Futbol
La historia del "partido fantasma" entre Chile y URSS para el Mundial de 1974
El 21 de noviembre de 1973, el Estadio Nacional de Santiago fue el escenario en donde la Selección Chilena se alzó con la victoria ante su similar de la Unión Soviética.CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).–Después del golpe de Estado perpetrado al gobierno de Salvador Allende, Augusto Pinochet utilizó el futbol como una herramienta política. Dado el carácter popular que tiene la redonda, es que ésta ha sido utilizada no solo como símbolo de libertad y unidad, sino también, como un estandarte de represión y autoridad. El balón —lastimosamente— ha sido usado estratégicamente por regímenes para ganar a toda costa.
El 21 de noviembre de 1973, el Estadio Nacional de Santiago fue el escenario en donde la Selección Chilena se alzó con la victoria ante su similar de la Unión Soviética. Sin embargo, aquel partido tuvo algo de extraño. Ante el cuadro sudamericano no había rival, sobre el césped solo hubo 11 jugadores. Ante una portería vacía, el mediocampista y capitán de esa llamada Furia Roja, Francisco ‘Chamaco’ Valdés, anotó el único tanto. Chile había calificado al Mundial de Alemania 1974, pero nadie festejó aquella victoria.
“(…) con tu nombre sabremos vencer, o tu noble,
glorioso estandarte, nos verá combatiendo caer”.
(Fragmento del himno nacional de la República de Chile)
Pinochet y el golpe de Estado
El ascenso a la presidencia del país chileno por parte de Salvador Guillermo Allende Gossens, se dio el 3 de noviembre de 1970, siendo representante del partido político Unidad Popular (UP). Pero, un 11 de septiembre de 1973, aviones Hawker Hunter sobrevolaron al medio día el Palacio de la Moneda, para poco después iniciar un bombardeo.
Tras este ataque, no solo se devastó la sede presidencial, también el gobierno de Salvador Allende. Las Fuerzas Armadas de Chile perpetraron un golpe de Estado. A partir de ese momento, el general Augusto Pinochet encabezó una dictadura militar.
Recién iniciado este régimen dictatorial por parte de la Junta Militar —nombre con el que se conoció al gobierno de Pinochet—, usó a la Selección Chilena como medio para tratar de mostrar paz y unidad en esa nación sudamericana. Dos semanas después de la toma del poder por parte de la fuerza, la Roja tendría que enfrentarse en dos partidos ante la Selección de la Unión Soviética, esto para obtener un cupo para el Mundial de Alemania 1974.
La Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol), disponía de 3.5 plazas de las 16 totales para el certamen mundialista. Sin embargo, una de esos cupos fue asignado directamente a Brasil por haber sido campeón en México 1970, por lo que 9 selecciones disputarían 2.5 lugares restantes.
Se armaron 3 grupos, cada cual comprendido por 3 selecciones. El primer clasificado de dichos grupos iría automáticamente al Mundial, a excepción del ganador del grupo 3, éste debía jugar antes una eliminatoria a dos juegos contra un representante de la zona UEFA. En caso de persistir el empate, ambos equipos deberían jugar un partido en campo neutral para decidir quién obtendría la clasificación. Todo esto bajo los señalamientos —hasta ese entonces— de la FIFA (Fédération Internationale de Football Association, por sus siglas en francés).
Grupo 1: Uruguay, Colombia, Ecuador.
Grupo 2: Argentina, Paraguay, Bolivia.
Grupo 3: Chile, Perú, Venezuela.
A mediados de 1973, tanto la Federación Venezolana de Fútbol (FVF) como el organismo de la Primera División de Venezuela, tuvieron algunas disparidades, mismas que preocuparon a la CONMEBOL y a la FIFA. Por lo que la solución fue que Venezuela abandonase la contienda para el torneo.
Chile y Perú se enfrentaron en juego de ida y vuelta. Perú se alzó con la victoria en el primer encuentro (2-0), mientras que en el segundo los chilenos hicieron lo propio (2-0). Por lo que tuvieron que irse a un tercer encuentro el 5 de agosto de 1973, en el cual la Furia Roja venció 2-1 al conjunto inca. Fue a mediados de ese mes cuando Chile conoció al rival que debería de medirse sí pretendía ir al Mundial.
