Arte

Contra la desaparición del MACAY

Indignada por la reducción de espacios que ha impuesto el INAH al Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (MACAY), Rosario Guillermo expresó su descontento a través de una espontánea acción corporal que consistió en exhibir sus nalgas desnudas ante funcionarios.
sábado, 30 de marzo de 2024 · 08:20

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CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).– Aun cuando a simple vista podría parecer insolente, la acción que realizó la reconocida escultora Rosario Guillermo en el Museo MACAY, el pasado miércoles 27 de marzo, es una acertada y pertinente pieza de activismo artístico.

Indignada por la reducción de espacios que ha impuesto el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) al Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán (MACAY), la artista expresó su descontento a través de una espontánea acción corporal que consistió en exhibir sus nalgas desnudas ante funcionarios del INAH que han participado como mediadores en la alteración del inmueble. En concreto, frente a Luciano Cedillo Álvarez, quien ha sido severamente cuestionado como director del INAH de 2005 a 2006 por haberlo dejado en una situación de “caos financiero, administrativo y laboral” (“La Jornada”, 29 noviembre 2006), ahora colabora con el actual director, el arqueólogo Diego Prieto.

Ubicado en el inmueble denominado Exateneo Peninsular o Exarzobispado, frente a la Plaza Independencia, en Mérida, Yucatán, el MACAY es un recinto especialmente valioso por dos razones: es el único museo dedicado a la promoción y difusión del arte moderno y contemporáneo en toda la península de Yucatán; y además, evidencia la potencia creativa de los artistas yucatecos al exhibir el acervo de tres grandes autores: Fernando García Ponce (1933-1987), Fernando Castro Pacheco (1918-2013), y Gabriel Ramírez (1938).

Inaugurado en 1994, el MACAY es producto de un convenio de tiempo ilimitado entre el gobierno del estado de Yucatán y la Fundación Cultural Macay, A. C., siendo esta última la responsable tanto de la administración del inmueble como del diseño y operación del museo. Constituido a partir de la colección de la Fundación, el museo sobresale por exhibir no sólo firmas yucatecas sino, también, obras de artistas internacionales como el catalán Antoni Tápies y el estadunidense Robert Motherwell.

Y al lado de ellos, la presencia de artistas mexicanos de lenguajes contemporáneos ha sido siempre una constante. Entre los muchos creadores que han ocupado las salas del MACAY se cuentan Ángela Gurría, Manuel Felguérez, Jesús Masyagoitia, Héctor de Anda, Gabriel Macotela, Demián Flores y Gerda Gruber, la maestra que impulsó en México la escultura en cerámica.

Sin tomar en cuenta la pertinencia de los servicios que ofrece el MACAY --como exposiciones temporales de artistas vivos de primer nivel y la organización de talleres infantiles--, el INAH, desde 2022, ha intervenido y remodelado algunas salas sin informar oficialmente sobre el propósito de la alteración y reducción del museo. Con base en lo que señala su director, Rafael Pérez y Pérez, en una junta reciente, Luciano Cedillo mencionó la creación de un museo de historia decimonónica de Mérida. Una idea que, de llevarse a cabo, resultaría sumamente cuestionable, ya que existe un Museo de la Ciudad de Mérida en donde podría ubicarse ese proyecto.

Y precisamente esa falta de información y reducción de salas fueron las causas que provocaron que Rosario Guillermo realizara su acción performática. Convencida de que los funcionarios no escuchan la voz de los artistas, la yucateca, que se encontraba restaurando una pieza de su propiedad en el espacio denominado Expoforo, aprovechó la presencia de los responsables de la alteración del inmueble para gritarles, con la osadía de su cuerpo desnudo, el rechazo a su gestión.

Consciente también del derecho a la cultura que le otorga su identidad ciudadana, la escultora sustenta su acción en una defensa que trata de evitar el robo gubernamental del patrimonio. Desde su perspectiva y la de muchos otros artistas, el MACAY es un patrimonio y una herencia cultural que no debe sustiturse por ningún otro museo. Apasionada en su acción y lúcida de pensamiento, Rosario Guillermo considera que la desaparición del MACAY sería un robo patrimonial.

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