LIBROS/RECUENTO DE PALABRAS

Alzar la voz

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
lunes, 11 de agosto de 2025 · 00:31

A la memoria de Juan Francisco Sicilia

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En el año 2024 el poeta Javier Sicilia y el politólogo Jacobo Dayán realizaron una conversación sobre la actual situación del mundo, y de México en particular. El diálogo tomó como modelo la conversación que tuvieron Elie Wiesel y Jorge Semprún en 1995, a cincuenta años de haber sido liberados de los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald. El objetivo era reflexionar sobre el Holocausto y la circunstancia en que surgió, a partir de lo que padecieron como sobrevivientes.

Específicamente indicaron la necesidad de preservar la memoria de lo ocurrido, a partir de hacer una relación de sus experiencias personales y nombrar a los responsables directos e indirectos del suceso. Además, alertaron sobre los peligros de la intolerancia y los totalitarismos, y señalaron el respeto a la diferencia y la paz, como una de las maneras de enfrentar la barbarie. La conversación apareció publicada por primera vez en francés con el título de: Le devoir de mémoire, en 1996, y en español como El deber de la memoria.

A pesar de la fuerza de lo indicado por Semprún y Weisel las guerras, los genocidios, la tortura, los campos de aniquilación continúan. La situación también se da en México, en donde cada año aumenta el numero de asesinados y desaparecidos, de fosas clandestinas, de ranchos en donde son liquidados cientos de jóvenes y también son centros de capacitación del crimen organizado. Por estas circunstancias Sicilia y Dayán realizaron una conversación para no olvidar, reflexionar sobre los orígenes del mal e indicar las posibilidades de una convivencia amable y pacífica en nuestro país.  

El diálogo aparece recogido en el libro Crisis y Apocalipsis. El mal en nuestro tiempo (Ed Taurus; México. 292 pp.), que está dividido en cinco partes. En La voz de las víctimas hacen una exposición de los diferentes pensadores que denunciaron en sus obras la barbarie nazi que culminó en los campos de concentración. Y cómo está denuncia llevo a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que creó las bases legales e institucionales para vivir con dignidad.

Con el tiempo, lo sucedido que se creía superado y olvidado, reapareció con nuevos autoritarismos y violencias. En México a través del Estado y de diferentes grupos delincuenciales que mantienen el control a través de “secuestrar, torturar violar, destazar y desaparecer cuerpos en fosas clandestinas a lo largo de 1973 millones de kilómetros que tiene México, es Auschwitz”. Ante esto diferentes agrupaciones sociales han alzado la voz denunciando el oprobio.

En el segundo capítulo, Formas de lo Inhumano, y tercero Crisis o Apocalipsis tratan sobre cómo a través de los medios masivos de comunicación los grupos dominantes crean una “verdad” de acuerdo a sus intereses, por medio de la imposición de maneras, formas, visiones, gestos… que llevan a los sujetos a ser atrapados por el egoísmo, la acumulación, la soberbia, la perversión… dentro de una sociedad caótica. Ante esta situación la antigua sabiduría aconseja que “… el ser humano debe aprender a vivir dentro de los límites de su humanidad, aprender a aceptar su finitud, sus sufrimientos, su pobreza ontológica, sus vínculos con los otros y la naturaleza.” Con esta actitud se puede enfrentar el oprobio y crear una convivencia a partir de formas comunitarias nuevas.

El capítulo cuarto trata sobre el caso de México y muestra cómo el Estado de forma autoritaria ejerció el poder a través del ejército, la compra de grupos sociales a través de favores y el manejo de bandas criminales, con ellos gobernó “…reprimiendo, encarcelando, asesinando y desapareciendo gente, cooptando o pulverizando cualquier articulación social crítica, instaurando el terror…”. El dominio lo hace sobre un pueblo analfabeto funcional y amedrentado que se somete.

El quinto, El mal y la resistencia, versa sobre el origen del mal e indica que surge por la corrupción del conocimiento que fue utilizado para dominar y que creó una cultura del abuso y el desprecio. Frente a esa oscuridad algunos individuos, grupos sociales, comunidades… “…las víctimas nos empeñamos en resistir y reparar el mundo… nombrando el horror y proponiendo maneras de … que lo roto sea… reparado”.

Crisis y apocalipsis es un duro testimonio que tiene la intención de recordar la ignominia, interpretar la nueva barbarie y proponer las bases esenciales para una nueva convivencialidad, basada en la tolerancia, la diferencia, la solidaridad y la libertad. Las deliberaciones son intensas y profusas, y aunque los dialogantes buscan contextualizar sus ideas y se recurre a los pies de página, son insuficientes para el lector común. No obstante, la fuerza de la denuncia inquieta y lleva a ver con otros matices la realidad y alzar la voz frente a la infamia.

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