Ironías de la vida, Pinochet y sus militares habían asestado un golpe cruento al gobierno socialista de Allende, el rival sobre el césped de Chile sería la nación eje de dicha ideología política: la Unión Soviética. Conforme el cuadro chileno avanzaba en su camino al torneo más importante del futbol, también iba creciendo y tomando fuerza el régimen establecido por Augusto Pinochet.
De hecho, el balón no escapó a las medidas autoritarias impuestas por el nuevo gobierno. La Selección Chilena se había reunido en concentración, pues se enfrentaría a su similar de la Unión Soviética en un juego previsto para el 26 de septiembre en el Estadio Central Lenin, Moscú. Pero ni el cuerpo técnico ni los jugadores sabían si podrían salir siquiera del país, esto debido a que la Junta Militar estableció un toque de queda y el país quedó bloqueado con el exterior; habían transcurrido tan solo dos semanas desde el golpe de Estado.
Más allá de las reglas que estableció, Pinochet sabía que la popularidad del balompié podría serle de utilidad, de tal manera que ante el ojo público a nivel internacional Chile pareciera no estar bajo un yugo autoritario. Así que autorizó que el representativo chileno pudiese viajar a tierras soviéticas, no sin advertir algo a los jugadores, no hablarían de política.
“Ellos nos dijeron que no habláramos de la situación contingente de Chile, que no habláramos con nadie, que éramos deportistas, que nos remitiéramos simplemente a lo que era nuestra misión: jugar al futbol“, comentó el mediocampista y seleccionado chileno, Leonardo Véliz, al periodista —de la misma nacionalidad— Axel Pickett, autor del libro “El partido de los valientes”.
De hecho, muchos de los futbolistas ni siquiera querían realizar el viaje, pues tenían temor de dejar que sus familias se encontrasen solas con el régimen. Más que cumplir con un deber deportivo, los jugadores veían el partido como na manera de evitar problemas con el gobierno.
Entre otros, el cuadro chileno estuvo formado por: el arquero Leopoldo Vallejos (Unión Española, de Chile), el defensa Alberto Quintano (Cruz Azul, de México), el defensa Elías Figueroa (Internacional de Porto Alegre, de Brasil), el mediocampista Carlos Reinoso (América, de México), el mediocampista Francisco Valdés (Colo-Colo, de Chile), el delantero Leonardo Véliz (Colo-Colo, de Chile), el delantero Carlos Caszely (Levante UD, de España). El timonel era Luis Álamos.
Juego de ida
El Estadio Central Lenin contó con 60 mil espectadores. Álamos planteó una estrategia sumamente conservadora. “Jugamos con seis defensas, tres volantes de contención y yo adelante, solo contra el barrio”, contó Caszely en entrevista para la BBC en 2017. Ni siquiera el atacante ucraniano Oleg Blokhin, estrella del Dínamo de Kiev —y que en 1975 ganó el Balón de Oro— pudo con la férrea muralla roja chilena. El encuentro terminó 0-0.
Casualidades: Chile al ir de visitante utilizó la indumentaria color blanco, mientras que los soviéticos como locales jugaron de color rojo. Un paso importante, no para el futbol en sí, sino para Pinochet. La Unión Soviética no había sido capaz de poder siquiera anotar un gol en su cancha. Al igual que el gobierno militar del país sudamericano, la Federación de Futbol de la Unión Soviética (1934-1991) buscó transmitir a través de la redonda su ideología política.
Era un hecho que la dictadura por parte de Pinochet no dejaba libertad alguna para pensar diferente o, si acaso, criticar su mandato. Desapariciones, tortura y asesinatos pasaron a formar parte de la cotidianeidad en Chile. “Fue el periodo en que se incriminaba y exterminaba a grupos de izquierda; al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), del Partido Comunista, partido Socialista y de la izquierda cristiana”, indica el historiador del Museo de la Memoria y Derechos Humanos de Chile, Francisco Retamal, para el documental de 2016, “La pelota sí se mancha: El fútbol durante la Dictadura de Pinochet”.
