El político ruso Alexei Navalny, quien desde hace una década denuncia la corrupción del régimen de Vladimir Putin, cayó enfermo de un misterioso mal cuando organizaba en Siberia a la oposición para los próximos comicios regionales. Los médicos que lo atendieron en Alemania, adonde fue trasladado por invitación de la canciller Merkel, afirman que fue envenenado. Y mientras Navalny lucha por su vida, dados los antecedentes, todos voltean a ver a Putin.
BERLÍN.-
Alexei Navalny, el disidente ruso que entró en estado de coma el jueves 20 de agosto,
fue víctima de envenenamiento, dijeron médicos alemanes el lunes 24 de agosto, con lo que suman al político opositor a las filas de ciudadanos de Rusia afectados por una misteriosa enfermedad después de provocar la ira de Moscú.
Navalny, quien cayó enfermo durante un vuelo en territorio ruso, estuvo bajo vigilancia las 24 horas en el hospital de Berlín adonde su familia lo trasladó el sábado 22 de agosto.
Si bien los médicos alemanes no pudieron determinar el tipo exacto de veneno, dijeron que las pruebas mostraron que provenía de un grupo de sustancias químicas conocidas como inhibidores de la
colinesterasa, que interfieren con el sistema nervioso. Si bien se usan médicamente para tratar el Alzheimer y otras formas de demencia, también se encuentra en armas químicas y pesticidas.
El Ministerio de Salud ruso emitió una declaración para desautorizar lo dicho por los alemanes, diciendo que los síntomas de Navalny
no eran consistentes con los inhibidores de colinesterasa. Pero un médico del hospital siberiano donde inicialmente fue trasladado el disidente declaró, después del anuncio alemán, que al paciente se le había dado un antídoto que a menudo se usa contra agentes nerviosos.
RIA, agencia estatal rusa de noticias, publicó un comunicado de un grupo afín al Kremlin que aprovechó la oportunidad para recordar la Segunda Guerra Mundial: el grupo Rusia Fuerte criticó al gobierno alemán por brindar tratamiento a Navalny, pero no a los ancianos soviéticos que de niños sufrieron durante la invasión nazi a la Unión Soviética.
DEBES LEER:
https://www.proceso.com.mx/646335/la-ue-y-eu-condenan-envenenamiento-a-navalny-piden-perseguir-a-los-responsables
“Por supuesto, como con cualquier persona enferma, le deseamos a Navalny una pronta recuperación –dice el comunicado–. ¿Berlín ha enviado alguna vez una ambulancia aérea para un exdetenido de los campos de concentración?”
Varios intentos
Navalny, quien ha desafiado políticamente al presidente Vladimir Putin durante casi una década y ha librado una larga batalla para evidenciar la corrupción oficial desenfrenada,
ha sido atacado al menos dos veces antes. Un asalto lo dejó casi ciego de un ojo.
Esta vez cayó enfermo al regresar de un viaje a Siberia, donde estaba organizando a los candidatos de la oposición y la estrategia para las elecciones regionales y locales. Su avión hizo un aterrizaje de emergencia en la ciudad siberiana de Omsk, donde Navalny fue trasladado a un hospital.
La familia y los partidarios de Navalny organizaron una ambulancia aérea para llevarlo a Alemania, pero los médicos rusos demoraron casi 48 horas en dejarlo partir, con el argumento de que su condición médica era demasiado inestable para trasladarlo.
Eso provocó críticas de los partidarios de Navalny, que acusaron a los médicos rusos de demorarse para dar a las toxinas el tiempo suficiente para invadir el cuerpo del político opositor.
Navalny fue trasladado en avión a Alemania por invitación de la canciller Angela Merkel.
ENTÉRATE:
https://www.proceso.com.mx/645335/boris-johnson-da-por-confirmado-el-envenenamiento-de-navalny-y-pide-una-investigacion
Aunque Alemania tiene fuertes vínculos económicos y culturales con Rusia no ha rehuido criticar las políticas de Putin e incluso, antes de que el político opositor llegara a Berlín, el gobierno alemán parecía estar tomando precauciones adicionales para garantizar su seguridad.
Después de que los médicos declararon que el caso era una intoxicación, Merkel y su ministro de Relaciones Exteriores, Heiko Maas,
pidieron a Rusia que iniciara una investigación inmediata, pero no ofrecieron ninguna crítica más dura.
“Dado el destacado papel del señor Navalny en la oposición política de Rusia, ahora
se pide a las autoridades que investiguen este crimen hasta el último detalle, y que lo hagan con total transparencia –dijeron en un comunicado–. Los responsables deben ser identificados y responsabilizados.”
Método viejo
Minutos antes de aterrizar, el avión en que viajaba Navalny fue desviado del aeropuerto de Schönefeld al de Tegel, y la ambulancia que lo llevó desde la pista hasta el hospital de la Charité fue escoltada por uniformados. Además, una furgoneta de la policía y varios agentes se apostaron afuera de la entrada principal del hospital desde el sábado 22 de agosto.
“Estaba claro que después de su llegada aquí
se debían aplicar medidas de seguridad”, dijo el portavoz de Merkel, Steffen Seibert, a los medios el lunes 24 de agosto, antes de que el hospital publicara su comunicado.
