Pompeya

ADN corrige la historia de víctimas de la erupción de Pompeya

Pompeya es una ciudad italiana que desapareció después de la erupción del volcán Vesubio en el año 79, de acuerdo con National Geographic.
viernes, 8 de noviembre de 2024 · 22:06

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Un estudio publicado en Current Biology ayudó a reescribir la historia de víctimas de la erupción del volcán Vesubio de Pompeya cuyas cenizas petrificaron a algunos de sus habitantes.

Mediante nuevas técnicas de ADN antiguo, los científicos lograron corregir las historias que en un principio se habían revelado. 

Uno de los hallazgos que resaltó el estudio es el de la figura de la madre e hijo ubicada en la “Casa del Brazalete Dorado”, pues, de acuerdo con los resultados anteriores, la figurilla que se pensaba era la madre corresponde a un varón y el niño que tiene entre sus brazos no guarda ningún vínculo biológico con él. 

Otro de los restos que ha tenido un gran cambio es la figura de “Las dos hermanas”, pues, en realidad, las figuras corresponden a un hombre y a una persona de la cual no se ha podido conocer el sexo, lo que descarta la idea de que eran dos hermanas abrazándose esperando la muerte. 

Pompeya es una ciudad italiana que desapareció después de la erupción del volcán Vesubio en el año 79, de acuerdo con National Geographic. Al medio día del 24 de agosto del 79, el volcán Vesubio entró en erupción dejando a la ciudad de Pompeya bajo una capa de tres metros de cenizas, piedra pómez y otros desechos volcánicos. 

Derivado de esta erupción, los cuerpos de los habitantes quedaron preservados por la ceniza y fueron recuperados por excavadores años más tarde, quienes rellenaron las cavidades con yeso. 

Después de la erupción, la caída de estos desechos continuó, por lo que Pompeya quedó enterrada bajo una capa de entre seis y siete metros de piedra pómez y ceniza volcánica. 

Las ruinas fueron descubiertas a finales del siglo XVI por el arquitecto Domenico Fontana, sin embargo, los trabajos comenzaron hasta 1748. Se estima que, al momento de la erupción, la ciudad tenía una población de 10 mil y 20 mil personas. 

Al momento de su descubrimiento, se generaron historias alrededor de estos restos. La mayoría se catalogaron como personas pertenecientes a una familia que huían desesperados de la catástrofe natural, sin embargo, gracias al ADN, hoy se conoce que no tenían ningún vínculo. 

Alissa Mittnik, arqueogenetista del Instituto Max Planck, autora principal del estudio, explicó a el diario El País que, que este estudio es el mayor que se ha realizado hasta la fecha y destacó que los resultados de éste subrayan la importancia de mantenerse abierto a explicaciones diversas. 

Alissa explicó que “las visiones que se alinean más con perspectivas contemporáneas o que resultan más sensacionalistas a menudo captan más interés del público y se difunden más”, lo que explicaría porque se asumió y difundió que ciertos restos tenían vínculos familiares. 

Además de aportar datos sobre el género y parentesco de los habitantes, este estudio ayuda a conocer el lugar de origen de las personas que habitaban esta ciudad y a conocer un poco sobre cómo era la sociedad romana. 
 

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