Teatro

Equus: la obra que cabalga al interior de la psique humana

En México, Equus (del latín y significa "caballo") fue estrenada en 1976 de la mano del director Enrique Gómez. Ahora, con producción de Cuarta Pared Teatro en asociación con Ícaro Teatro, Miguel Septién es el director de este nuevo montaje.
miércoles, 8 de octubre de 2025 · 18:49

CIUDAD DE MÉXICO (apro).-Equus, obra de teatro escrita en 1973 por el británico Peter Shaffer, se presenta por cuarta ocasión en la historia en México. En entrevista para Proceso, Miguel Septién quien es traductor y director; José María de Tavira quien interpreta a Martin Dysart, Emilio Schoning (Alan Strang) y Flor Benítez (Hesther Salomón, Dora Strang, coro) hablan de la vigencia de esta puesta en escena que profundiza en las pasiones primitivas, cuestiona la relación humana con lo divino e invita a cabalgar al interior de la psique.

Alan Strang, de 17 años, cegó a seis caballos durante una confusa y belicosa noche. El escenario para la barbarie ocurrió en un rancho en Winchester, Inglaterra. Martin Dysart, psiquiatra en el Hospital Rokesby (y quien funge adiconalmente como el narrador de la obra), acepta el caso del joven, a petición de la Hesther Salomon, para intentar ayudarlo, pero, además, saber qué lo llevó a ese frenesí.

Strang se niega a hablar, en cambio, llena su silencio cantado jingles y preguntas al psiquiatra. Dysart se convierte en un psicoanalista e investigador policiaco en búsqueda de la raíz de su delirio. A lo largo de la trama hallará el fervor religioso de Dora, madre de Alan; la disciplina ciega de su padre, Frank; sumado al temprano contacto que tuvo con un jinete y caballo: situaciones que llevaron al adolescente a arrojarse impulsos eróticos e idolatría hacia los equinos. Esto resonará en Dysart, quien cuestionará su propia vida, su matrimonio y las decisiones que lo convirtieno en psiquiatra.

En México, Equus (del latín y significa "caballo") fue estrenada en 1976 de la mano del director Enrique Gómez. Ahora, con producción de Cuarta Pared Teatro en asociación con Ícaro Teatro, Miguel Septién es el director de este nuevo montaje y también es responsable de traducir la dramaturgia de Peter Shaffer. y también es responsable de traducir la dramaturgia de Peter Shaffer.

“Esta obra de Shaffer la leí por primera vez hace 20 años y desde ese momento me impactó debido a la manera en que, pienso, plantea la deshumanización que enfrenta la sociedad a partir de los avances tecnológicos que, en lugar de ser herramientas que nos permitan avanzar —en diferentes sentidos—, nos despoja de nuestra esencia primitiva”, señala Miguel Septién, director y traductor de esta puesta en escena.

De ahí su necesidad de traer de vuelta esta obra, pues el dramaturgo considera que cuestiona la existencia humana que cada vez es más desolada y desconectada de las pasiones y sentidos. Para Septién, Equus busca generar un “ritual teatral” que permita al público sumergirse y adentrarse en la cueva de su propia psique.

Por su parte, José María de Tavira habla acerca de cuál ha sido el mayor reto que encontró al encarnar al psiquiatra Martin Dysart:

“Interpreto un personaje que no sólo forma parte de la trama, sino que también narra, de tal manera que termino guiando al público. Los monólogos de Martin Dysart son crípticos y mi gran tarea es poderlos comunicar para que sean comprensibles y, al mismo tiempo, llenar de emociones a quienes están en sus butacas. Soy quien debe mantener la mayor atención y tensión en lo que estamos contando para que el público sienta lo mismo”.

En cuanto a la importancia y vigencia de esta obra, el actor asegura que entre la música que se encuentra presente a lo largo de la puesta en escena, los cantos del ensamble, las velas y sus actuaciones, quienes se encuentra en el escenario están realizando un “aquelarre teatral”.

“Somos una generación que se está malacostumbrando a las respuestas fáciles e inmediatas, a la fugacidad de temas en redes sociales y a no complejizar lo que ocurre en nuestro entorno. Aristóteles dijo que ´es la marca de una mente educada ser capaz de entretener un pensamiento sin aceptarlo´ y me parece que esta obra nos invita a entretener ideas sin la necesidad de aceptarlas y a considerar que las barreras conceptuales son permeables”.

