Maleno

“Maleno” Frías: de migrante y pandillero a goleador

Cada18 de diciembre se conmemora el Día Internacional del Migrante, por ello compartimos la historia del “Maleno” Frías, quien creció en Ciudad Juárez, después migró a El Paso, donde se empleó como albañil. A los 29 años debutó en Primera División con los Indios, donde se convirtió en leyenda.
miércoles, 18 de diciembre de 2024 · 16:20

La infancia y juventud de Julio Daniel Frías estuvieron llenas de adversidades. Creció en Ciudad Juárez en una familia sin padre, inmerso en la violencia y las drogas; a la postre migró a El Paso, donde se empleó como albañil. Pese a ello, nunca abandonó el futbol, su pasión, que comenzó a practicar en las canchas llaneras de su barrio natal. Y el 26 de julio de 2008, a los 29 años, debutó en Primera División con los Indios de Ciudad Juárez. Su experiencia ahí duró tres años y lo convirtió en leyenda 

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Julio Daniel “Maleno” Frías Adame fue un futbolista que vistió, entre otros, los colores de Indios de Ciudad Juárez, club en el que debutó en Primera División cuando tenía 29 años. Antes de llegar al máximo circuito, el ya no tan joven jugador tuvo que superar la violencia, pandillerismo y las drogas en su Ciudad Juárez, de la que incluso tuvo que migrar. 

Maleno, nacido el 29 de marzo de 1979 en aquella ciudad, sólo jugó tres años en Primera División. Eso le bastó para convertirse en un ídolo juarense. Desde su nacimiento lo acompañó su sobrenombre. Su familia comenzó a llamarlo Madaleno por su cabello, parecido al del personaje televisivo que ostentaba aquel mote y al que daba vida el comediante Francisco Fuentes. 

Con el tiempo y por cuestiones prácticas, la familia, vecinos y amigos acortaron el sobrenombre y comenzaron a llamarlo simplemente Maleno, y así se le conoció desde entonces. 

El beisbol corría por la sangre de su familia; algunos de sus integrantes lo practicaron de manera amateur; otros, como su tío Arnulfo La Güera Adame y su propio hermano Rafael Díaz Adame, llegaron a la Liga Mexicana de Beisbol. 

La Güera Adame jugó con los Charros de Jalisco, los Algodoneros de Unión Laguna, los Pericos de Puebla, los Saraperos de Saltillo, los Rieleros de Aguascalientes y los Dorados de Chihuahua; Rafael Díaz vistió las franelas de los Saraperos de Saltillo, Rieleros de Aguascalientes y Toros de Tijuana. 

Maleno se negó a seguir esa tradición y a poner el destino en sus manos… y optó por sus pies. 

Cuenta a Proceso que cuando su papá abandonó a la familia, él tenía siete años, por lo que prefiere no mencionarlo. De su madre, Margarita Adame, habla con naturalidad y orgullo. Ella, dice, se fue a trabajar a California, Estados Unidos, como recolectora de cosecha. “Trabajó en el field. Se iba tres semanas y después regresaba a Ciudad Juárez”, dice Julio Daniel. 

Susana, su hermana mayor, se hizo cargo de él y de su hermana menor, Yadira. Consciente del sacrificio de su familia, Maleno intentó sumarse a la causa. Tenía sólo 14 años y buscó trabajo en una maquiladora de arneses. Y como el requisito era tener mínimo 16 años y presentar copia del acta de nacimiento para comprobarlo, “que le muevo un numerito a la original y cuando saqué las copias ya tenía lo que pedían”, relata. 

Esa decisión fue un punto de inflexión en su vida. Además de meterse a trabajar, continuó jugando futbol en el barrio, de lunes a viernes; los fines de semana acudía a la Unidad Deportiva Altavista con un equipo al que nombraron el Altavista. Maleno decidió dejar la escuela; sólo le faltaron dos materias para acreditar por completo la secundaria. 

Fue en esa etapa cuando se fue de mojado a Estados Unidos por primera vez. 

