Saddam Hussein: Las paradojas de su ejecución

lunes, 8 de enero de 2007 · 01:00
México, D F, 8 de enero (apro)- Más allá de la discusión legal, moral y de derechos humanos, la ejecución de Saddam Hussein entraña una serie de paradojas políticas que podrían surtir efectos inversamente opuestos a los buscados; es más, su ahorcamiento le ha devuelto un protagonismo y una fuerza que ya había perdido De entrada, sólo es previsible un incremento en la violencia sectaria entre chiitas y sunitas, porque en estos términos se dio el juicio en su contra, al poner a las antiguas víctimas como jueces de su victimario Y también es de esperarse un recrudecimiento de la resistencia nacionalista, consciente de que este ajuste de cuentas jamás hubiera podido llevarse a cabo sin el respaldo de las fuerzas de ocupación estadunidenses Así, al propiciar la ejecución, Washington en lugar de diluir sólo espesa el pantano de una guerra civil que, por lo demás, él mismo ayudó a gestar, y que impide su salida del país, a riesgo de que éste se desintegre Y no es que la violencia sectaria no existiera antes de la intervención estadunidense De hecho, la muerte de Saddam es el culmen de un régimen que mantuvo la unidad a sangre y fuego, imponiendo la ley de la minoría sunita sobre las mayorías chiitas y kurdas Las sublevaciones de estos grupos fueron múltiples y siempre aplastadas en forma inmisericorde por Sadam, no pocas veces con el apoyo de los gobiernos occidentales, cuando todavía veían en él un factor de estabilidad regional Pero la invasión de Kuwait vino a cambiar las coordenadas y, entonces, Washington buscó alimentar estos enconos en función de su propia estrategia Con resultados fallidos desde el principio Durante la Guerra del Golfo de 1991, James Baker, entonces secretario de Estado de George Bush padre, y actualmente miembro de la comisión que ha hecho recomendaciones para salir del atolladero iraquí a George Bush hijo, dijo a su jefe que no intentara derrocar a Saddam Hussein, porque se desataría una incontrolable guerra civil que afectaría a toda la región El presidente lo escuchó, pero, a cambio, azuzó a chiitas y kurdos para que lo hicieran Una vez puesta en marcha la rebelión, los abandonó a su suerte, que fue la de enfrentar una de las peores represalias ejercidas por Hussein en los 24 años de su régimen Esa misma tensión fue la que se liberó con el derrocamiento de 2003, la que tiene en vilo al país y la que jugó un papel decisivo en la condena a muerte de Saddam Pero los efectos negativos no paran ahí Con la ejecución de Hussein, todo indica que momentáneamente el que salió más fortalecido fue el que, hace un mes, el semanario Newsweek calificó como "el hombre más peligroso de Irak": Moqtada al Sadr, clérigo chiita y líder del Ejército del Mahdi, que se ha dedicado con singular crueldad a eliminar suníes, kurdos, estadunidenses y, en realidad, a cualquiera que se le oponga en su lucha por el poder "¡Moqtada!", "¡Moqtada!", se oye corear a los verdugos en la grabación de la ejecución de Hussein que circula por Internet, como para no dejar duda de qué lado están sus lealtades Y es que otra vez los estadunidenses hicieron un mal cálculo Pensaron que al liberarlos de su opresor, los chiitas, agradecidos, colaborarían dócilmente Pero no contaron con los extremismos, el nacionalismo y los resentimientos de clase Hoy, los chiitas moderados son los menos, y las grandes masas ignorantes y desposeídas están dispuestas a seguir a personajes como Al Sadr para que las saque de su postración histórica Este respaldo es el que se hace valer, si es necesario con violencia, en las decisiones cupulares y es el que ha impedido la formación de cualquier gobierno de unidad nacional Sobra decir que la ejecución de Hussein cierra definitivamente esta posibilidad para los sunitas En cuanto a los kurdos, que en los últimos tiempos han dado poco qué decir, y que en el caótico escenario iraquí han logrado una cierta recuperación aparte, para nadie es un secreto que su aspiración es independizarse e integrar un hipotético Estado del Kurdistán, que incluiría a zonas adyacentes de Irán y Turquía Impedidos de ello por Saddam, sin duda celebrarán su muerte; pero la presencia estadunidense tampoco se los permite, y su retirada significaría un conflicto tanto con el gobierno de Bagdad como con los de Ankara y Teherán En consecuencia, dentro de Irak la ejecución de Hussein no significa el fin de una etapa de divisiones, como pretende Bush hijo, sino una extensión agudizada de ésta o, acaso, igual Pero lo más paradójico sería que, habiéndose reivindicado siempre como un líder laico, ahora muerto, Saddam se convierta en el detonante de un enfrentamiento transfronterizo entre chiitas y sunitas Porque el partido Baas ya ha llamado a vengar la muerte de su líder no sólo contra el invasor estadunidense y el chiismo local, sino también contra los iraníes El régimen chiita de Irán, con el que Irak libró una cruenta guerra durante los ochenta y que actualmente ejerce una indudable influencia sobre el chiismo iraquí, fue uno de los pocos que, otra paradoja, junto con sus enemigos acérrimos de Estados Unidos e Israel, celebraron abiertamente el ahorcamiento de Hussein La posibilidad de acciones de venganza por parte de los sunitas, combinada con las ambiciones anexionistas kurdas, podría crear en la frontera iraní una tensión de