Emilio Schoning, quien interpreta a Alan Strang, puntualiza que su personaje tiene una sensibilidad nítida que le permite sentir pasiones y fervores a los que mucha gente jamás se permite llegar, aunque, a la par, camina con una incomprensión de sí mismo que lo convierte en una figura apasionada y conmovedora.

El mayor reto a nivel profesional y personal al que se enfrenta en este montaje, señala, es que Alan Strang se adentra a zonas y a rincones, incluso abismos, que parecieran no tener fondo. Es por ello que comenzó a tener tanto un acompañamiento psicológico como uno foniátrico, pues no sólo experimenta un desgaste emocional, sino también vocal.

“A lo largo de mis intervenciones miz voz es parte fundamental de las emociones de Alan; uso una voz profana: gritos, gemidos, suspiros, todas esas voces que no son tan claras. Aprendí que necesito un acompañamiento integral para sentirme cómodo y obviamente discernir lo que ocurre dentro de la obra.

“Hay instantes que son trágicos y de sufrimiento, miedo, dolor, vergüenza y otros que son de belleza, estética, disfrute, libertad. Por ejemplo, al final del primer acto, cuando me desnudo, comprendo que eso es una metáfora de la liberación mental y social de Alan. Soy el único en el recinto que está sin ropa porque el personaje, a diferencia de los demás e incluso del público, se atreve a dejarse llevar por sus pasiones”, explica Schoning.

En lo que concierne a la relevancia y vigencia de esta obra, argumenta que esta pieza es que contagia al público de ferocidad y arrojo, incita a cuestionar más allá de lo que ocurre en el teatro, y que toma de la mano al espectador para adentrarse en lugares oscuros de la naturaleza humana mientras sostiene una antorcha que es la imaginación.

Flor Benitez, además de dar vida a Hesther Salomón y a Dora Strang, a la vez que forma parte del coro junto a Luz Olvera, Héctor Berzunza y Humberto Mont. Al respecto enfatiza la importancia de este ensamble, el cual, a través de la música, del canto, los ritmos y velas proponen ambientes de tensión, drama, confusión y pasión, mismos que acompañan, sin pisar, las actuaciones de Emilio Schoning y de José de Tavira.

Agrega que la propuesta de la obra de mantener a cada actor y actriz en el escenario promueve una conexión incesante y constante que lee como un “rasgo voyerista”, ya que ven todo lo que ocurre; se alimentan de ello, pero también dan de sí e integran, por tanto, al público.

Al ambiente que crean se suma el dinamismo que aportan tres elementos que permiten edificar el universo de Equus: dos sillas y una mesa que convierten el escenario en una habitación de hospital, de casa, oficina y hasta un establo.

“Vivo desde tres perspectivas la obra: una de ellas es como parte del coro y las otras dos como Hesther Salomón y Dora Strang, ambas son mujeres con una gran fortaleza, pero al mismo tiempo tan diferentes entre sí; la primera tiene fuerza a partir de saber lo que quiere, no duda, mientras que la segunda, una mujer religiosa, va construyéndose y encontrándose conforme avanzan las escenas.

“De esto se trata Equus, una obra que habla de pasiones que chocan contra una sociedad que intenta sosegarlas Es una oda a la humanidad, a lo primitivo. Lleva a la reflexión, pero sumerge en preguntas, pero también a la crítica y a cuestionamientos de nuestra naturaleza. Equus no permite escapar a nadie”, concluye Benitez.

Este montaje cuenta con cuatro actores y dos actrices que en ningún momento bajan del escenario, sino que alternan a lo largo de los cerca de 160 minutos: José María de Tavira (Martin Dysart), Emilio Schoning (Alan Strang), Flor Benítez (Hesther Salomón, Dora Strang, coro), Luz Olvera (Jill Mason, enfermera, coro) Héctor Berzunza (Frank Strang, Harry Dalton, coro) y Humberto Mont (jinete, caballo, coro).

Composición y dirección musical de Dano Coutiño; diseño sonoro de Miguel Jiménez; escenografía e iluminación de Félix Arroyo; vestuario de Giselle Sandiel.

La obra se presenta los fines de semana, con diversos horarios, en el Teatro Milán. Viernes 20:00 horas, sábados a las 19:00 horas y domingos 17:00 horas, hasta el 12 de octubre.

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