El Senado le ha dado oxígeno a Napoleón Gómez Urrutia. Luego de dos sexenios en un exilio de lujo en Canadá, el ahora legislador arropado por Morena regresa a territorio nacional prometiendo que ayudará a “acabar con la desigualdad, pobreza y con la ingrata corrupción” que afligen al país. La curul le ha sentado tan bien que hasta el sindicato de cinematógrafos lo ha destapado como candidato para presidir el Congreso del Trabajo.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Tuvieron que pasar 12 años y medio para que Napoleón Gómez Urrutia regresara a México luego de aquel 22 de febrero de 2006, cuando en los patios de la mina Pasta de Conchos un grupo de familiares de mineros lo correteó causando la caída del dirigente sindical en un lodazal. La muchedumbre se burló de él.
Horas más tarde, ya repuesto, entró al restaurante El Jacal, en Múzquiz, Coahuila, donde vio de pie –junto a todo su séquito– los titulares del día en la televisión: Joaquín López-Dóriga informaba de una orden de aprehensión en su contra por un desfalco de 55 millones de dólares.
La acusación se sumaba al reconocimiento de Elías Morales como nuevo dirigente del sindicato minero, vía la “toma de nota”, de parte del gobierno del entonces presidente Vicente Fox.
En menos de una semana se tambaleó el poderío sindical que su padre, Napoleón Gómez Sada, construyó durante cuatro décadas: el 17 de febrero de 2006 la facción de Elías Morales tomó por la fuerza las instalaciones del Comité Nacional en la Ciudad de México, días después (el 19) ocurrió el siniestro en Pasta de Conchos, donde 65 trabajadores quedaron sepultados, y luego vino la denuncia por el desfalco millonario.
No se volvió a saber de Gómez Urrutia hasta meses después… Apareció en Canadá denunciando una persecución política y judicial en su contra. Según el dirigente minero, el gobierno de Fox (y después el de Calderón) le montó las acusaciones para solapar a las empresas Grupo México y Villacero.
Propuesto este 2018 por Morena para integrar el Senado por la vía plurinominal, Gómez Urrutia regresó literalmente por su fuero el 27 de agosto último –tramitó su credencial de legislador– prometiendo ayudar a reconstruir el país y a cambiar la política económica para “que realmente logremos terminar con la desigualdad, la pobreza y la ingrata corrupción”.
Una vez que asumió su curul fue designado presidente de la Comisión del Trabajo y, por lo menos hasta ahora, el sindicato de cinematógrafos lo ha destapado como candidato para presidir el Congreso del Trabajo.
Economista por la UNAM, y presuntamente posgraduado en Oxford y Berlín –no hay registro de sus estudios en la Dirección General de Profesiones–, Gómez Urrutia pasó 12 años como director de la Casa de Moneda, cargo que abandonó en 2002 cuando asumió la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana (SNTMMSRM), donde su padre fue dirigente por 40 años. Se trató de un cargo del que sólo fue separado por la muerte.
Padre e hijo fueron militantes del PRI. Gómez Sada fue dos veces senador (1964-1970 y 1976-1982) por este partido. Ahora su hijo ocupa una curul puesto por Morena.
De hecho, la postulación de Gómez Urrutia al Senado, anunciada el 18 de febrero último, desató cuestionamientos contra el ahora presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. El tabasqueño respondió que al igual que otros dirigentes sociales, el del sindicato minero fue un perseguido por el gobierno.
Dos miembros del equipo de transición del nuevo gobierno, quienes solicitaron reservar su identidad, revelaron a este semanario el origen del acercamiento entre Andrés Manuel López Obrador y Napoleón Gómez Urrutia: fue una recomendación de Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico, casado con la empresaria mexicana Laura Álvarez. Ambos sostienen una buena relación con el exjefe de Gobierno del Distrito Federal.
(Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2190, ya en circulación)