LIBROS

José Agustín y la edición conmemorativa de "La tumba"

Editorial Alfaguara, de Penguin Random House, lanzó esta primera novela publicada originalmente hace 60 años por Juan José Arreola. Presentada en la Feria del Libro de Guadalajara, contiene testimonios recopilados por la editora Dalila Carreño.
miércoles, 11 de diciembre de 2024 · 10:52

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La Feria Internacional del Libro FIL 2024 de Guadalajara y la editora Penguin Random House rindieron el homenaje a José Agustín: de La tumba al infinito el viernes 8, con participación del poeta Ricardo Castillo, José Eugenio Sánchez, Margarita Bermúdez y Andrés Ramírez, estos últimos compañera e hijo del escritor José Agustín, respectivamente, fallecido el 16 de enero de 2024 a los 79 años. 

El evento presentó asimismo la edición conmemorativa de Alfaguara Penguin Random House a la primer novela del pionero de “la literatura de la Onda”: La tumba, publicada por el literato jalisciense Juan José Arreola hace 60 años, y la cual el propio José Agustín destacó hace dos décadas como un “rito del pasar de la niñez a la juventud”, narrado en primera persona por su personaje principal, el adolescente de clase media alta Gabriel Guía. 

Tal edición conmemorativa con 308 páginas incluye fotografías y conversaciones sobre los momentos más significativos de la vida del autor con familiares, amistades cercanas y escritores: su viaje a Cuba durante la campaña de alfabetización en el gobierno revolucionario de Fidel Castro, su participación en el taller literario de Arreola, la publicación de La tumba, la relación con su esposa Margarita, hijos (Jesús, Tino y Andrés), hermanos y colegas; su prisión en Lecumberri, días finales y trascendencia. 

Brenda Navarro sobresale en “Viernes, 3AM del clic, clic, clic…, de José Agustín” (el prólogo de esta nueva edición de La tumba), dos aspectos:  

“el hacer del autor era desde un primer momento disruptiva con el establishment” y “tanto para José Agustín como para mí, la literatura no puede estar separada de la música y viceversa… Junto con pegado, como debe ser todo arte: interdisciplinario.” 

En La tumba, el joven novelista acapulqueño de 16 años hace gala de vastas lecturas literarias y de filósofos que abarcan a Chéjov, Nietzsche, Rimbaud, Kierkegaard, Pound, Heidegger, Beckett, Kant, Malraux, Verlaine, Gide, Lagerkvist, Strindberg o Kerouac, a la vez que hay referencias a músicos clásicos y de jazz como Wagner, Ravel, Orff, Strawinsky, Debussy, Grieg o Mongo Santamaría, Duke Ellington, Satchmo, Cannonball Adderley, Peter Appleyard y, por último --pero no de menor importancia--, sobre el naciente rock and roll. Como confesó José Agustín en El rock de la cárcel: 

“A fines de 1955 empecé a oír el Hot 10 o Hit Parade de Radio Mil. Era la época de Rock around The Clock, Sixteen Tons, etcétera. Aún faltaban dos meses para los primeros discos de oro de Elvis Presley, de quien fui fanático devoto.” 

La semblanza “Los años de La tumba” desglosada en cuatro partes por Leopoldo Lezama en esta edición de Alfaguara, da en el centro: 

“Cuando cumple 17 años, Gabriel [el personaje principal] celebra una monumental fiesta en la que refrenda su independencia: Mamá no estaba y lo raro es que papá estuviese. El regalo de su padre es un cheque de tres mil pesos. Ese acto provoca que Gabriel rompa en llanto… (bajo su aparente dureza se esconde un ser frágil). Un alma que no quiere amar, como escribe en unos versos a manera de epitafio. En esa reunión sucede un instante paradigmático: aparece el rock and roll tocado por la orquesta. La tristeza de Gabriel es demolida por un ritmo convulso: Tal parece que el rock fue grito de guerra.” Al final de su ensayo, Lezama certifica: 

“La tumba representó un estallido interno cuyas ondas se han expandido a lo largo de las épocas. Sesenta años después, la novela de aquel genio adolescente sigue siendo un detonador de la sensibilidad o un despertar del espíritu.” 

Así lo recuerdan… 

Importante aportación a este volumen conmemorativo de Alfaguara Random House por 60 años de La tumba, son la decena de testimonios recabados por la periodista y experta en libros Dalila Carreño, quien entrevistó a diez personajes clave en la vida de José Agustín. 

La editora Carreño despliega estos diez textos impactantes con la voz de Margarita Bermúdez (compañera de José Agustín) en “La eternidad del final”; la poeta Elsa Cross: “Que sean mis compadres es un regalo”; Hilda Ramírez (hermana de José Agustín): “¡Era genial!”; el escritor Enrique Serna: “El nacimiento de la novela juvenil”; Alejandro Ramírez (hermano del autor): “Fue rebelde toda la vida”. 

