CIUDAD DE MÉXICO (apro).– En Pensilvania, Estados Unidos, Sarah Lindgren, administradora del parque estatal Ole Bull, salvó a un cachorro de oso, de ocho meses, cuya cabeza quedó atrapada dentro de una botella de plástico.

Cuando Lindgren se dio cuenta del peligro en el que estaba el animal después de verlo mientras conducía por el pequeño pueblo Cross Fork al norte del estado, decidió auxiliar al cachorro.

“Al principio pensé que estaba muerto”, confesó a CNN, pero se acercó con precaución mientras el cachorro notaba su presencia. Rápidamente, la mujer tomó el plástico y comenzó hablarle al oso para calmarlo, que se resistía por temor, y después de unos segundos el oso asustado quedó libre.

Después de desatorarlo, el oso buscó refugio en un árbol para recuperarse tras el incidente, pues la madre del oso negro no estaba cerca.

Lindgren explicó que el mamífero ya tenía edad para sobrevivir por sí mismo si su madre no volvía, indicó en la Comisión de Caza de Pensilvania, de acuerdo con la página www.noscogiolanoche.com

Laurence Maurice, del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia, destacó que anualmente 1.5 millones de animales mueren por culpa del plástico en enredos, por asfixia, estrangulación o desnutrición.

“Dudo mucho que hubiera sobrevivido un día más sin la oportuna  intervención. Estaba muy débil y deshidratado. No sólo eso, sino que estaba justo al lado de un camino pavimentado con una pendiente empinada que desembocaba en un arroyo. Tendría que pensar que se habría ahogado en el arroyo cuando se llenó, que lo habría atropellado un coche o que habría muerto por deshidratación después de un día”, añadió.

La mujer explicó la importancia de avisar a las autoridades ante casos como éste para salvaguardar la vida silvestre y porque, de acuerdo con su experiencia, el animal estaba en peligro.

Estimó que en Pensilvania viven alrededor de 18 mil osos negros en las tres cuartas partes del estado. Pueden estar amenazadas por causas atribuidas a los seres humanos, como la caza, ser atropellados al cruzar un camino o morir por la contaminación dejada por los paseantes.