Papa Francisco
El Papa viaja a Grecia y Chipre, países símbolo del rechazo a los migrantes
En los primeros 10 meses de este año Chipre se registró la llegada de 10 mil 868 migrantes, un 38% más que en todo 2020. Y muchos de estos proceden de la atormentada Siria, aunque también creció la presencia de personas de la África subsahariana.ROMA. (apro).-Grecia se ha convertido en uno de los frentes más calientes en el mundo en lo que se refiere a asuntos migratorios. Chipre va por ese camino. Con este preámbulo como punto de partida, el Papa Francisco emprenderá este jueves el segundo viaje de su pontificado por el país heleno, en una gira en la que también se desplazará a la pequeña isla chipriota, receptora en este último año de crecientes flujos migratorios hacia su territorio.
Francisco, de 84 años, ha sido en los últimos años uno de los altavoces más aguerridos de las políticas antiinmigración más restrictivas. Discursos que no siempre han encontrado consenso en los Ejecutivos europeos. Este es el caso de Grecia, país que en septiembre pasado aprobó su tercera legislación en dos años para facilitar las deportaciones y penalizar a las operaciones de rescate de los voluntarios. Pero también es el caso de la étnicamente dividida Chipre, cuya parte grecochipriota construyó en marzo de este año una de las últimas kilométricas alambradas para frenar los cruces migratorios desde la parte turca de la isla.
En este enrevesada situación, en su viaje, el Papa tiene previsto realizar nueve discursos, dos homilías y también pronunciar un Ángelus, con un traslado destacado el domingo a la isla griega de Lesbos, uno de los epicentros más simbólicos del drama de los migrantes que intentan cruzar a Europa por la ruta oriental. Allí Francisco visitará el nuevo campo de Mavrovouni, en el que se encuentran unos dos mil migrantes en condiciones paupérrimas y que fue construido después de que el anterior de Moria se incendiara el año pasado. “En Lesbos me acercaré a una humanidad herida en la carne de tantos migrantes en busca de esperanza. Les pido, por favor que recen por mí”, adelantó el propio Papa este miércoles, durante su tradicional audiencia.
Grecia, además, también es el país en primera línea de las políticas de cierre de los migrantes de parte de la Unión Europea en su conjunto, puesto que para evitar las entradas por sus fronteras el club europeo mantiene desde 2016 un polémico acuerdo con Turquía, por el que se acordó que todas las personas que entren sin papeles a las islas del Egeo serían devueltas al país turco.
En cambio, en Chipre, hay prevista una reunión el viernes con un grupo de migrantes en la iglesia parroquial de Santa Cruz de Nicosia. Pero no se excluyen sorpresas, más aún que el viaje se realiza en un momento en el que la llegada de migrantes a Chipre ha crecido. En concreto: en los primeros 10 meses de este año Chipre se registró la llegada de 10 mil 868 migrantes, un 38% más que en todo 2020. Y muchos de estos proceden de la atormentada Siria, aunque también creció la presencia de personas de la África subsahariana. Tampoco se excluye que, tal y como hizo en su viaje de 2016 a Lesbos, el Papa regrese, o planee el regreso, de un grupo de refugiados para alojarlos en El Vaticano.
El viaje del Papa también se llevará a cabo en un momento en el que, a pesar de la crisis del covid-19, el Mediterráneo central sigue siendo un cementerio. Más concretamente, unas mil 800 personas perdieron la vida ahogándose en el intento de cruzar a Europa por esta ruta, lo que eleva el total de personas fallecidas en estas circunstancias a 18 mil 500 desde 2014, como recordada el miércoles Safa Msehli, la portavoza de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
“Pienso en los que, en los últimos años y todavía hoy, huyen de las guerras y la pobreza, que desembarcan en las costas del continente y en otros lugares, y no encuentran hospitalidad, sino hostilidad e incluso son instrumentalizados. Son nuestros hermanos y hermanas. ¡Cuántos han perdido la vida en el mar! Hoy, el Mare Nostrum, el Mediterráneo, es un gran cementerio”, opinó el Papa, en un mensaje difundido en los pasados días y dirigido a los habitantes de Grecia y Chipre.
Pero la migración no será el único tema en la agenda del pontífice en Chipre, un territorio en la que existe la más antigua misión de cascos azules de la ONU por la aún irresuelta división de la isla, partida en dos desde la invasión de Turquía en 1974 en un momento de tensiones interétnicas entre la comunidad turcochipriota y l a grecochipriota. Lo que dio vida al nacimiento de la República Turca del Norte de Chipre (RTNC), reconocida solo por Turquía y que tiene autoridades separadas de la República de Chipre, cuya capital es Nicosia y que ocupa dos tercios de la isla.
Un conflicto añoso que “no será ignorado” por el Papa, según confirmó su vocero, Matteo Bruni. El Vaticano “apoya todos los esfuerzos para fortalecer las conversaciones bilaterales, que son la única solución para la isla y sus habitantes”, añadió Bruni, al referirse a esta disputa de muy difícil solución y cuyas últimas negociaciones de paz fracasaron nuevamente en 2017 a causa de divisiones sobre cómo repartir el poder entre las dos comunidades y por la negativa de Turquía a retirar sus tropas desplegadas en la parte turca.
Por último, un tema sobre el que Papa también se pronunciará será sin duda el diálogo con el mundo ortodoxo, con el cual hasta ahora la relación ha sido intermitente. En concreto, Francisco tiene previsto un Jrisóstomo II, arzobispo ortodoxo de Chipre, en el palacio arzobispal y después una reunión con el santo sínodo en la catedral de Nicosia, donde el Papa también hablará.
Francisco estará de viaje hasta el 6 de diciembre, cuando regresará a Roma.