CIUDAD DE MEXICO (apro).- Con un estreno contundente, la selección mexicana goleó 4-1 a su similar de Francia, esta madrugada en partido correspondiente al torneo olímpico de futbol varonil.

Los goles tricolores fueron obra de Alexis Vega, Sebastián Córdova, Uriel Antuna y Eduardo Aguirre.

Por los franceses anotó de penalti el goleador André Pierre-Gignac, el jugador de los Tigres de la U. de Nuevo León quien junto a Florian Thauvin refuerzan al representativo galo.

Con el triunfo, México encabeza el Grupo A, con 3 puntos, a falta del resultado que arroje el enfrentamiento entre Japón y Sudáfrica. Ahora, la selección mexicana enfrentará a los anfitriones en su segundo partido en los Juegos Olímpicos, el domingo 25 de julio a las 06:00 horas.

Los dirigidos por Jaime “Jimmy” Lozano fueron dominadores y, sobre todo, contundentes frente al arco rival durante los 90 minutos.

La primera anotación de los tricolores llegó con un certero cabezazo de Alexis Vega, luego de una gran acción individual por la banda derecha de Diego Láinez a los 46 minutos.

En un partido en que los mundialistas y capitanes Guillermo Ochoa y André Pierre-Gignac acapararon los reflectores, Sebastián Córdova aprovechó una desatención de la defensa francesa para definir con zurdazo preciso al primer poste para sorprender al portero Bernardoni a los 54’.

Francia descontó a los 69 minutos con anotación de penalti de Gignac, tras un derechazo que pasó por debajo de Ochoa, luego de que el árbitro señalara la pena máxima a César Montes por una barrida imprudente dentro del área sobre Randal Kolo Muani.

Con el dominio del esférico de un solo lado, Uriel Antuna sacó un remate de zurda, tras un doble recorte dentro del área, que pegó en la base del poste antes de que el balón descansara en las redes, a los 81 minutos, apenas un minuto después de haber desaprovechado una inmejorable asistencia de Vega.

A los 90’, México reflejó su amplio dominio de juego: el recién ingresado Eduardo “Mudo” Aguirre aprovechó las facilidades de la zaga francesa para sentenciar el duelo con violento remate, en el primer balón que tocó.