Templos, diezmos y TV: La explosión evangélica en Brasil
SAO PAULO (apro).- Apenas habían pasado unas horas del cierre de los colegios electorales y de la publicación de los datos que confirmaban, el 28 de octubre pasado, que Jair Bolsonaro sería el próximo presidente de Brasil. El jefe de Estado electo salió junto a su esposa y sus hijos a la puerta de su residencia privada en Río de Janeiro.
Ante las cámaras de televisión que retransmitían su primera alocución al país protagonizó una escena inaudita: el senador Magno Malta, un pastor evangélico involucrado con la política desde la década de 1990, le agarró la mano y pidió que, como primer acto tras la victoria, oraran.
“Los tentáculos de la izquierda jamás serían arrancados sin las manos de Dios”, dijo el también excorista de gospel, calificado como “el político evangélico más exitoso del país”. Bolsonaro, con los ojos cerrados y la cabeza baja, escuchó la oración improvisada en la que Malta mezcló ideología política con “la palabra de Dios” antes de terminar con el lema de campaña: “¡Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos!”.
No hay mejor ejemplo del poder político que han amasado los cristianos evangélicos en el Brasil contemporáneo que la elección de Bolsonaro. La oración junto a Malta fue apenas un símbolo que refleja hasta qué punto los tentáculos políticos de esta confesión cristiana ha crecido gracias a una fórmula para sumar fieles que no cesa de tener éxito: apertura de nuevos templos, aumento de las donaciones y expansión de sus mensajes a través de los medios de comunicación.
Tras apoyar en bloque al presidente de extrema derecha, uno de los mayores réditos al que aspiran ahora los evangélicos es a un radical giro diplomático en la política exterior del país con la anunciada transferencia de Tel-Aviv para Jerusalén de la embajada brasileña en Israel.
Las estadísticas y proyecciones de los institutos de estadística no dejan lugar a dudas: Brasil vive desde los años 70 una explosión en el número de fieles evangélicos que, a su vez, se traduce en un declive de la Iglesia católica en la que todavía es la mayor nación con católicos del planeta. En el último censo oficial, de 2010, un 22.2% de brasileños –en torno a 42 millones de personas- se declaraban evangélicos, por apenas 6.6% en 1980. De ellos, al menos 25 millones son pentecostales. Por su parte, los brasileños católicos, más del 85% en la década de los años 80, habían caído en el censo hasta el 64.6%, hasta situarse en cerca de 123 millones de fieles. Las proyecciones del Instituto Datafolha indican que, a no ser que el Vaticano logre frenarlo, durante la próxima década Brasil tendrá más evangélicos que católicos. Esa curva ascendente seguirá creciendo con fuerza en los años siguientes, según los expertos.
Varias causas explican este auge, sobre todo de los pentecostales, en el país del Cristo Redentor. Por una parte, su capacidad de acercarse a las periferias y poblaciones carentes. “Los evangélicos están yendo adonde el Estado no va para atender las necesidades básicas de los más necesitados”, explica la profesora María das Dores Campos Machado, que estudia las relaciones entre religión, género, acción social y política en la Universidad Federal de Río de Janeiro. “¿Cuántos sacerdotes u obispos negros católicos hay hoy? Muy pocos. Las iglesias evangélicas buscan a sus pastores directamente entre las poblaciones más carentes”, agrega.
Diezmos, templos y fortunas
La expansión del número de fieles se entiende también por su respectivo crecimiento en el número de templos, gracias a la exención de impuestos que permite la ley. La Constitución brasileña –que libera de carga fiscal a “los templos de cualquier culto”- ha permitido un fulgurante y sostenido aumento de éstos, traduciéndose en una extraordinaria capilaridad de las iglesias evangélicas por todo el país, desde favelas dominadas por el narcotráfico a aldeas indígenas en los lugares más recónditos de la Amazonía.
Una investigación del diario Folha de Sao Paulo en 2009 demostró que no se requieren fundamentos teológicos, sino que bastan apenas tres personas, dos días laborables y en torno a 100 dólares para constituir una nueva iglesia en Brasil y obtener el respectivo Registro Federal de Contribuyentes que permita abrir cuentas bancarias. Así se entiende que en 2003 hubiera cerca de 97 mil templos en el país y en 2014 –último dato disponible- la cifra sobrepasara los 180 mil.
El capital para financiar esa proliferación sale de los diezmos de millones de fieles que creen a pie juntillas en la Teología de la Prosperidad, que queda resumida en uno de los sobres que la Iglesia Universal del Reino de Dios –una de las más poderosas de Brasil con más de seis mil templos - distribuye en su imponente Templo de Salomón, en Sao Paulo. “Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de toda tu renta; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto (Proverbios 3:9-10)”, reza el escrito en los sobres que los fieles depositan en sacos aterciopelados en varias tandas durante un culto en la capital económica del país.
La construcción de 55 metros de altura –mayor al Cristo de Río de Janeiro- y 35 mil metros cuadrados fue inaugurada en 2014 con la presencia de la entonces presidenta, Dilma Rousseff, su vicepresidente, Michel Temer, y la plana mayor de la política del país. El Templo de Salomón, que se erigió con piedras traídas de Hebrón (Israel), tiene capacidad para 10 mil personas y dispone de tecnología de última generación como un sofisticado sistema de aire acondicionado que, en los días de calor tropical, se autoregula en función del número de fieles.
