica:
“Me sorprendió la presencia ahí del presidente Salinas.”
En una entrevista que el empresario cervecero convirtió en un análisis de la antidemocracia mexicana, a partir del agobiante presidencialismo nacional, Sánchez Navarro asegura que, en forma natural, la contribución económica al partido en el poder que otorguen los empresarios les permitirá influir en las decisiones gubernamentales.
Sentencia: “México carece de tradición democrática. Y en medio de la iniquidad existente, la democracia se vuelve meta casi imposible…”
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Apenas iniciada la conversación, Sánchez Navarro es interrumpido por una llamada telefónica. El tema, evidente, es la cena de los 25 millones de dólares por cabeza. Alguien solicita al empresario su aportación. El entrevistado escucha, contradice, argumenta:
“Yo no soy priista… Ni pertenezco a ningún otro partido. Soy un empresario independiente…”
Cuelga el auricular, sonríe malicioso y, ahora sí, la plática inicial deriva en la entrevista solicitada:
–¿Por qué los empresarios, que no son priistas, tendrían que hacer aportaciones al PRI?
–Hasta donde yo tengo informes, los 25 o 30 empresarios que asistieron a la cena en casa de don Antonio Ortiz Mena, todos, son priistas. Unos claramente lo han manifestado con anterioridad y otros lo dicen en privado, pero todos son priistas.
–¿Y la presencia del presidente de la República?
–Me sorprendió mucho que asistiera el presidente Salinas. Aunque es considerado el priista número uno, su función básica es la de jefe de Estado. Su presencia le dio un tono distinto a la reunión. Aún no me explico la razón de su asistencia.
(…) –¿Por qué dice que lo sorprendió?
–Porque no creo que sea el papel del presidente, del jefe de Estado, concurrir a una reunión en la que se solicita dinero para uso de los partidos, aunque sea su propio partido.
–¿No desajusta la presencia del presidente en esa junta el libre juego de partidos? Si la lucha es pareja entre los partidos, que es la base de la democracia, la acción del presidente de la República en favor de uno de ellos, ¿no la desequilibra?
–Bueno, si tomamos en cuenta que el partido, el PRI, es el partido en el gobierno, quizás tendría una aparente justificación que el presidente estuviera ahí, pero yo pienso, en una visión un poquito más amplia, ¿asistiría a una reunión de este tipo cualquiera de los jefes de Estado de los países democráticos? ¿Encabezaría el jefe de gobierno de Inglaterra una reunión de financiamiento de los conservadores? ¿Estaría presente Clinton en una situación similar? Tengo mis dudas.
–Vivimos bajo un presidencialismo inocultable, y cuando el poder presidencial se carga en favor de un partido, ¿qué destino tiene la democracia?
–Bueno, es un tema de una amplitud y de antecedentes históricos importantes. La democracia en México ha tenido una debilidad orgánica porque lo que ha subsistido en nuestro país ha sido básicamente el gobierno presidencialista, que en muchos aspectos es la negación de la democracia. Entonces, no es México un ejemplo típico de democracia. En México hay…
–Perdone la interrupción. Para ser más claro: si el financiamiento debe ser transparente, ¿no debe ser transparente la conducta del presidente en materia política?
–Por supuesto, tiene que serlo…
–¿Y cree que es transparente la conducta del presidente en materia política, acudiendo a actos como el que comentamos…?
–Por eso reitero que no me explico por qué fue.
–¿Y no debiera legislarse o buscarse la forma para limitar la conducta del presidente, para sujetarlo también a normas en materia política?
–La relación del presidente con el partido que lo lleva al poder es una relación que siempre ha sido difícil. ¿En qué momento el presidente actúa como jefe de Estado y en qué momento es un miembro de su partido?
(…) –Por cierto, don Juan, parece que los deseos de transparencia en materia de financiamiento partidista vienen a posteriori de esta reunión, aparentemente provocados por la filtración de la información, por la indiscreción… ¿Pero qué le sugiere a usted el hecho de que se haya producido sigilosamente?
