Teatro/En este lado
Obras completas de Mancebo del Castillo
Con sus propios códigos, su lenguaje, su construcción dramática y su desbordada imaginación, Gerardo Mancebo del Castillo nos hizo transitar por lugares pocos conocidos que él inventaba y daba una lógica particular a lo que por lógica no tenía relación.Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Gerardo Mancebo del Castillo marcó los escenarios con sus universos no realistas. Con sus propios códigos, su lenguaje, su construcción dramática y su desbordada imaginación, nos hizo transitar por lugares pocos conocidos que él inventaba y daba una lógica particular a lo que por lógica no tenía relación. Las reglas del juego eran diferentes, las suyas, y nos sumergía en mundos más allá de lo onírico y más acá de lo existencial.
La revisión de sus obras nos hace constatar su actualidad, y es un gran logro que ahora se hayan compilado en un libro publicado por Letra Capital, fondo editorial del municipio de Querétaro. Se presentó el pasado 6 de septiembre en el Hay Festival 2024 de Querétaro, por Manuel Naredo, Noé Morales e Imanol Martínez, poniendo en alto el nombre y la obra de este creador que poco se recuerda por su escritura y más por llevar su nombre un premio para joven dramaturgia que año con año convoca el Centro Cultural Helénico.
Gerardo Mancebo del Castillo (1970-2000), fue un dramaturgo excepcional, tanto por su originalidad como por los contenidos que proponía en sus textos. Nació en Querétaro, estudió la carrera de Ciencias de la comunicación en el Tecnológico de Monterrey y de actuación en el Foro Teatro Contemporáneo que comandaba en ese tiempo Ludwik Margules. Desde el Tec ya se interesaba en el teatro y fue actor de la compañía que ahí existía, para después actuar junto con otros grupos en la Ciudad de México y participar como intérprete en sus propias obras.
Su pieza más significativa es Las tremendas aventuras de la capitana Gazpacho o de cómo los elefantes aprendieron a jugar canicas, contenida en este libro, y por ella obtuvo el premio a la mejor dramaturgia del año por la Asociación de Críticos y Periodistas Teatrales (1998). Se ha montado en distintas ocasiones con propuestas diferentes, y en ella crea su mundo calánime donde ocurre una historia surrealista de una Capitana que, como si fuera Don Quijote, se enfrenta a los molinos de viento de su imaginación y se sumerge en realidades que retoman cuentos como el de Alicia en el país de las maravillas y situaciones como las del teatro existencialista y absurdo de Samuel Beckett.
Obras y autores clásicos los transforma y dialoga con ellos desde la contemporaneidad; así, Rebelión pareciera ser otra versión de Vladimir y Estragón en Esperando a Godot, pero revisitados; a través del clown recrea a estos dos personajes que esperan y dialogan, aunque nunca les responda, con “su creador”, el escritor, que con humor cuestionan al ser que los hace hablar o callar y se rebelan contra él, desde sus precarias posibilidades.
De los clásicos también hace El galán fantasma o la versión híper-super y contralibérrima de un Calderón con frijoles y Noche de Epifanía de Shakespeare (concluida por Alfonso Cárcamo). Sobre sus obras también se puede leer el artículo que esta columnista escribió en el número 4 de la revista Paso de Gato en el 2011 (https://issuu.com/galdiyu/docs/pdeg_44_digital).
Otra obra más compleja es Geografía, o a quién miran las estrellas, que ubica en su mundo calánime, entrelazando historias fragmentadas, islas que se conjugan y se transforman. Esta obra, junto con la de Las tremendas aventuras de la Capitana Gazpacho, fueron dirigidas por Mauricio García Lozano, y la segunda, que se mantuvo dos años en cartelera, protagonizada por él y Ana Francis Mor. Ella también dirigió La noche que raptaron a Epifanía, presentada en el Teatro Julio Castillo, con elenco femenino en el cual se encontraban Rita Guerrero, Haydeé Boetto, Carmen Mastache, Monica Huarte y Nora Huerta.
Gerardo Mancebo del Castillo murió joven, a los 29 años de edad, y le faltó mucho por compartirnos, pero las obras que dejó ahora, gracias a este libro con sus obras completas, se podrán leer y tendrán oportunidad de, tal vez, existir en el escenario a través de los ojos de las nuevas generaciones.