Rusia
La Rusia de Vladimir Putin se extiende hasta el 2030 pese a la inconformidad de Occidente
Tras una racha invicta desde su primer triunfo en el 2000, Putin aseguró un quinto mandato como líder del Kremlin, ante una oposición inexistente y un nivel de popularidad histórico.Tras una racha invicta desde su primer triunfo en el 2000, Putin aseguró un quinto mandato como líder del Kremlin, ante una oposición inexistente y un nivel de popularidad histórico, rozando el 85%, según encuestas previas a la elección presidencial del 17 de marzo.
En un ejercicio cuestionado por Occidente, que señala poca transparencia, Putin, de 71 años, se consolida como una de las figuras políticas más importantes de la historia rusa, siendo el mandatario más longevo en el poder desde la caída de la URSS. ¿Qué sigue para Vladimir Putin y para Rusia?
Coreando "Putin, Putin, Putin" y entonando el himno nacional. Así se celebró en su sede de campaña, el domingo 17 de marzo, la aplastante victoria del reelecto presidente durante el discurso de cierre de la jornada electoral 2024, en la que consiguió el resultado más abultado a su favor en los últimos 24 años, tiempo que lleva al frente de Rusia —bien como presidente o como primer ministro—.
El político de 71 años consiguió cerca del 87.2 % de los votos durante los tres días de votación de las octavas elecciones presidenciales de la historia de Rusia desde 1991. Con ese resultado, que es diez puntos superior al de 2018 (76.5), seguirá en el Kremlin hasta 2030.
Desde Moscú, Vladimir Putin agradeció la confianza de los votantes que depositaron su confianza en él, resaltando la alta tasa de participación en el ejercicio electoral (más de 70% del padrón) y afirmando que su reelección permitirá la "construcción de una Rusia más fuerte".
Durante su discurso de victoria, el presidente ruso expuso una especie de hoja de ruta de su próximo sexenio, enfocándose en la "consolidación" de Moscú como una potencia geopolítica, en medio de la constante confrontación con los esquemas occidentales, las relaciones con China y el futuro del conflicto en Ucrania, donde abrió la puerta a iniciar conversaciones, mediadas por Francia, para implementar un cese al fuego temporal, al menos durante los Juegos Olímpicos.
"Nadie suprimirá a Rusia cuando estemos consolidados (…) Estoy seguro de que todos los planes se cumplirán, los objetivos se alcanzarán", expresó Putin desde su búnker electoral en la capital rusa, enfocado en solitario, pero con altos dirigentes del Kremlin cerrando filas detrás de las cámaras. Un símil con la historia política del mandatario desde su llegada al poder hace más de dos décadas.
La inexistente oposición en Moscú
El histórico triunfo electoral de Putin en la jornada de este año tiene que ver con dos factores principales: el impulso de la unión nacional a raíz de la guerra en Ucrania y la inexistencia de un programa alternativo que pudiera desafiar el mandato del cuatro veces reelecto presidente.
Más de 20 años forjando un sistema judicial efectivo para la protección de los intereses del Kremlin de Putin se vieron reflejados en la inhabilitación política de dos candidatos que basaban su propuesta en la crítica a la actual Administración.
A la inhabilitación de la ya diezmada disidencia se sumó la muerte en prisión del máximo líder opositor, Alexéi Navalny, en febrero pasado.
En estos comicios, el sector opositor nacional organizó decenas de manifestaciones afuera de algunas estaciones electorales, movimiento denominado 'Mediodía contra Putin', para protestar por la inhabilitación de candidatos disidentes y la muerte del principal antagonista de Putin en toda su carrera como jefe del Kremlin.
Putin desestimó la relevancia de dichas manifestaciones y afirmó que "no tuvieron ningún efecto" sobre la opinión de los votantes, aunque fue implacable al añadir que cualquier ciudadano que hubiese limitado el derecho de voto a través de "actos vandálicos" será castigado con todo el peso de la ley.
Al menos 80 personas en distintas ciudades fueron detenidas durante el tercer y último día de los comicios presidenciales rusos, según un informe compartido por OVD-Info, organización sin fines de lucro que tiene por objetivo exponer la violencia estatal en contra de las manifestaciones disidentes.
En su discurso de victoria, la noche del domingo 17 de marzo, el presidente calificó como un "triste suceso" el deceso del opositor Navalny. Además, aseguró que, días antes de su muerte, su Gobierno había acordado un intercambio de prisioneros con el bloque Occidental que permitiría la salida del líder disidente de la cárcel ártica en donde estaba recluido.
Con el fallecimiento de Navalny, el bloque opositor se ha desconfigurado, en orfandad por un nuevo rostro creíble que pueda esgrimir un proyecto de nación alternativo al de Putin y popular entre la ciudadanía nacional.
La falta de opciones frente a Putin se materializó en la lista de candidatos que aparecieron en las boletas durante los comicios presidenciales. Además del ganador, existían tres nombres disponibles para escoger entre sus proyectos políticos, que no necesariamente significan opciones radicalmente distintas a lo impulsado desde el año 2000.