–Como decía Reyes Heroles, la forma es el fondo. Y creo que esta reunión no fue bien meditada. Porque supongo que era una reunión entre congéneres, entre compañeros de ideología del partido, y que no iba a salir a la luz pública. Y que se quería que se creara lo que llama Ortiz Mena un fideicomiso para que tenga un capital el PRI. Pero la indiscreción o la filtración, como usted quiera llamarla, que salió a la prensa, demuestra que la forma en que se hizo no fue la adecuada. Personalmente, hubiera querido que de una manera clara, abierta, se dijera: vamos a reunir a los empresarios que sean del PRI, vamos a estudiar con ellos el financiamiento de nuestro partido. O bien, se hubiera hablado con cada uno de ellos en lo particular. Sin necesidad de una reunión privada, poco clara…
–Si no hubiera ocurrido la filtración, ¿cree usted que se habría dado a conocer el proyecto de la transparencia?
–No sé si la reunión fue cuando ya se había tomado la decisión por parte de los jerarcas del PRI, y del gobierno, porque es el PRI-gobierno, de un cambio fundamental en las reglas del juego del financiamiento del Partido Revolucionario Institucional… En todo caso, a mí no me gusta que hubieran hecho una reunión casi secreta.
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–¿Por qué no asistió usted a la cena de Ortiz Mena?
–Porque no me invitaron. Y no me invitaron, yo creo que por varias razones: primero, porque no soy del PRI; segundo, porque no tengo los 25 millones de dólares, y tercero, porque a lo mejor hubiera yo dicho alguna cosa que habría roto la armonía de la reunión.
–Estos empresarios que asistieron, no son unos empresarios cualesquiera, son…
–Son la crema, o por lo menos parte de la crema del empresariado.
–Sean o no priistas, son los beneficiarios de la política económica ejercida por el gobierno del PRI, y ahora están retroalimentando con recursos al PRI. ¿No es este un juego sucio de intereses mutuos entre el partido y los empresarios?
–En México, tradicionalmente, y supongo que en otros países también, hay un grupo de empresarios que en razón de su función empresarial, su tipo de negocios, el servicio que prestan, están muy ligados con el Estado. Tengo la impresión de que la mayor parte –no conozco la lista, no sé si usted la conoce– es gente que ha estado muy estrechamente ligada con el gobierno. Pongo el caso de Televisa, que es una concesión. Y los banqueros, que estaban ahí; y Teléfonos, institución muy especial, etcétera. Todos son empresarios que tienen fuertes intereses vinculados a la función política.
“En realidad, el problema para mí es el clarificar: ¿Cuáles son las verdaderas relaciones entre el poder político y el poder económico? Estamos asistiendo en México a un intento de cambio muy importante y quizás a una clarificación, por las declaraciones de González Garrido, si es que realmente se llevan a la práctica, de estas leyes o principios reglamentarios de la relación poder político con poder económico.
“La tesis vigente entre los intelectuales de izquierda, de que las oligarquías tienen un peso decisivo en la vida de las democracias occidentales, se pone de relieve como un hecho, es evidente. Claro que si usted aporta al fideicomiso para financiar al partido político que está en el gobierno, usted tiene una relación muy estrecha con el poder político y, evidentemente, aunque se diga lo contrario, podría usted tener una influencia en ciertas decisiones fundamentales.”
–Dice Don Antonio Ortiz Mena que no influirán…
–En el sentido de que uno presente una instancia escrita y que le digan que sí, porque uno aportó, no. Claro que no, pero que lo van a tomar en cuenta, que lo van a considerar, que lo van a recibir para que sean escuchados sus puntos de vista, por supuesto que sí. De hecho, ya ocurría así, no es una novedad, pero ahora queda de manifiesto que tiene que hacerse a la luz pública.
–Quien da 25 millones de dólares sí influye…
–Pues a mi juicio, sí. Es natural que las relaciones entre la cúpula del poder político y la cúpula del poder económico se estrechen más y haya una mayor influencia en ambos sentidos.
–¿Por qué diría Ortiz Mena que no van a influir los donantes en la vida del partido, como curándose en salud, como pensando que hay algo vergonzante en esta relación? ¿Por qué no abiertamente dice: nosotros influimos en ellos, ellos influyen en nosotros y creamos una influencia mutua y recíproca que nos alimenta a todos, nos retroalimenta a todos y nos beneficia a todos?
