Cine

“El maestro jardinero”

Con "El maestro jardinero", Paul Schrader completa su trilogía sobre la redención, cintas cuyo único denominador común es el tema que obsesiona a este realizador de familia y educación calvinista.
sábado, 18 de mayo de 2024 · 08:36

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición a partir de este mes se volvió mensual, publicarán en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Taciturno y de apariencia monacal, Narvel (Joel Edgerton) es jardinero, no de esos que decoran, sino enfocado a la horticultura, esa novedad que combina arte y tecnología bajo el ideal de mejorar y sustentar la relación del ser humano con el planeta.

Su territorio se haya bajo el dominio de la señora Haverhill (Sigourney Weaver), para quien trabaja y con quien también mantiene una relación. La rutina se altera cuando la patrona le pide que acepte a Maya (Quintessa Swindell), su sobrina nieta, para discípula, como si a ese controlado jardín entrase la serpiente, que no es precisamente esta joven de raza mezclada, sino el negro pasado que Narvel lleva impreso en la piel.

Con El maestro jardinero (Master Gardener; Estados Unidos, 2022) Paul Schrader completa su trilogía sobre la redención, cintas cuyo único denominador común es el tema que obsesiona a este realizador de familia y educación calvinista, que no vio película alguna antes de cumplir 17 años; y no es que apenas haya declarado su vocación de buscar abogar por el rescate del corazón humano: el tema lo persigue desde el inicio de su carrera como guionista, con la celebérrima Taxi driver (1976) que dirigió Martin Scorsese, a la que siguió Toro salvaje, entre otras. Entre las primeras cintas que realizara, sobresale Gigolo americano (1980) porque ahí Schrader comienza a dominar la técnica y estética de su admirado Robert Bresson, y establece definitivamente el sistema de lo que llama cine trascendental.

Con esta nueva trilogía Schrader decide ponerse al día con los tópicos que más le preocupan de este truculento siglo XXI, ya no tan nuevo; en La iglesia de la salvación (First Reformed, 2017), el melancólico sacerdote enfrenta temas como el terrorismo y el deterioro climático; en El contador de cartas (2021), el jugador vive bajo el tormento de la culpa por haber participado en Abu Ghraib, guerra de Irak y demás horrores. Ahora la propuesta era ajustar cuentas con los neonazis. Porque Narvel, que vive bajo un nombre falso, es un testigo protegido, anteriormente supremacista blanco que ahora insiste en mantener sus tatuajes no como trofeo sino para no olvidar de dónde viene.

El desarrollo de la trama resulta previsible en cuanto Schrader recurre a los resortes propios de los géneros que combina, rescate de la joven de manos de los gánsters que la buscan para ajustar cuentas, romance del héroe con la princesa, la consiguiente rivalidad entre la doña para quien trabaja y la mujer joven, Maya, la sobrina nieta, de raza mezclada como la llama la tía con un dejo de desprecio. Pero el manejo narrativo es austero y preciso, no hay derroche de violencia, cada movimiento de cámara es preciso, la edición ordena secuencias y ritmos a la manera del bello jardín que le sirve de metáfora.

La formación académica de Schrader es de filósofo, uno muy serio, como el libro que escribió, El estilo trascendental en el cine (1972), dedicado a explorar la obra de Ozu y de Bresson, entre otros, y que actualizó recientemente para incluir a directores como el mexicano Reygadas. Una de las líneas de entendimiento del cine trascendental es la del mandala, el cine como soporte a la contemplación, de ahí el cuidado de la posición de la cámara, la carga simbólica de cada detalle en diferentes niveles, como los tatuajes que terminar por significar estigmas en sentido cristiano. El jardín mismo es una obvia referencia a Candide, o del optimismo, el cuento filosófico de Voltaire cuando el “derviche”, al final, sentencia que “hay que cultivar nuestro jardín”.

 

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