Relata: “Cuando tenía 13 años mi mamá me llevó al otro lado porque quería que estudiara allá. Los polleros que nos ayudaban a cruzar el río Bravo usaban las cámaras de las llantas de camiones, las inflaban y ponían unas tablas. La pasada estaba más fácil en aquellos años, no había tanta restricción como hoy”. 

Pero no aguantó estar allá y se regresó a Ciudad Juárez, cruzando el Puente Internacional Paso del Norte. Y es que a pesar de que su familia y el futbol formaban su vida cotidiana, también estaba inmerso en la violencia y las drogas que circulaban con normalidad en aquellos tiempos en Ciudad Juárez. Y Maleno entró al pandillerismo y al consumo de narcóticos. 

 

Un entorno violento 

 

De acuerdo con datos de la Fiscalía General del Estado de Chihuahua, en 2020 su barrio de Altavista estaba entre las 25 colonias con mayor inseguridad e incidencia delictiva de Ciudad Juárez. 

Cuenta Maleno: “En aquellos tiempos era imposible no involucrarte en una pandilla, porque en la colonia salíamos a jugar futbol y ahí comenzábamos a friccionarnos con chavos de otros barrios y cada quien quería cuidar su territorio. Tenía 14 años cuando me metí en eso. Trabajaba, pero en la tarde y la noche me la pasaba de vago”. 

En cuanto a la droga, recuerda que en esa época era muy fácil conseguirla en Ciudad Juárez. “Todo mundo se movía con eso porque se ganaba buen dinero”. Se enganchó con la cocaína, la cual probó por primera vez a los 15 años; la dejó a los 19. 

Una de las personas más importantes en su vida, tanto en lo personal como en lo profesional, fue su tío Enrique Mendoza, quien lo llevó a jugar a su equipo llanero de categoría libre. Maleno tenía 15 años. Al principio jugó como portero, pero su tío lo fue probando en diferentes posiciones hasta descubrir que sus habilidades eran las de delantero. 

A pesar de las pandillas, la violencia y la droga, el joven se olvidaba de todo cuando se trataba de futbol, el balón se convirtió en una manera de sobrevivir. 

Tenía 18 años cuando nació el primero de sus cuatro hijos. Entonces decidió dejar atrás la vida de pandillero y, junto con su esposa, cruzó el Bravo para llegar a El Paso, Texas, donde trabajó como albañil. 

El futbol parecía alejarse de su vida, pero todo cambió el año 2000, cuando los Soles de Ciudad Juárez llegaron a la Tercera División de México. Los jugadores y cuerpo técnico conocían la capacidad goleadora del Maleno y lo buscaron. 

Y él aceptó de inmediato la invitación y regresó a casa. Se comprometió a dejar de consumir cocaína, lo que le costó mucho trabajo, según admite: “Siempre sufrí mucho para estar en forma, será por lo mismo de que mi cuerpo ya estaba todo contaminado”. 

Sus goles y su actuación en las canchas llamaron la atención de los Astros de Ciudad Juárez, escuadra que militó en la Primera División A. Y él continuó marcando goles hasta que otro equipo de la misma categoría, los Tigrillos de la UANL, filial de Tigres, lo fichó. 

En 2001 se dio un intercambio de franquicias: Saltillo Soccer, que era administrado por Rayados de Monterrey, se convierte en Tigres de Saltillo para ser gestionado por los felinos, mientras que Tigres de Ciudad Juárez se transforma en Cobras de Ciudad Juárez, escuadra que coordinaría Monterrey. Maleno fue enviado a este último equipo. 

A pesar de que tuvo la posibilidad que quedarse en casa, Julio padeció varicocele, lesión que le impidió mostrar sus capacidades como goleador. Seis meses después de defender los colores de Cobras fue despedido. Y aunque buscó acomodarse en algún otro equipo de Segunda División, no lo consiguió, por lo que en 2003 decidió ir de nueva cuenta a El Paso, aunque en aquella oportunidad se fue con visa de turista. 

Allá jugó tres años con El Paso Patriots, club que militó en la extinta Premier Development League, la cuarta división del futbol estadunidense. No todo era futbol para el joven goleador. El torneo sólo duraba seis meses y él recibía 200 dólares por partido. Tenía que trabajar como albañil para seguir llevando dinero a casa. 