Además, las palabras de la narradora Sara Sefchovich: “Un escritor dedicado a su oficio”; Margarita Dalton (primera esposa de Agustín y su pareja en la Cuba de 1956, a donde fueron para enseñar a leer y escribir): “La aventura de la alfabetización”; Yuri Herrera, escritora y profesora hidalguense de la Universidad de Tulane, Nueva Orléans: “Una renovación artística”; Leticia Araujo (amiga de José Agustín y Margarita desde la Prepa 7 UNAM ): “Un amor inmensamente grande”; y Rosario Casco (cercana a los escritores “de la Onda” por haber sido esposa de René Avilés Favila): “La tumba abrió una vertiente de lenguaje desenfadado y juvenil”. 

A continuación, por consentimiento de Penguin Random House Grupo Editorial ofrecemos una condensación de “Así lo recuerdan…”, testimonios recopilados por Carreño para nuestros lectores de La tumba (págs. 187 a 296). 

Margarita Bermúdez, su gran amor 

“Fue una vivencia muy especial estar con él, yo me dediqué a leer sus cuadernos donde había escrito poemas en francés, en inglés, estaba escribiendo cuentos, yo pensaba: ‘Estoy con alguien muy especial, no doy crédito todavía de lo que está sucediendo’. Tenía tantas vertientes, realmente era muy sorpresivo. Él se sentaba y empezaba a escribir, era como un médium, como si le estuvieran dictando, era muy intuitivo, se había preparado leyendo a los griegos, el imperio austrohúngaro y quién sabe cuánta cosa, le gustaba mucho la historia de Europa, de México, más la música que fue fundamental en su obra” (…) 

“Soñaba muchísimo… Próximamente va a salir un libro de sus sueños.” 

La poeta Elsa Cross 

La vigencia de La tumba y de los demás libros de José Agustín yo siento que se debe a la forma en que presentan una visión de la realidad muy directa y muy fresca, despojada de convencionalismos e hipocresías, y que al mismo tiempo no trata de estar dando lecciones ni de postularse como la única visión posible. El lenguaje directo, las mentadas de madre y los constantes albures resultaban muy inusuales y refrescantes, y tal vez fueron el elemento más corrosivo para desvirtuar, aun involuntariamente, muchas construcciones monolíticas y modernas de la literatura del momento. Abrió muchísimas vías a la narrativa posterior, tal vez esto no se ha valorado plenamente. 

Hilda Ramírez, hermana mayor 

“Éramos muy semejantes. Nos encantaba el yoga, la astrología, el tarot, todo lo mágico (…) Era muy travieso, inteligente, con un cerebro privilegiado… en preprimaria le dieron 10 medallas, creo. Siempre fue muy aplicado, pero muy rebelde (…) se la pasaba escribiendo, leyendo y oyendo música…, era muy libre, nada lo detenía de ser él mismo (…) nosotros somos revolucionarios de nacimiento, éramos de izquierda radical (…) era un hombre optimista que a todo le encontraba una enseñanza (…) Siento que esos viajes que tuvimos con el LSD, hongos y todo, él los está viviendo ahorita, que anda fascinado viajando por todo el universo. No creíamos en el cielo, ni en el infierno, ni en ninguna de las cosas que nos inculcaron en las religiones (…) yo no sé si estará con Dios, pero de que se la está pasando bien, sí. Eso siento y deseo.” 

Enrique Serna 

“Creo que La tumba sorprendió a los lectores de los años 60 por situarlos en un mundo desconocido para la mayoría de los adultos: nadie hasta entonces había expuesto los conflictos de la adolescencia y la juventud temprana con una sinceridad tan radical. Sigue vigente porque la juventud de todas las épocas tiene rasgos de carácter inmutables, aunque las modas musicales y el habla popular hayan cambiado mucho desde entonces... En comparación con su obra posterior, es una obra con un lenguaje más sobrio, tal vez por la influencia de Juan José Arreola, que fungió como partero de la novela. (…) 

“Para mi gusto, con La tumba nace la novela juvenil mexicana, pues nunca se había dado el caso de que un muchacho hiciera una radiografía generacional tan honesta y provocadora, empleando un lenguaje que ya empezaba a desafiar las normas de la corrección literaria.” 

Alejandro, hermano de José Agustín 

Hoy en día, Alejandro atesora invaluables recuerdos con su hermano -escribe Dalila Carreño-. Piensa en la convivencia que tuvieron en Barcelona, donde el escritor pasó una breve temporada escribiendo, en colaboración con Gabriel García Márquez, el guion de Bajo el volcán (película que dirigiría Paul Leduc e inspirada en la novela de Malcolm Lowry).  

“Fuimos a verlo en su día de descanso -explica su hermano en el testimonio-, le entramos a los carajillos, sabroso, fueron momentos muy agradables que disfrutamos mucho. También lo fui a visitar cuando vivían [José Agustín y Margarita] cerca de Los Ángeles…, convivíamos muy a gusto”, recuerda. Más adelante, el Nobel colombiano se convirtió en compadre del autor al apadrinar en su bautizo a José Agustín, Tino, el tercer y último de los hijos del escritor, nacido el 2 de agosto de 1975.” 