alcances imprevisibles El peligro no es menor si se toma en cuenta la correlación de fuerzas en el mundo islámico Del total de mil 385 millones de musulmanes en el mundo, apenas 213 millones (154%) son chiitas, y éstos se concentran en Irán, Bahrein, Azerbaiyán y el propio Irak El resto (mil 172 millones u 846%) son sunitas, y aunque sus militantes más radicales hasta ahora han enfocado sus baterías contra blancos occidentales, el protagonismo chiita en el juicio y ejecución de Hussein podría generar venganzas sectarias Por otra parte, este riesgo se da justo cuando, pese a su condición minoritaria, el chiismo ha tenido un repunte internacional en el activismo del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, la victoriosa resistencia de Hezbollah contra Israel y la dominante presencia en el propio escenario político iraquí, lo que tampoco ha entusiasmado mucho en los países de población predominantemente sunita Además de Líbano, donde otra vez se teme un enfrentamiento sectario entre chiitas, sunitas y cristianos, el afrentoso ahorcamiento de Hussein también podría crear problemas en Siria Estado laico de mayoría sunita, donde además se creó la primera rama del partido Baas; Damasco, que ya sufre presiones internacionales, podría encabezar, o tener que lidiar con protestas tanto religiosas como del nacionalismo árabe Otro foco de tensión mayor son los territorios ocupados Para el movimiento de liberación palestino, Saddam Hussein fue su principal protector y su ejecución es vivida como una afrenta directa, que reforzará su furia contra Estados Unidos y su protegido Israel E inclusive para Hamas, de filiación sunita, pero que recientemente había establecido alianzas estratégicas con el chiismo iraní, traerá complicaciones internas En este marco, reforzar las medidas de seguridad dentro de territorio iraquí ante una posible reacción inmediata a la ejecución de Hussein, parece hasta ingenuo En el largo arco del Islam sunita, que se extiende desde Marruecos hasta Filipinas, pasando por Oriente Medio y Asia Central, los efectos pueden surgir en cualquier momento y en cualquier lugar No por parte de los gobiernos, que en realidad nada hicieron ante la invasión de Irak y que tenían sus propios problemas con Sadam, sino de grupos radicales que podrían adoptarlo como una nueva bandera Eso sí con seguridad, y esta es una de las mayores y más sugerentes paradojas, por Bin Laden y sus seguidores, que deben estar de plácemes con la ejecución de Hussein, ya que el terrorista árabe y el dictador iraquí, pese a ser ambos sunitas, sostenían un fuerte antagonismo por sus concepciones religiosas y laicas respecto del Estado De hecho, Al Qaeda nunca pudo ingresar en Irak hasta que Saddam fue derrocado Otro aspecto que ya empieza a mostrar los efectos opuestos a los buscados, es la rapidez con la que se ejecutó la sentencia y los términos del juicio Si bien hubo filtraciones para revelar que Estados Unidos pidió que se aplazara la ejecución, seguramente para hacer creer que el que tenía prisa era el gobierno iraquí, la petición sólo fue por 15 días y nunca se sugirió que ésta se llevara a cabo hasta que se ventilaran todas las demandas En este contexto, llamó aparte la atención que la sentencia dictada fuera sobre un solo caso, el de Dujail que, aunque grave, resultaba muy menor en comparación con las grandes matanzas de chiitas y kurdos, las purgas de decenas de miles de sus opositores y el millón y medio de muertos provocado en la guerra contra Irán, con utilización además de armas químicas y biológicas prohibidas También causó suspicacia que Estados Unidos se negara persistentemente a que Hussein fuera enjuiciado por un tribunal internacional, más apropiado para estos temas de genocidio y crímenes de guerra Si la intención era evitar que se ventilaran las complicidades occidentales, particularmente la estadunidense y británica, al dar apoyo político y armas al régimen baasista, mientras éste le fue útil para frenar el fundamentalismo emergente de los ayatolas, Saddam podrá haberse llevado muchos secretos a la tumba, pero hay expedientes, testigos y víctimas que pueden seguir dando fe de estos hechos Como inevitable reacción, además, en estos días no ha habido reporte de prensa serio que deje de sugerir este intento de ocultamiento y obstrucción de la justicia por parte de Estados Unidos; y la solicitud de una investigación sobre el juicio y la ejecución de Hussein a Naciones Unidas podría ahondar aún más en estos manejos turbios, sacando a la luz no sólo los crímenes pasados, sino también los actuales Y, finalmente, está la paradoja más grande de todas: todo este juicio desaseado, la sentencia prematura y la ejecución precipitada, agravados por la utilización humillante de la horca, la actitud injuriosa de los verdugos y la difusión inmoral e ilegal del video que capta el preciso momento de su muerte, dejaron una sensación de venganza que devolvió a Saddam, aun ante sus críticos, un peso político que ya había perdido, y dio a sus seguidores el mártir que necesitaban Todo esto se hubiera evitado con un juicio correcto Hussein se hubiera ido revelando como el tirano que fue y su figura pública hubiera sido irrecuperable Claro, también hubieran sido exhibidos quienes antes lo apoyaron y después lo destruyeron Y esa también es una paradoja

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