Por tal motivo, los federativos soviéticos declararon que no irían a jugar a un país en donde el gobierno actuara de tal manera contra el pueblo, que lo harían en una cancha neutral. Por si fuera poco, también señalaban que el Estadio Nacional, sede donde se pretendía realizar el encuentro, era utilizado como campo de concentración. Ante tales acusaciones, la FIFA envió una comisión a inspeccionar el estadio, pero de acuerdo a sus informes no encontraron nada fuera de lo común.
El máximo organismo del futbol fue tajante al concluir que el partido se jugaría en tierra chilena. El 20 de noviembre llegó. Un día antes de la fecha pactada para el partido, Francisco Fluxá, presidente de la Federación Chilena de Futbol (ANFP), llegó a la concentración del representativo nacional para comentarles que los soviéticos no jugarían el encuentro, que ni siquiera habían hecho el viaje, por lo que por default estaban clasificados para el Mundial en Alemania. Sin embargo, también advirtió a los jugadores que la FIFA había ordenado que tenían que entrar a la cancha y marcar un gol.
Algunas conjeturas han surgido acerca de los motivos políticos por los que la URSS no realizó el viaje. Entre ellas que los federativos soviéticos temían caer ante Chile, resultado del césped que podría tener una lectura política: el comunismo derrotado por Pinochet.
Juego de vuelta
Es así que el 21 de noviembre de 1973, 11 jugadores chilenos salieron a la cancha del Estadio Nacional. Se estima que apenas 17 mil 418 personas tomaron su asiento en el graderío del escenario cuando el cupo era para 75 mil 500 almas. Eso sí, soldados del régimen se encontraban a los costados con fusil en mano. El partido que no fue se jugó, la Roja dio el saque inicial y avanzaron con pesadumbre. El capitán Francisco “Chamaco” Valdés fue quien anotó el gol protocolario, el gol que la FIFA les obligó a encajar. Ganaron, pero parecía que nadie creía en ese marcador, es como si Chile hubiera perdido.
En las actas reglamentarias el marcador terminó 2-0 a favor de la Roja. “Fue el teatro del absurdo. Ni con los amigos se juega así. Incluso el árbitro era chileno“, recordó Elías Figueroa en entrevista con Axel Pickett. La Selección Chilena más que jugar para representar a su país, parecía haberlo hecho para un gobierno en el que no creían. Los chilenos consiguieron su cupo para Alemania 1974.
Pinochet y el régimen, conscientes de que las apariencias debían continuar, ese mismo día pactaron un improvisado juego con el Club Santos de Brasil, pues no querían que las personas que habían pagado por el boleto se quedaran sin un juego entre dos escuadras. Así que de manera rápida ejecutaron el encuentro, mismo que terminó con una derrota para los locales por 0-5. Los brasileños llegaron a Santiago sin Pelé.
El régimen autoritario de Pinochet inició oficialmente el 11 de septiembre de 1973 y culminó el 11 de marzo de 1990. Bajo el mandato del general, efectivos de las Fuerzas Armadas de Chile (Ejército, Armada y Fuerza Aérea); Carabineros (Fuerzas de Orden y Seguridad); la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA); así como la Central Nacional de Informaciones (CNI), efectuaron una política sistemática de persecución, encarcelamiento, secuestro, tortura, asesinato, desaparición forzada y exterminio a los opositores de la dictadura.
Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, murió el 10 de diciembre de 2006. De acuerdo a un último informe realizado en 2011 por la Comisión de Verdad y Reconciliación, la Corporación Nacional de Reparación y Reconciliación, y la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, la cifra oficial de víctimas directas asciende a 31 mil 686 personas, de las cuales 28 mil 459 fueron víctimas de tortura y 3 mil 227 fueron víctimas ejecutadas o desaparecidas (con 2 mil 125 casos de víctimas muertas y mil 102 desaparecidas).
Además, unas 200 mil personas habrían sufrido el exilio y un número indeterminado habría pasado por centros clandestinos de detención y tortura. Y aún hoy día se tiene duda sobre si estas cifras se acercan un poco a la realidad de aquellos años.
En ese mismo sentido, el gobierno chileno reconoció que, efectivamente, se utilizó el Estadio Nacional de Santiago de Chile como centro de detención y tortura. Cerca de 40 mil personas estuvieron en cautiverio durante casi dos meses en dicho escenario deportivo. De hecho, el día que la Selección Chilena enfrentaría a su similar de la URSS, en el estadio se encontraban aún 7 mil presos políticos.