–Yo no sé si la versión periodística de lo que dijo Ortiz Mena es exacta. Pero esa frase no me parece clara y no me gusta, no estoy de acuerdo. Habrá una interinfluencia obvia, interacción entre el poder político y el poder económico. La ha habido, pero ahora ya más clara, y no solamente en México, sino en muchos lados del mundo. ¿Es bueno o es malo? Eso es otro problema. Para gente de la extrema izquierda es el triunfo de la oligarquía y, por consiguiente, tiene un signo negativo. Quizás los que pensamos de otra manera digamos que el pensamiento de los empresarios pueda ser útil para el desarrollo de una sociedad.
–¿Todo esto no llevaría a crear una especie de sector empresarial del PRI? ¿Por qué no están como grupo, como organización?
–No sé. Tengo entendido que están haciendo unos cambios en el PRI, en su estructura, en sus sectores, etcétera, que quieren ser, a mi juicio, una modificación del corporativismo que ha caracterizado al PRI a través de su historia. En realidad, el PRI ha sido un partido corporativista. Con reminiscencias del viejo fascismo y del socialismo muy claramente marcadas. Los sectores organizados corporativamente participan en la organización del partido del gobierno. El partido del gobierno subsiste a través de sí. Ese es un fascismo disociado, y lo que parece que están intentando, por lo que he oído, es modificar esta estructura. Lo que sí es claro es que quieren hacer transparentes dos cosas: primero, que el presupuesto que tienen en sus manos el gobierno y las empresas que están manejadas por el propio gobierno ya no intervenga en el financiamiento del partido, y que el partido sea financiado por grupos de empresarios. Me parece claro en ese orden de cosas. En el orden de la estructura interna del partido, no puedo adelantar una opinión, no lo conozco bien; de lejos me parece que hay mucha confusión.
(…) –Si el PRI ha sido corporativo, si el presidencialismo ha sido una fuerza brutal, ¿qué posibilidades de vida democrática hay?
–Son muy pocas…
–¿Y qué le sugieren esos empresarios que aportan sus millones para el PRI y que participan en este asunto…?
–Tengo la esperanza de que esos empresarios posean el buen sentido que necesita el país de que esa aportación y ese cambio que se quiere hacer en el financiamiento del PRI pudiera tener algún resultado positivo. Tengo esa esperanza.
(…) –Es lugar común que el que paga manda. ¿Podría agregarse que el que paga, no sólo manda, sino también pasa la factura? Es decir, algo les debe beneficiar…
–Si hay un sentido –y espero que lo haya– patriótico en el que paga, en el que da el financiamiento, debe pensar primero que ese donativo, que esa participación no es para enriquecer su empresa, sino para enriquecer al país en un sentido muy amplio. Es decir, para mejorar la vida democrática de México.
–¿Pero podría válidamente sospecharse que ese interés por financiar al PRI se explica en la medida en que son los empresarios los que más beneficios han obtenido?
–Mire usted, dijo Don Antonio Ortiz Mena una frase que también es digna de interpretación: “Es para dar seguridad a la inversión”. Pues yo creo que la seguridad debe darse a todas las inversiones, sean de priistas o no priistas. Es decir, si soy un empresario que vivo dentro de un régimen de derecho, aspiro a que haya una seguridad para mi inversión, con independencia de mi criterio político. Yo en eso no estoy muy cerca de la posición de Ortiz Mena.
–¿Qué fue lo que pasó? Antes se escuchaban entre los empresarios fuertes críticas al gobierno y al partido…
–Usted me oyó abiertos elogios a Salinas. Lo que ha pasado es que ha habido un cambio increíble en este país…
–¿Cambió el PRI o cambiaron los empresarios?
–No, no. Los empresarios más o menos somos los mismos. Mantuvimos una política y una filosofía que batalló mucho con las filosofías y las políticas de la gente que gobernaba al país, pero ahora hay una gran cercanía, porque gran parte de las tesis que sustentaban los empresarios, para poner un ejemplo muy sencillo, libertad económica, etcétera, están siendo puestas en marcha; entonces, ese hecho es más significativo casi que el que den dinero: la cercanía de los puntos, de la filosofía, que hay detrás de los conceptos empresariales y detrás de las fórmulas políticas.
Esta entrevista se publicó el 13 de mayo de 2018 en la edición 2167 de la revista Proceso.