Muere Prigione, el nuncio que se entrevistó con narcos y encubrió al padre Maciel
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Jerónimo Prigione, el controvertido exnuncio apostólico en México señalado por tolerar los abusos del sacerdote pederasta Marcial Maciel, por reunirse con los hermanos Arellano Félix, y que logró restablecer las relaciones diplomáticas con la Santa Sede durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, murió este viernes a los 94 años de edad en su natal Alejandría, Italia.
Durante el pontificado del Papa Juan Pablo II, Prigione fue representante diplomático en México durante casi veinte años (de 1978 a 1997), en los cuales consiguió un trascendental cambio histórico en las relaciones entre la Iglesia y el gobierno mexicano; lograr el reconocimiento jurídico de la Iglesia y restablecer las relaciones con la Santa Sede que estaban rotas desde la época juarista.
Sin embargo, los especialistas coinciden en que estos cambios se lograron gracias a que Prigione logró aplacar las criticas y protestas del episcopado mexicano contra los abusos de poder perpetrados por los gobiernos del PRI; fue un largo periodo de sometimiento eclesiástico que llegó a conocerse como la “era PRIgione”.
Para conseguir su propósito, el diplomático logró influir en los nombramientos de obispos que hacía Juan Pablo II, constituyendo así a un pequeño grupo de jerarcas incondicionales conocidos como los “Prigione boys” o el “Club de Roma”, quienes gozaban de mucho poder político y cuyo último sobreviviente es el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México.
Gracias a sus habilidosas maniobras políticas y diplomáticas, Prigione logró en 1991 el reconocimiento jurídico de la Iglesia, con el cual la jerarquía eclesiástica ya podía registrar bienes a su nombre. Y al año siguiente logró restablecer las relaciones con la Santa Sede, consiguiendo así revertir disposiciones liberales del siglo XIX.
El especialista Roberto Velázquez Nieto, autor de las investigaciones Las relaciones entre México y la Santa Sede y Los caminos de la justicia en los documentos de Ezequiel Montes (que aborda los desencuentros diplomáticos en la época juarista), comenta a raíz de la muerte de Prigione:
“Sin duda alguna, Prigione es ya un personaje histórico, pues tuvo el mérito de reestablecer unas relaciones diplomáticas que se habían suspendido durante más de un siglo, y además en un país que padeció una lucha armada entre la Iglesia y el gobierno”.
Pero también señala que el diplomático “tuvo bastante injerencia en cuestiones de política interna de México”, por lo que se convirtió en un personaje de “muchos claroscuros, admirado por unos y odiado por otros”.
En efecto, en 1986, Prigione y el entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, aplacaron a varios obispos y sacerdotes de Chihuahua que protestaban contra las artimañas electorales del PRI en ese estado, que llevaron a la gubernatura a Fernando Baeza.
A mediados de los noventa, intentó quitarle al obispo Samuel Ruiz la diócesis de San Cristóbal de las Casas, debido a que éste se había convertido en un fuerte crítico del gobierno y abogaba por los derechos de los indígenas de la zona, muchos de ellos levantados en armas a través del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
En diciembre de 1993 y enero de 1994, Prigione recibió en la nunciatura apostólica a los hermanos Arellano Félix, que en ese tiempo eran prófugos de la justicia por sus actividades en el narcotráfico y por su presunta participación en el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrido en mayo del 93. El diplomático incluso sirvió de intermediario entre los narcotraficantes y el entonces procurador General de la República, Jorge Carpizo.
Por esas mismas fechas, Prigione logró que el episcopado mexicano se plegara formalmente a la versión oficial sobre el asesinato del cardenal Posadas, en el sentido de que fue producto de una “confusión”.
Al terminar su misión diplomática y política en México, en mayo de 1997, Prigione regresó a Italia a vivir en una especie de semiretiro, ya que de pronto llegaba a colaborar para las oficinas de Propaganda Fide del Vaticano, pero también pasaba prolongadas temporadas de descanso en Castellazzo Bormida, provincia de Alejandría, el pueblo donde nació en octubre de 1921.
Y precisamente en Alejandría, en la casa de reposo Orquidea, Prigione murió este viernes.