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Venezuela: alta tensión en el chavismo y entusiasmo opositor a una semana de los comicios

El régimen chavista luce descolocado frente al optimismo de la oposición y de los millones de venezolanos que creen que, ahora sí, un cambio es posible. Las encuestadoras más conocidas anticipan una derrota de Maduro y la gran duda es si éste aceptará un resultado adverso.
domingo, 21 de julio de 2024 · 07:00

BOGOTÁ (Proceso).- A una semana de las elecciones presidenciales en Venezuela, el país vive un ambiente de incertidumbre marcado por la persecución del gobierno a dirigentes opositores, 77 de los cuales han sido detenidos en los últimos días, y por la proliferación de encuestas que auguran una derrota del presidente Nicolás Maduro frente al candidato opositor Edmundo González Urrutia.

“El chavismo está en alta tensión porque sabe que las cifras no le son favorables”, dice a Proceso el director del Observatorio Electoral de Venezuela (OEV), Ignacio Ávalos.

Sondeos elaborados por firmas de larga trayectoria indican que González Urrutia aventaja por entre 20 y 25 puntos porcentuales a Maduro, quien en 11 años de gestión exhibe resultados deplorables en materia económica y social: el Producto Interno Bruto (PIB) se redujo 71% en ese lapso y la población en situación de pobreza se ubicó en 2023 en 82.8 por ciento.

González Urrutia. Arriba en los sondeos. Foto: Cristian Hernández/AP

Según un estudio presentado por la encuestadora Delphos en un foro de la Asociación Venezolana de Consultores Políticos realizado este fin de semana, 72.1% de los ciudadanos creen que la gestión del presidente, a quien Hugo Chávez designó como su sucesor antes de morir, en 2013, ha sido mala o pésima.

Además, de acuerdo con el sondeo realizado la semana anterior, 73% de los venezolanos considera que es necesario un cambio de gobierno e incluso 8.2% de los chavistas descontentos con Maduro votarían por González Urrutia el próximo domingo 28 de julio, día los comicios. 

Ignacio Ávalos sostiene que estos datos los conoce tan bien el gobierno que sus operadores políticos y el aparato electoral del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) están violando leyes y normas electorales a un nivel que nunca se había visto en el país.

“Éste es el proceso electoral más irregular en la historia moderna de Venezuela, lo que es mucho decir en un país donde desde hace muchos años estos procesos han estado llenos de irregularidades”, afirma Ávalos, quien sostiene que eso es un indicador del desconcierto y la preocupación al interior del chavismo, que lleva 25 años en el poder.

El sociólogo y experto en sistemas electorales afirma que en estos comicios “no hay ley que no haya sido violada por el chavismo por todo el proceso que ha sido diseñado por el gobierno en función de evitar una derrota”.

El control, insuficiente

Encuestadoras muy conocidas en Venezuela y que han hecho pronósticos acertados en otros procesos electorales, como Delphos, Datanálisis, Consultores 21 y Datincorp, coinciden en que González Urrutia tiene el respaldo de más de la mitad de los electores y que Maduro, en el mejor escenario, apenas roza 40% de la intención del voto.

Hay algunas firmas de reciente creación, o abiertamente vinculadas al chavismo, que publican encuestas que le son favorables al mandatario, pero hasta los mismos dirigentes del oficialismo han hecho de los sondeos que les son desfavorables un tema de campaña.

Diosdado Cabello, el número dos del régimen, ha dicho que la oposición “manipula al mundo mostrando encuestas (que le dan una amplia ventaja a González Urrutia), pero hasta los gringos saben que el ganador (de los comicios del 28 de julio) será Nicolás Maduro”.

Para Ávalos, profesor e investigador de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el régimen chavista está “muy preocupado” porque en este proceso ocurrió un hecho para el que no parece tener una pócima en su amplio manual de alquimia electoral: la oposición, y sus millones de adherentes, recuperaron el entusiasmo y el optimismo.

Maduro. Aferrarse al poder. Foto: Matías Delacroix/AP.

Creen, dice el director del Observatorio Electoral de Venezuela, que la victoria es posible, y ese factor, que no ocurría desde hace muchos años, ha permeado en la población que no se identifica con ningún partido y en el chavismo moderado.

Desde hace muchos años, en Venezuela hay un malestar generalizado por el desabasto de alimentos y medicinas, la hiperinflación y la crisis económica, que se profundizó aún más por las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea al país en 2019, tras las irregularidades de los comicios en los que Maduro se hizo reelegir.  

Pero el chavismo, que controla todos los poderes del Estado y el organismo electoral, se las ha ingeniado para sortear la crisis y mantenerse en el poder con comicios en los que la clave ha sido desestimular la participación ciudadana.

En las cuestionadas elecciones presidenciales de 2018, por ejemplo, la abstención fue de 54.63%, una cifra nunca vista en el país. Según los resultados oficiales, Maduro ganó esos comicios con 6.2 millones de votos, el 67.84% del total, mientras que el opositor Henri Falcón obtuvo 1.9 millones de sufragios, el 20.9%.

El director de la encuestadora Delphos, Félix Seijas, señala que para este proceso electoral el chavismo optó por la misma estrategia de siempre: sacar del juego a candidatos populares (la principal figura opositora, María Corina Machado, fue inhabilitada); fraccionar a la oposición con candidatos-esquiroles, y propiciar el abstencionismo.

“Por lo que vemos, nada de esto le ha funcionado al gobierno”, asegura.