La Universal, como se la conoce en Brasil, asegura que el coste del emblemático edificio fue de unos 200 millones de dólares y provino de donaciones de fieles captadas durante cuatro años. Uno de ellos es un hombre de unos 50 años, blanco y que una mañana, poco después de las 07:30, habla de forma pausada junto al ‘obispo’ para explicar lo que considera un “milagro” -un ejemplo de los frutos de la Teología de la Prosperidad- vinculado a su “fidelidad al diezmo”.
“Vine el viernes al templo y el lunes cerré un negocio de 80 millones de reales [unos 20 millones de dólares]”, afirma este supuesto empresario, antes de que el ‘obispo’, que ronda los 40 años y usa un iPad para dirigir el culto, interpele a los fieles. “¡Usted también puede!”, lanza, y enseguida vincula en su discurso el éxito con la necesidad de “constancia”. “Quizá llevéis meses esperando a Dios y no aparece, pero no desistáis, no escuchéis al demonio para desistir. Dios solo parece que no está actuando, pero sí está”. A continuación, una treintena de empleados recoge donaciones en efectivo o con tarjeta de crédito por medio de máquinas de conexión inalámbrica.
TV y poder político
El caso del fundador de la Universal, el ‘obispo’ Edir Macedo, probablemente sea el mejor ejemplo de cómo los evangélicos pentecostales han construido de la nada fortunas e imperios mediáticos que les permiten llegar hasta el epicentro del poder político de Brasil. Este hombre septuagenario era empleado de una oficina de lotería de Río de Janeiro cuando decidió dejarlo todo para evangelizar en los años 70 con un altavoz y una biblia en las periferias de la ciudad. En 1984 compró la Radio Copacabana para difundir su mensaje y en 1987 ya llenaba el Estadio Maracaná con 200 mil personas.
En 1989 acometió su operación mediática más exitosa (y una de las más polémicas): la compra de la televisión Record por 45 millones de dólares. El origen de ese dinero ha sido motivo de debates e investigaciones por parte de las autoridades, pues sería ilícito si Macedo hubiera usado para esta actividad comercial –la televisión- las donaciones de los fieles, que no tributan. Él asegura que lo costeó de su propio bolsillo.
Macedo, acaso la figura evangélica de mayor influencia en el país, detenta hoy una fortuna familiar que, según la estimación de Forbes en 2015, alcanza los mil 100 millones de dólares, así como un grupo mediático que además de la televisión -la segunda más grande del país y la preferida por Bolsonaro para conceder entrevistas- cuenta con radios, portales de noticias y hasta editoriales de libros.
“La televisión ha sido un factor sumamente importante en la expansión de los pentecostales en Brasil, porque pueden difundir su mensaje a nivel nacional las 24 horas al día. Obviamente es un arma muy potente y es a lo que los evangélicos mexicanos aspiran”, explica a Proceso el estadunidense Andrew Chesnut, profesor de la Universidad de Commonwealth Virginia y, con dos libros sobre el tema, uno de los expertos de referencia en el estudio de esta confesión en América Latina. Chesnut matiza que las redes familiares, laborales y de amigos también fueron cruciales en el crecimiento del número de fieles evangélicos en Brasil.
“En el corto plazo no veo que suceda en México algo como lo de la Universal y Macedo, porque hay menos fieles. Una diferencia importante es que en Brasil hay un 28% de la población evangélica y en México hablamos del 10%. Pero quizá en 25 o 30 años sí”, asegura.
La influencia de los evangélicos en el mundo de la televisión volvió a ser noticia en el país este año, cuando el sobrino y biógrafo de Edir Macedo, Douglas Tavolaro, anunció que dejaba la vicepresidencia del área editorial de la TV Record para montar la CNN Brasil.
El canal, cuya franquicia fue negociada con la matriz estadunidense pero no seguirá su línea editorial claramente anticonservadora y opositora a Donald Trump, pretende convertirse en una especie de Fox News. Comenzará a emitir este año, aprovechando los vientos conservadores del bolsonarismo.
“Nadie se enfrenta a nosotros. No están locos…tienen juicio… Tenemos 55 millones de personas”. El ‘pastor’ y presidente de la Asamblea de Dios Victoria en Cristo, Silas Malafaia, muy próximo a Bolsonaro, responde así a Proceso cuando se evoca la influencia de los evangélicos en el Parlamento del país.
A juzgar por Forbes –publicación a la que prometió procesar por publicar su patrimonio- este hombre, que dirige otra iglesia pentecostal, es también millonario gracias a su programa televisivo Victoria en Cristo, en el que ofrece su propia lectura de los textos cristianos y vende sin cesar ediciones comentadas de la biblia que publica su propia empresa.
También es conocido entre los brasileños por su influjo en el mundo político, un terreno en alza a juzgar por los resultados de las últimas elecciones. Cerca de 90 de los 513 congresistas son evangélicos, pero el número de esa bancada puede aumentar por el apoyo explícito de Bolsonaro a sus temas prioritarios: la oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo y al aborto, y la “libertad religiosa” que les permita seguir defendiendo sus intereses, en particular cualquier intento de revisar la inmunidad tributaria de las iglesias.
Otro tema clave será la transferencia de Tel-Aviv a Jerusalén de la embajada brasileña en Israel, una promesa de campaña de Bolsonaro para satisfacer a algunos sectores evangélicos que creen que el retorno de Cristo a la Tierra se producirá cuando los judíos retomen Jerusalén y toda la Tierra Santa.
Sólo Estados Unidos y Guatemala han dado hasta ahora ese controvertido giro diplomático que a Brasil le podría salir muy caro, pues exporta carne y bienes agrícolas por valor de miles de millones de dólares al mundo árabe. La Liga Árabe ya advirtió de las consecuencias para las relaciones bilaterales.