Todos los candidatos alternativos representaban una agrupación política afín al Gobierno: Nikolái Jaritónov, miembro (no líder) del Partido Comunista y antiguo rival de Putin en las elecciones del 2004; Vladislav Davankov, representante de Nueva Gente, partido político 'satélite' del oficialismo; y Leonid Slutski, ultranacionalista y líder del Partido Liberal-Demócrata de Rusia, coalición mayoritariamente impopular dentro del país.
Los tres juntos reunieron poco más del 11% del voto a su favor, confirmando una superlativa victoria de Putin, dentro de un marco electoral que parecía más orientado a mostrar el músculo popular del presidente.
Sin un oponente de peso en la contienda oficial y la oposición popular subyugada ante las inflexibles normas contra las manifestaciones multitudinarias en territorio ruso, el camino para la reelección de Putin estaba casi que presupuestado desde hace meses.
Putin advierte de una posible confrontación con Occidente, crítico de su reelección
El cierre electoral en Rusia también se vio marcado por una lógica maniqueísta entre su Gobierno y el bloque Occidental, con señalamientos cruzados, críticas a sus sistemas políticos y amenazas indirectas sobre una posible confrontación futura a raíz de la guerra en Ucrania.
Fieles a su tradición 'fría', en Washington expresaron su inconformidad sobre cómo se estructuró y desarrolló la jornada electoral en Rusia, subrayando que las elecciones "obviamente no son libres", debido a las limitaciones impuestas a la oposición.
Los ministerios de Exteriores de Alemania, Reino Unido y Polonia hicieron eco de los señalamientos estadounidenses, cuestionando la legitimidad de las elecciones y la 'democracia' en Rusia.
"Las pseudo-elecciones en Rusia no son ni libres ni justas, el resultado no sorprenderá a nadie. El Gobierno de Putin es autoritario, se basa en la censura, la represión y la violencia.", indicó un comunicado publicado en la cuenta de X del ministerio de Exteriores alemán, en el que reafirmó su condena a las "elecciones en los territorios ocupados de Ucrania".
Putin, que ha superado a Stalin como jefe del Estado ruso más longevo en los últimos 200 años, abordó las críticas extranjeras jactándose de que el sistema electoral ruso es "más transparente" que el estadunidense, en donde ni siquiera existe la democracia, según el mandatario.
En un tono más confrontacional, el presidente ruso advirtió que la presencia de tropas occidentales en suelo ucraniano pondría al mundo "al borde de una tercera guerra mundial" y afirmó que, aunque "en el mundo moderno todo es posible", no cree que este escenario este en el interés de ningún país del planeta.
La reelección de Putin intensifica el conflicto con Ucrania
La guerra en Ucrania no podía faltar en la lista de temas relevantes dentro de la jornada electoral rusa.
Lejos de Moscú o San Petersburgo, ciudades fronterizas con Ucrania, como Belgorod, fueron blancos de repetidos ataques aéreos provenientes de Kiev, que ha impactado refinerías y demás infraestructura estratégica, llegando a amenazar con forzar la entrada de un equipo terrestre, una línea roja para la Administración de Putin.
Por ello, el presidente ruso habló sobre la posible creación de una 'zona de amortiguación' en el territorio ucraniano controlado por las fuerzas castrenses de Moscú, con el objetivo de reducir los ataques dentro de sus fronteras y asegurar de mejor manera el bienestar de las localidades aledañas.
"No excluyo que, teniendo en cuenta los trágicos acontecimientos que están teniendo lugar hoy, nos veamos obligados en algún momento, cuando lo consideremos oportuno, a crear una cierta 'zona sanitaria' en los territorios que hoy están bajo el régimen de Kiev", expresó Putin durante su discurso.
Sobre el futuro del conflicto, Putin no cerró la puerta a la vía diplomática, subrayando que el Gobierno del francés, Emmanuel Macron, puede "tener un rol" dentro de eventuales negociaciones, aunque descartó tener interés con conversar directamente con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, que lo calificó de "dictador" tras el fin de las elecciones.
"Estos días, el dictador ruso está simulando otras elecciones. Está claro para todos en el mundo que esta figura, como ya ha sucedido a menudo en el curso de la historia, está simplemente enferma por el poder y está haciendo todo lo posible para gobernar para siempre.", dijo el presidente ucraniano.
En el marco de una estructura electoral cuestionable dentro de Moscú, también parece indudable que los abultadísimos resultados en favor de Putin materializan los altos porcentajes de aprobación de los que usualmente gozan los líderes de países en guerra.
Desde hace 24 años, Putin ha esquematizado la idea de impulsar el regreso de Rusia a primer plano internacional, tras la caída de la Unión Soviética y el descontento con la liberalización de Moscú durante la 'transición democrática' del ahora Estado ruso.
Ya en su quinto mandato, el exagente de la KGB convertido en presidente, presumiblemente, continuará con la tónica política que sustentó la solidez de sus periodos anteriores, buscando el clímax de su política nacional con un posible triunfo en Ucrania. Un escenario que no convence a Occidente y que pone en riesgo la estabilidad del orden internacional actual.
A pesar de todo y sin ningún rival político a la vista, Vladimir Putin se enfila a su tercera década como líder político del Kremlin, en una historia que podría volver a extenderse dentro de seis años.
Con EFE, Reuters y medios locales
Autor: Maximiliano Pérez Gallardo