CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Montado en el estrepitoso eco internacional de su sangrienta serie de atentados en Sri Lanka, Abu Bakr al Bagdadi, el emir de la organización Estado Islámico (Daesh, por sus siglas en árabe), ha dado un paso sumamente inusual: publicar un video donde aparece él mismo, por primera vez desde que dio un sermón clave en Mosul, para proclamar el califato, hace cinco años, y de hecho, el tercer video suyo en toda su vida, después de otro que difundió en 2008.
Termina así con la incógnita de si seguía vivo o estaba gravemente herido: luce saludable y sin afectaciones visibles. También había dudas de si mantenía el poder dentro de su milicia, a partir de que se conoció que un grupo de sus combatientes tunecinos lo había traicionado e intentado matar, en enero. Ahora se muestra tranquilo, recibiendo muestras de apoyo y dando instrucciones a sus fieles en diversas partes del mundo, como quien posee el control pleno de una bien establecida trasnacional.
El momento elegido para volver a presentarse parece propicio, sobre 300 personas muertas y medio millar heridas (él asegura que murieron alrededor de mil) en Sri Lanka el 21 de abril, a todas las cuales califica de “cruzados”, como llama a sus enemigos cristianos. Tras la destrucción del califato que estableció en 2014 en territorios de Siria e Irak, esta nueva ofensiva demostró capacidades que se extendieron a un país donde no habían actuado.
Los observadores se hacen preguntas, sin embargo, sobre lo que hay verdaderamente detrás de este insólito movimiento. Con ese video, el siempre extremadamente precavido Bagdadi está tomando riesgos grandes e innecesarios, que parecen confirmar que enfrenta fuertes problemas internos y la necesidad de recuperar el control de su red internacional.
Guerra de desgaste
Estado Islámico se ha caracterizado por el profesionalismo de sus producciones audiovisuales y su habilidad en el manejo de redes sociales para reclutar, retener, informar, motivar y movilizar a sus partidarios. El lanzamiento del nuevo video de Al Furqan, la casa productora más antigua e importante de los yijadistas, fue anunciado con un día de anticipación y fue precedido por un intenso trabajo de construcción de canales del servicio de mensajería digital Telegram –según detectó el grupo de ciber-inteligencia Site Intel-, para asegurar el máximo alcance.
Las expectativas se cumplieron: el 29 de abril, volvió a mostrarse el emir de Daesh, a un lustro de que, en la Gran Mezquita de Mosul, la ciudad iraquí que acababa de conquistar, en un mismo acto proclamó el califato (según El Corán, es la forma de gobierno dada por dios a los hombres y sólo puede haber uno al mismo tiempo sobre la Tierra, y todos los musulmanes deben someterse a él) y se autonombró califa (que debe ser un descendiente del profeta Mahoma).
De piernas cruzadas, algo rollizo y larga barba, sentado junto a un fusil Kalashnikov, durante 18 minutos se dirige a otros hombres –con los rostros difuminados- que lo escuchan atentos. Empieza hablando de Baguz, la pequeña población siria que fue el último reducto de resistencia de sus tropas, antes de su derrota ante las divisiones kurdas, cinco semanas atrás. “En verdad, la batalla del Islam y su pueblo contra la cruz y su pueblo es una batalla larga. La batalla de Baguz terminó. Pero mostró el salvajismo, la brutalidad y las malas intenciones de los cristianos para con la comunidad musulmana”. Insiste en que, contra lo atestiguado por los periodistas, sus milicianos combatieron hasta la muerte en Baguz, sin haberse entregado, y en que ahora se ha entrado en una fase de guerra de desgaste.
Después hace mención y acepta varios juramentos de lealtad supuestamente hechos por sus fieles en Somalia, Yemen, el Cáucaso, Turquía y varios puntos de África, particularmente el de Adnan Abu Walid Sahraui, quien fue uno de los jefes de la rama de Al Qaida en África Occidental, Al Qaida en el Magreb Islámico, y que ahora dirige Estado Islámico en el Gran Sahara, con base en Malí y Burkina Faso.
Sahraui ganó fama por haber dirigido un ataque contra fuerzas especiales estadunidenses en Níger, en 2017, causándoles cuatro muertos, su mayor número de bajas en África desde la caída de un helicóptero Black Hawk en Somalia, en 1993. Los yijadistas se apoderaron de las cámaras corporales de los caídos y con eso, montaron un video de propaganda mostrándolos en sus momentos finales. Sin embargo, se cree que Sahraui había perdido el favor de Bagdadi, y la mención especial es entendida como su rehabilitación política.
Finalmente, el dirigente despejó otras dudas: a partir de publicaciones hechas por simpatizantes de Daesh, se pensó que los atentados de Sri Lanka eran en represalia por los ataques del 15 de marzo contra dos mezquitas en Nueva Zelanda, que dejaron 50 muertos. Pero el emir no los menciona. En cambio, dedica las acciones en el país sudasiático a quienes cayeron en la defensa de Baguz:
“Vuestros hermanos en Sri Lanka han alegrado los corazones de los creyentes en un solo dios con las operaciones que golpearon los hogares de los cruzados en su Pascua, en venganza por nuestros hermanos en Baguz”, sentencia. “Alabado sea Alá, entre los muertos había estadunidenses y europeos”.
La disidencia
En el primer video conocido de Bagdadi, de 2008, todavía no había ganado posiciones de alto nivel y aparece con el rostro cubierto. Desde 2010, cuando llegó a dirigir Al Qaida en Irak, y sobre todo desde 2013, cuando se separó del grupo madre y fundó Estado Islámico en Irak y Levante (que fue conocido como ISIS hasta que se quitó los apellidos para quedar sólo como Estado Islámico), ha mantenido estrictamente las precauciones que le han permitido evadir a las agencias de inteligencia occidentales, de Rusia y Medio Oriente, y a quienes se interesan en la recompensa de 25 millones de dólares puesta sobre su cabeza.
Sólo apareció en público una vez, cuando estaba en la cumbre de su poder, gobernando sobre 10 millones de personas, y en el momento más significativo para su proyecto: la proclamación del califato, el 4 de julio de 2014.
Ahora, Bagdadi no sólo confirma que no ha muerto, como se especuló, sino que ha mostrado su aspecto actual.
Diversos reportes indican que las derrotas en Siria e Irak han alimentado una disidencia interna en Daesh, con la cual ha habido enfrentamientos desde septiembre, incluso uno en Baguz, el 7 de enero, que obligó a Bagdadi a huir a Irak.
Una de las figuras de la organización y supuesto primo del emir, Abu Muhammad al Huseini al Hashimi, publicó recientemente en internet un libro de 231 páginas con el título “Absténganse de entregarle su lealtad a Bagdadi”, en el que lo ataca describiéndolo como un gobernante sin escrúpulos que ha destruido el legado de Daesh con su comportamiento violento, y llama a derrocarlo porque “no es el verdadero califa”.
En la medida en que el descontento progresó, la represión contra la disidencia interna se hizo más brutal y, bajo sospechas, académicos y juristas islámicos fueron ejecutados.
El video de Bagdadi estaría, de esta forma, sólo en parte dirigido a proyectar la confianza y las capacidades de Estado Islámico, y sobre todo a relanzarse a sí mismo al escenario global, del que había salido por los malos resultados de la guerra en Siria, por la pérdida del control territorial que había sido uno de sus principales ganchos de reclutamiento, y por el silencio que había mantenido desde agosto, cuando se escuchó su voz por última vez, en una grabación de audio.