Si bien el régimen inhabilitó a Machado, quien en octubre pasado ganó con 2.2 millones de votos las primarias para elegir al candidato presidencial de la opositora Plataforma Unitaria Democrática (PUD), ella respaldó al exdiplomático Edmundo González Urrutia para que ocupara su lugar y hoy hace campaña con él por todo el país.

Los candidatos supuestamente opositores que el gobierno alentó a inscribirse y que figuran en la boleta electoral –en la cual la foto de Maduro aparece 13 veces, 10 de ellas en la primera línea— tienen una intención de voto muy marginal en las encuestas, lo que indica que no ha funcionado la intención de fraccionar los sufragios.

Tampoco la estrategia del abstencionismo parece estar dando resultados al régimen. Aunque el gobierno impidió que unos 4.5 millones de migrantes en edad de votar actualizaran su registro y pudieran sufragar en los consulados de Venezuela en el exterior, esos abstencionistas cautivos no van a pesar en la elección lo que Maduro esperaba.

Corina Machado. Inhabilitada. Foto: Matías Delacroix/AP.

El Consejo Nacional Electoral (CNE), considerado la oficina de elecciones del régimen, reportó 21.3 millones de votantes inscritos para estos comicios, pero según el analista de datos Eugenio Martínez si se descuentan los migrantes que no podrán sufragar el padrón se reduce a 16.8 millones de electores activos.

El chavismo, señala Martínez, ha hecho lo posible por afectar el flujo de electores a las urnas, pero este esfuerzo “parece insuficiente para cerrar la brecha tan amplia entre Maduro y González Urrutia”.

Escenarios

La encuestadora Delphos indica que 80.6% de consultados en su sondeo de este mes está dispuesto a acudir a las urnas el próximo domingo, pero sólo 48.5 % tiene una probabilidad alta de presentarse a votar, lo que equivale a unos 8.2 millones de electores.

En ese escenario, Delphos prevé que González Urrutia tendría 4.9 millones de votos, siempre y cuando lo respalden los chavistas inconformes, mientras que 2.9 millones serían para Maduro.

Pero si el chavismo crítico decide no respaldar a la oposición, González Urrutia tendría 4.4 millones de votos y Maduro se mantendría en 2.9 millones. Señala el encuestador Seijas:

En estos dos escenarios la oposición tiene una gran ventaja, de 25 puntos porcentuales en el primer caso, y de 20 puntos en el segundo, lo que parece una diferencia muy difícil de acortar para Maduro.

De acuerdo con el director de Delphos, licenciado en Estadísticas y doctor en Análisis de Datos Complejos de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, esa brecha es lo que está llevando a Maduro a tratar de infundir temor entre la población.

Esta semana, Maduro advirtió que si no resulta reelecto el próximo domingo, Venezuela podría enfrentar un “baño de sangre” y una “guerra civil fratricida”.

Al mismo tiempo, el gobierno ha desatado una persecución contra la oposición, la cual incluye vandalismo de los paramilitares “colectivos” chavistas contra actos de campaña de González Urrutia, presuntos actos de sabotaje contra María Corina Machado (su vehículo amaneció hace unos días con la manguera de los frenos cortada, y decenas de detenciones.

Según el Foro Penal Venezolano, sólo en el transcurso de este mes han sido detenidos 77 dirigentes y activistas relacionados con la campaña de González Urrutia y Machado.

El director de esa ONG, Alfredo Romero, dijo que es “muy preocupante el aumento de la represión a unos días de las elecciones, que según pareciera van a continuar”.

Riesgo de conflicto

El director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón, considera que las únicas dos opciones que hay en el país son la transición política o un conflicto por un fraude electoral.

“La oposición está en su mejor momento político y electoral y el gobierno parece estar en su peor situación, con una brecha que no le va a ser posible superar a través de las ilegales prácticas tradicionales”, asegura.

El académico considera que el régimen chavista enfrenta un dilema: “reconocer los resultados o imponer un fraude por la fuerza, lo que podría originar un conflicto en escalada”.

Para el abogado, especialista en seguridad y maestro en Políticas Públicas de la Universidad de Maryland, todo dependerá de lo que Maduro y la cúpula chavista evalúen sobre qué escenario tendría un costo mayor para ellos: la salida del poder o aferrarse al mismo.

Migrante venezolano en su paso por México. Foto: Marco Ugarte/AP.

El exsubsecretario de Estado estadunidense para Asuntos del Hemisferio Occidental, Elliott Abrams, propuso el viernes pasado al gobierno de su país ofrecer una amnistía a Maduro –quien enfrenta cargos por narcotráfico y lavado de dinero en cortes de Estados Unidos– para que este reconozca el eventual triunfo de González Urrutia.

Machado ha ofrecido a Maduro negociar una transición ordenada y sostenible, pero no descarta una medida desesperada del chavismo para mantenerse en el poder.

González Urrutia tiene 74 años y, según la oposición, las “bodegas de bots chavistas” y aliados de Maduro han desatado una campaña de desinformación con versiones de que el candidato está enfermo, no tiene energía para hacer una campaña más dinámica e, incluso, que tiene un cáncer terminal.

Él ha dicho que sólo tiene unas manchas en la piel que son producto de fragilidad capilar, pero nadie en Venezuela duda de que el régimen pueda usar la supuesta mala salud del candidato para echar atrás su registro.

Para Maduro, el chavismo enfrenta un complot internacional destinado a perfilar, desde ahora, un escenario de fraude electoral el próximo domingo. “Pero nosotros estamos curtidos ya”, dijo en un acto de campaña el pasado viernes.

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