Birmania
Amnistía Internacional acusa a la policía birmana de utilizar metralletas contra manifestantes
La Unidad de Información Auténtica de las Fuerzas Armadas de Birmania aseguró en que las fuerzas de seguridad sólo habían utilizado armas no letales, pero las imágenes muestran a un policía empuñando una variante de la metralleta Uzi de fabricación nacional, según Amnistía.MADRID (EUROPA PRESS).- Las imágenes captadas en las protestas de Birmania evidencian que las fuerzas de seguridad han utilizado metralletas contra los manifestantes que piden el fin de la junta militar, según un análisis de Amnistía Internacional que contradice la versión oficial de las autoridades que dieron un golpe de Estado el 1 de febrero.
Los expertos de la ONG analizaron las imágenes de una protesta organizada en Naipidó el 9 de febrero y en la que una mujer de 19 años, Mya Thwe Thwe Khaing, recibió un impacto de bala en la cabeza. Según medios independientes, esta joven sufrió una pérdida notable de la función cerebral e incluso estaría en muerte cerebral.
La Unidad de Información Auténtica de las Fuerzas Armadas de Birmania aseguró en que las fuerzas de seguridad sólo habían utilizado armas no letales, pero las imágenes muestran a un policía empuñando una variante de la metralleta Uzi de fabricación nacional, según Amnistía.
El director del Evidence Lab del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional, Sam Dubberley, subrayó que "las graves lesiones sufridas por esta joven fueron causadas por la Policía que disparó munición real directamente contra los manifestantes", "sin ningún respeto hacia su vida o su seguridad".
"Su abominable uso de fuerza letal contra manifestantes es ilegal, y debe ser investigado de forma independiente, exhaustiva e inmediata", reclamó Dubberley, que reclamó el cese "inmediato" de este tipo de actuaciones para tratar de contener las protestas que se suceden desde el pasado fin de semana en los principales puntos del país asiático.
En la comunidad internacional ha crecido la preocupación por una posible escalada de la violencia en Birmania, que ya vivió en 2007 una ola de movilizaciones que se saldó con más de una treintena de víctimas mortales, según una investigación de Naciones Unidas.