Cultura
Las mujeres de Emilio Carballido
La obra, que estará en cartelera hasta el 23 de noviembre, es un retrato de una familia, con muchos vértices dentro de ella. El autor se proyecta en aquel jovencito, el sobrino de las dos mujeres que atienden una tienda y cosen ajeno.CIUDAD DE MÉXICO (apro).-En el 53 Festival Internacional Cervantino se inauguró el homenaje a Emilio Carballido por su centenario de nacimiento (1925-2008) convocado por la Coordinación Nacional de Teatro del INBAL. Se estrenó la obra “La danza que sueña la tortuga” en el Teatro Cervantes en Guanajuato y ahora está dando funciones en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque de la CDMX.
Consideramos difícil visualizar en la actualidad los conceptos respecto a las dos mujeres protagonistas de la “La danza que sueña la tortuga”, escrita en 1954, que se observan como solteronas, amargadas, mal vistas por la sociedad y ellas mismas, ya que no cubren el primer requisito que se supone deben cubrir las mujeres: estar casadas y tener hijos. Esta realidad patriarcal, aunque en la actualidad no ha desaparecido ya existen para las mujeres más opciones. La perspectiva es comprensible por estar reproduciendo los usos y costumbres de la ciudad de Córdoba Veracruz, cerrada y tradicional, de principios de los cincuenta. Alejada un tanto de la perspectiva actual donde una mujer de 36 años es una mujer a la que no se le ha acabado la vida, no requiere de hombre que le acompañe para ser avalada por la sociedad y en la que hay tantas mujeres con hijos y padres ausentes asumiendo toda la responsabilidad.
La obra dramatúrgica de Carballido es muy extensa y tiene obras que reivindican las formas de vida tan variadas de las mujeres y nos dan una visión profunda de su tiempo.
“Palabras cruzadas” era un título más eficaz con el que ganó el Premio del diario El Nacional en 1954 y con el que se estrenó al año siguiente, ya que el nudo de la historia es por un malentendido donde se dice una cosa y se entiende otra. En 1955 la dirigió Fernando Wagner con escenografía e iluminación de Antonio López Mancera y entre los actores estaban Lupe Rivas Cacho y Miguel Ángel Ferriz.
“La danza que sueña la tortuga”, está dirigida por Nohemí Espinosa y un elenco de primera. Para los jóvenes es lejana y se observa como reliquia, y eso no deja de divertir y ser aceptada y empática por toda la audiencia que la presenció. Las risas, los suspiros, las lágrimas y los aplausos recibidos por la puesta en escena actual, lo corroboran.
La obra, que estará en cartelera hasta el 23 de noviembre, es un retrato de una familia, con muchos vértices dentro de ella. El autor se proyecta en aquel jovencito, el sobrino de las dos mujeres que atienden una tienda y cosen ajeno. Él quiere ser poeta y está muy cerca afectivamente de sus tías. Las quiere como Carballido quiso a sus tías que le contaron tantas historias que luego convirtió en teatro y por las que pudo reflejar ese mundo femenino con tanta verdad. El hermano de las tías es generoso y controlador de sus hermanas; funge como padre autoritario y, creyendo que “es por su bien”, como los machos suponen, destruye e impide la toma de decisiones de sus hermanas.
La obra está construida en tres actos y responde a la estructura aristotélica que Carballido manejaba y mantenía atentos y en tensión a los espectadores. Ahora es menos usual un largo primer acto para presentar a los personajes y su situación y cerrar con el planteamiento del problema, por lo que este primer acto resulta demasiado extenso y podría haberse acortado para entrar sin tanto preámbulo al enredo: la tía entiende que su sobrino quiere casarse con ella y él no encuentra la manera de negarlo. Los ajustes de esta puesta en escena con una duración de dos horas y cuarto, reduce la obra a dos actos y el segundo acto es dinámico, veloz y muy divertido. La directora maneja muy bien el humor y, trabajando junto a los actores, lo llevan hasta la farsa con ese dejo de melodrama que emociona a los espectadores. Tanto la dirección como las actuaciones son espléndidas. El elenco está conformado por Sonia Couoh, Carmen Mastache, Omar Betancourt, Jorge Zárate, Erika de la Llave, Cris Ramos, Berenice Riosè y Yadira Pérez.
La escenografía de Mauricio Ascencio y Ángel García tan cuidadísima. Atenta a todos los detalles que dan época y nos hacen sonreír. Las vitroleras con malvaviscos y aguas frescas, pencas de plátanos, el zacate, los cigarros Tigre y ese fumar clandestino nos sumerge en esos tiempos cuando apenas las mujeres consiguieron el voto femenino. La ambientación está apoyada por el vestuario de Mauricio Ascencio, la buena realización de la peluquería de Brenda Castro y la musicalización con boleros de Juan Pablo Villa.
“La danza que sueña la tortuga ” es una obra que se disfruta y que nos lleva a reflexionar en los usos y costumbres del presente y el pasado. Con la hábil pluma de Carballido, su visión aguda de la realidad, con ese ojo de lince que llega al fondo de los personajes y la bien acabada puesta en escena de la directora, los creativos y el equipo actoral, podemos revivir aquellos tiempos, reírnos, llorar y compartir la historia de estas mujeres entrañables, hermanas, amigas, gemelas hasta el final que nos muestran un México que está desapareciendo.