 

Vencer la adversidad 

 

La posibilidad de jugar en Primera División parecía más distante que nunca. Maleno buscaba mantenerse en forma. Por las tardes, después del trabajo, se iba a correr; a veces lo hacía a la hora de la comida. Era muy cuidadoso de lo que consumía. 

“Llevaba mis ensaladas, por lo que mis compas del trabajo me decían que ahí estaban los lunches. Yo no quería consumirlo porque me iba a poner bien gordo. Sabía que tenía que regresar a México para jugar en primera”, recuerda. 

Ya tenía tres años en Texas, a donde había ido en busca de una mejor vida para su familia. En Juárez sus goles aún hacían eco en la frontera mexicana, por lo que Indios de Ciudad Juárez, equipo que militaba en la Primera División A, lo convocó para disputar un partido de exhibición, pues le hacían falta jugadores. 

“Indios iba a jugar contra Santos, pero la Comarca tenía dos equipos, el A y el B, y los de Juárez solamente tenían una plantilla para jugar contra los de primera, así que me invitaron para ser relleno en ese partido. Ese día también tenía juego en El Paso, así que fui a Juárez, jugué, metí dos goles y me fui corriendo para el partido con Patriotas en la noche.” 

Al día siguiente, Gil Cantú, entonces vicepresidente de Indios, llamó al joven goleador para decirle que a Luis Alfonso Sosa, técnico del cuadro fronterizo, le había gustado cómo había jugado y que quería verlo lo más pronto posible. 

Era un sábado. Al otro día se presentó al entrenamiento del equipo. Habló con Poncho Sosa y el técnico le dijo que debido a que ya habían cerrado los registros no podría jugar con ellos aquel torneo. Le pidió que se quedara a entrenar seis meses hasta que iniciara el otro certamen. 

“Le dije: ‘Mira, Poncho, ¿cómo voy a estar entrenando aquí sin recibir nada? Yo tengo que trabajar para llevar dinero a mi familia’. Le propuse que mejor me iba esos seis meses a seguirle al jale, pero también me comprometí a prepararme físicamente para regresar lo mejor posible a la pretemporada del siguiente torneo. Él aceptó”, recuerda Maleno. 

El 1 de enero de 2007 firmó con Indios de Ciudad Juárez. Su terquedad y pasión para seguir luchando por algún día jugar en el máximo circuito del balompié mexicano lo mantuvo a flote pese a las adversidades. Cuando él llegó a la Tribu, los delanteros eran los argentinos Darío Gigena y Nicolás Saucedo, pero para la primera fecha Poncho Sosa no contaba con ellos, ya que Gigena debía cumplir con un partido de castigo debido a una tarjeta roja y Saucedo estaba lesionado. 

“Tal cual me dijeron que en lo que recuperaban a los otros dos yo iba de titular y luego me tocaría la banca. Y ándale, las primeras seis fechas yo ya tenía seis goles y ya no me pudieron sacar”, recuerda Maleno. 

Aunque el tema físico lo volvió a aquejar. “Cuando regresé a los Indios después de tres años de no entrenar bien, era llorar y llorar. Había auxiliares del profe y doctores que me ganaban a correr, tenían mejor condición física que yo y era la burla de mis compañeros. Me decían ‘¿Cómo te van a ganar ellos?’. Yo no tenía ese fondo físico y sufría mucho, y más cuando nos llevaban a la playa a hacer las pretemporadas. Pero tenía otra cualidad, potencia en corto, mi potencia para arrancar era lo que me ayudaba mucho”. 

En el Apertura 2007, Indios de Ciudad Juárez se abrió camino hasta el máximo circuito. Primero conquistaron el título de Primera A al vencer 7-0 en la final de la categoría a Dorados de Sinaloa, con lo que consiguieron el medio boleto para ascender. Después se enfrentaron al León, campeón del Clausura 2008, y se impusieron 3-2 contra el cuadro Esmeralda en la final de ascenso 2007-08. 