“Estamos tratando con un paciente que parece, con cierto nivel de probabilidad, haber sido objeto de envenenamiento”.
“Desafortunadamente –señaló Seibert–, hay uno o más ejemplos de tales envenenamientos en la historia reciente de Rusia.”
Se sospecha que los servicios de seguridad rusos han utilizado una
variedad de venenos en intentos de eliminar a oponentes, aunque los funcionarios rusos lo han negado constantemente. Muchas de esas víctimas se han visto afectadas
después de beber té.
En 2004, la reportera
Anna Politkóvskaya enfermó después de tomar una taza de té en un vuelo nacional. Sobrevivió, pero fue asesinada a tiros en el elevador de su departamento dos años después.
Un exagente de Rusia convertido en crítico del Kremlin,
Alexander Litvinenko, sucumbió después de ingerir el isótopo radiactivo polonio-210 mientras tomaba té con dos agentes rusos. Investigadores británicos determinaron más tarde que lo más probable es que Putin hubiera ordenado su asesinato.
Antes de caer enfermo,
Navalny bebió una taza de té en el aeropuerto siberiano en el que iba a abordar su vuelo.
Numerosas figuras menos prominentes han caído en circunstancias misteriosas. En marzo de 2018, un exespía ruso llamado
Sergei Skripal fue encontrado envenenado en un banco de un parque en Salisbury, Inglaterra, junto a su hija inconsciente. Ambos sobrevivieron.
A veces, sin embargo, el arma no es muy misteriosa.
En 2015, uno de los críticos más destacados de Putin,
Boris Nemtsov, fue asesinado a tiros en las inmediaciones del Kremlin. Y en agosto pasado, un asesino que iba en bicicleta disparó y mató a un excomandante rebelde checheno en un parque de Berlín. Los funcionarios alemanes sospechan que Rusia estuvo detrás del asesinato, pero Moscú ha negado su responsabilidad.
Y si bien se ha acusado a varios sicarios en algunos de los asesinatos, quienes dieron las órdenes nunca han sido identificados.
Durante la última década
Navalny ha sido un crítico implacable de Putin, encabezando manifestaciones de oposición y publicando informes sobre la corrupción de alto nivel entre Putin y sus compinches; lo más memorable es un largo video que muestra las múltiples megapropiedades, yates y otros lujos acumulados por el exprimer ministro Dmitri Medvedev.
Habiendo perseverado a pesar de numerosos arrestos, le gusta llamar al partido político de Putin
el partido de “sinvergüenzas y ladrones” y ha acusado al presidente de intentar convertir a Rusia en un “Estado feudal”.
Las críticas de Navalny a Putin
nunca han representado una seria amenaza electoral para el líder ruso, y éste sigue siendo popular entre muchos de sus compatriotas. Pero Navalny ha dominado la política de oposición rusa desde que encabezó grandes protestas callejeras contra el gobierno en 2011.
Además, Navalny usó astutamente las redes sociales para construir un movimiento, incluso después de que muchos de los medios independientes habían sido aplastados y otros críticos fueron exiliados o asesinados.
Diagnósticos
Como los médicos alemanes, los rusos que inicialmente trataron a Navalny dijeron que habían considerado el envenenamiento como causa de su repentino colapso. Luego lo descartaron.
Boris Teplykh, médico ruso que revisó el tratamiento de Navalny en Siberia, dijo que el equipo médico de hecho había considerado que al político se le había suministrado un veneno.
Lo descartaron después, dijo Teplykh, pero antes de hacerlo le habían inyectado a Navalny un antídoto para las toxinas nerviosas:
atropina. Los médicos alemanes dijeron el lunes 24 de agosto que también habían comenzado el tratamiento con atropina.
"Respecto a la atropina que nuestros colegas recetaron para el tratamiento, en los primeros minutos después de la llegada (de Navalny al hospital siberiano) se hicieron inyecciones con esta sustancia”, dijo Teplykh a la agencia de noticias Interfax.
Mientras Navalny todavía estaba en Rusia, el médico jefe del hospital,
Alexander Murakhovsky, emitió un comunicado ofreciendo un diagnóstico diferente. Dijo que lo más probable es que el político hubiera sufrido un
trastorno metabólico provocado por un nivel bajo de azúcar en sangre.
Hombres que parecían estar con los servicios de seguridad pero que no iban uniformados se arremolinaban por los pasillos del hospital y entraban y salían de la oficina de Murakhovsky.
Su presencia alarmó a la esposa de Navalny, a su médico personal y a una portavoz de su movimiento, quienes dijeron que les preocupaba que los servicios de seguridad estuvieran interviniendo.
Cuando se le preguntó sobre estos hombres vestidos de civil en su oficina, Murakhovsky dijo que no sabía quiénes eran, pero que no habían influido en sus decisiones de tratamiento.
“Tenía mucha gente en mi oficina, pero no puedo decir qué estaban haciendo allí –relató–. Vinieron y preguntaron: ‘¿todo está bien?’. Y yo dije: ‘todo está bien’. Y se fueron. Sólo estaban interesados.”
Este texto forma parte del número 2287 de la edición impresa de Proceso, publicado el 30 de agosto de 2020 y cuya versión digitalizada puedes adquirir aquí