Roberto Saviano
El escritor Roberto Saviano llora tras la condena de los dos mafiosos que lo amenazaron de muerte
El impacto emocional de la sentencia fue evidente en Saviano, quien confesó haber enfrentado depresión y pensamientos suicidas durante estos años. “He odiado a Bidognetti y a su abogado, pero también a mí mismo por no alejarme de esta locura”, admitió.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-El escritor italiano Roberto Saviano, autor del célebre libro Gomorra, no pudo contener las lágrimas este lunes al conocer la sentencia del Tribunal de Apelación de Roma que ratificó la condena contra Francesco Bidognetti, exjefe del clan Casalesi de la Camorra, y su abogado Michele Santonastaso. Ambos fueron sentenciados por amenazas agravadas con métodos mafiosos proferidas en 2008 contra Saviano y la periodista Rosaria Capacchione. La sala estalló en aplausos, pero el escritor, visiblemente emocionado, abrazó a su abogado y expresó con amargura: “Me han robado la vida”.
El fallo confirma las penas de 18 meses de prisión para Bidognetti, quien ya cumple cadena perpetua por otros crímenes, y 14 meses para Santonastaso. Las amenazas ocurrieron durante el juicio Spartacus en Nápoles, cuando Santonastaso leyó un comunicado en nombre de Bidognetti y otro mafioso, Antonio Iovine, acusando a Saviano y Capacchione de ser “aliados” de la justicia y “enemigos” del clan. Este acto, según los jueces, fue una estrategia deliberada para intimidar a quienes exponían el poder criminal de la Camorra.
Saviano, de 45 años, ha vivido bajo protección policial constante desde la publicación de Gomorra en 2006, un libro que desentrañó las operaciones de la mafia napolitana y lo convirtió en blanco de amenazas de muerte. La sentencia, que tardó 17 años en llegar, representa para él “la más importante de mi vida”, según escribió en un artículo para Il Corriere della Sera. Sin embargo, el autor dejó claro que la victoria judicial no borra el costo personal: “Mi vida ha sido destrozada, me la han robado y no he sabido gestionarlo”.
El caso se remonta al 13 de marzo de 2008, durante el proceso Spartacus, cuando las palabras de Santonastaso resonaron en la sala como un mensaje mafioso disfrazado de defensa legal. Los jueces de Roma determinaron que no se trataba de un simple ejercicio del derecho a la defensa, sino de una intimidación orquestada para silenciar a los periodistas. Este precedente, según organizaciones como Reporteros Sin Fronteras, refuerza la protección a quienes investigan el crimen organizado.
Rosaria Capacchione, la periodista también amenazada, reaccionó con más contención: “Soy demasiado vieja para emocionarme, pero esto es un punto final desde el punto de vista histórico”. Capacchione, quien fue senadora por el Partido Democrático en 2013, ha destacado en el pasado cómo las mafias utilizan los tribunales para amedrentar. Su trabajo, junto al de Saviano, expuso los tentáculos de la Camorra en la sociedad italiana, un esfuerzo que les costó años de vida bajo amenaza.
El impacto emocional de la sentencia fue evidente en Saviano, quien confesó haber enfrentado depresión y pensamientos suicidas durante estos años. “He odiado a Bidognetti y a su abogado, pero también a mí mismo por no alejarme de esta locura”, admitió. A pesar del dolor, el escritor ve en el fallo un reconocimiento al periodismo que desafía a las mafias: “La Camorra teme a quienes cuentan la verdad”. Su mensaje a otros reporteros fue claro: “No lo hagan solos, hacer red”.
Esta condena no solo marca un hito judicial, pero también subraya el alto precio que pagan quienes enfrentan al crimen organizado. Saviano, aún bajo escolta, expresó su deseo de recuperar algo de libertad: “Quiero montar en moto, quiero pasear”. Sin embargo, reconoció que el daño es irreversible. “La victoria queda en los autos, pero mi vida ha sido maciullata [destrozada]”, dijo, reflejando el peso de 17 años de lucha.
El caso de Saviano y Capacchione resuena como un recordatorio de la importancia de proteger la libertad de prensa frente a las mafias. Aunque la justicia italiana tardó casi dos décadas en pronunciarse, esta sentencia establece un precedente crucial. Para Saviano, las lágrimas derramadas en el tribunal no solo reflejan alivio, sino también la amargura de una vida marcada por el miedo. “Es una victoria que queda para otros”, concluyó, dejando en claro que su batalla, aunque ganada en los tribunales, sigue siendo una herida abierta.