 

Las malas decisiones 

 

Por primera vez en su corta historia la Tribu jugaría en Primera División. Para Juárez el futbol resultó ser un bálsamo ante la ola de violencia que azotaba el estado. De acuerdo a la Agencia Estatal de Investigación de Chihuahua, de los cerca de 5 mil asesinatos atribuidos al crimen organizado en el país entre enero y noviembre de 2008, más de mil ocurrieron en Ciudad Juárez. 

Y, actualmente, según el ranking elaborado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, A.C., Ciudad Juárez se ubica en la sexta posición de las ciudades más violentas a escala mundial. 

El 26 de julio 2008, a los 29 años, Julio Daniel Frías debutó en Primera División en el partido en que los Indios recibieron en el Olímpico Benito Juárez a los Estudiantes Tecos, encuentro que el cuadro fronterizo perdió 1-0. Maleno no solamente fue pieza fundamental para el ascenso del equipo, sino también para lograr lo impensable: clasificar a la liguilla. 

Durante el Apertura 2009 los resultados no sumaban a la causa de la Tribu para salvarse del descenso, pues eran últimos de la porcentual; en las últimas tres jornadas necesitaban sumar mínimo seis unidades y que Necaxa, Puebla y Tigres hicieran la menor cantidad de puntos posibles, de lo contrario volverían a la categoría de ascenso. 

En la decimoquinta fecha vencieron 2-0 a Puebla, rival directo en la lucha por el descenso; una jornada después le ganaron 1-0 a Cruz Azul y matemáticamente se salvaron. Y llegaron a la última jornada con una oportunidad de oro: si ganaban por dos o más goles al Guadalajara aspiraban a entrar a la liguilla. Aquel 10 de mayo de 2009 el conjunto fronterizo se impuso 3-1 ante las Chivas con un gol y una asistencia de Julio. En cuartos de final derrotaron 1-0 al Toluca, aunque el sueño llegó hasta las semifinales, instancia en donde cayeron 3-2 ante el Pachuca. 

Y así como llegó la gloria, ésta también se fue, pues la escuadra fronteriza descendió en el Bicentenario 2010. Julio Frías se mantuvo con el equipo durante el Apertura 2010 hasta que los Jaguares de Chiapas lo llevaron de vuelta a Primera División e incluso jugó uno de los máximos torneos de clubes a nivel mundial, pues formó parte del plantel que disputó la Copa Libertadores 2011, en donde el conjunto chiapaneco compartió el Grupo 6 con el Inter de Porto Alegre (Brasil), el Wilstermann (Bolivia) y Emelec (Ecuador). 

Sin embargo, sólo permaneció seis meses ahí. “A veces uno comete errores y decidí regresar a Juárez en lugar de quedarme en Chiapas. Tenía mi contrato, pero el profe Cruz me dijo que no iba a tener mucha oportunidad para jugar; hablé con mi familia y ellos querían regresarse. Además, me hablaron de Indios para que ayudara al equipo a regresar a Primera y me fui. Pero me arrepiento de haberlo hecho, fue el peor error que cometí en mi carrera como futbolista, porque todavía tenía mucho que dar”, explica Maleno. 

A los 32 años regresó al equipo de sus amores, pero el 29 de diciembre de 2011 los Indios de Ciudad Juárez fueron desafiliados de la Federación Mexicana de Futbol como consecuencia del incumplimiento de pagos a jugadores y cuerpo técnico. Maleno ya no volvió a encontrar equipo. 

A la distancia el exgoleador se pregunta qué hubiera pasado si hubiera decidido quedarse a estudiar en Estados Unidos en lugar de regresar a Ciudad Juárez. “Es algo de lo que me arrepiento; quizá si me hubiera quedado allá hubiera tenido una calidad de vida diferente desde antes, pero son unas por otras, porque a lo mejor nunca hubiera sido futbolista y esos tres años que viví en Primera División no me los quita nadie”. 

Actualmente cuenta con dos canchas de futbol 7 en El Paso, Texas, donde busca promover el deporte entre los niños como una manera de salir adelante a pesar de la violencia. Su propósito es hacer lo mismo en Ciudad Juárez.  

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