Sefchovich, vigencia vs actualidad  

“Todos los estudiosos de la literatura mexicana y todos los lectores de la época dijeron, cuando se publicó La tumba, que fue una ruptura con la literatura mexicana (…) solemne y con afanes de representar a toda la sociedad a través de sus personajes. Yo, sin embargo, considero que esa novela no queda por completo fuera de ese afán. (…) José Agustín pretendió representar a los jóvenes de la época, así en plural, como si todos fueran lo mismo, un grupo hegemónico, aunque sus personajes eran los de clases medias urbanas. 

“Dicho lo anterior, para mí la aportación más significativa fue la de mostrar la cotidianidad de esas clases medias, algo que ni los Fuentes ni los Spota ni los Rulfo ni los Arreola ni los Garro ni las Castellanos habían hecho (…) No estoy de acuerdo con esa afirmación de que La tumba sea tan actual. Los jóvenes han cambiado en las seis décadas que han trascurrido desde su publicación, ha cambiado la relación con los padres, maestros, compañeros, parejas, ya nada de eso es como lo describe la novela, la manera de vivir y pensar la vida ya no es así, y tampoco lo es el lenguaje. (…) 

“Entonces, volviendo a la pregunta de su actualidad, yo cambiaría esa palabra por vigencia y diría que La tumba tiene vigencia por la importancia histórica del propio José Agustín, que se debe menos a sus primeras novelas que a la obra que escribió después y que fue mucho más compleja.” 

Margarita Dalton, escritora brigadista 

Margarita considera que La tumba es una obra que rompió los cánones tradicionales de la literatura que se escribía en la década de los sesenta: 

“Yo creo que la forma de escribir de José Agustín abrió nuevas puertas, igual que lo hizo Parménides García Saldaña, igual que lo hizo en su momento [James] Joyce, y como lo han hecho tantos autores que han roto con tradiciones literarias y esquemas de cómo debe escribirse (…) José Agustín tiene esa habilidad de hacer una transformación, una creación, una revolución con el lenguaje. Toma palabras que quizá no estén bien vistas [por la sociedad], pero que reflejan un sentir de la juventud. Él está representando la época que le tocó vivir, lo que le tocó escuchar, y creo que también sus orígenes en Acapulco.” 

Yuri Herrera. Permanencia 

-¿Qué elementos cree que han hecho que La tumba sea una obra tan perdurable? -le pregunta Dalila Carreño en el apartado “Una renovación artística” a la autora de La estación del pantano, quien contesta: 

“Porque sigue leyéndose por gusto y no por obligación, porque su protagonista es, como los protagonistas de la vida actual, uno inconforme y solitario, aunque el contexto haya cambiado. (…) sus contribuciones están ahí, a la vista de todos: una actualización del lenguaje literario, un cambio de foco con relación a la historia, lo nacional, la masculinidad incluso. Y en general, que desafió la idea misma de canon; hasta la torpe manera en que fue denominada toda esa nueva ola narrativa (“la Onda”) refleja una incomprensión de lo que estaba pasando, no una mera moda sino una renovación artística.”  

Leticia Araujo. Flecha de Cupido 

Cuando se conocieron, el autor acababa de regresar de Cuba y las amigas no podían creer todo lo que les contaba… 

“Nos dejó impresionadas esa belleza interna que tenía José Agustín, esa belleza cultural…, era un genio, un hombre tan culto y lleno de tantas cualidades.” 

Para ese momento, el joven autor ya había escrito “Tedio”, un cuento que después tallereó con Juan José Arreola y se convirtió en La tumba (…)  

“Yo no era escritora, más bien iba por metiche. Por lo que yo vi, Arreola era muy duro, muy crítico con lo que llevaban varios escritores, pero al mismo tiempo a Pepe como que lo guiaba más, [a pesar de que] era de los más chicos.”  (…) 

En 1967, cuando José Agustín mantuvo una aventura amorosa con la actriz Angélica María, Leticia fue un gran apoyo para Margarita. “Me enteré porque me llamó y me dijo que se iba a divorciar de Pepe por Angélica María y que se iba a Acapulco. Estaba tan dolida, tan triste (…) Si Margarita no da el primer paso y va a buscar a José Agustín, no sé qué hubiera pasado porque esa mujer [Angélica María] ya lo tenía medio harto. A la hora que [él] vio a Margarita, imagínate nada más, ¡se le revolvió todo! Y la otra, que vio el gran amor [que se tenían], se hizo a un lado. Eso fue lo que salvó ese matrimonio, ese sentimiento de Margarita y de José Agustín.” 

Rosario Casco, amor poético 

“La última vez que lo vi fue cuando cumplió 77 años que Margarita me invitó [al festejo]… Era una persona sumamente inteligente, con un sentido del humor muy desarrollado, y muy romántico. René [Avilés Favila, su esposo] y yo fuimos varias veces a Cuautla a comer con ellos, y nos la pasábamos estupendamente oyendo música y platicando de literatura. Era un amante del rock y tenía muchísimos discos. Su hermano piloto le traía los discos más recientes y siempre estaba al día en cuanto al rock. El recuerdo más bonito que tengo de él en cómo amaba a Margarita. Le decía Poema o Poemín. Fue un gran amor.”  

“Una crónica regia” 

El último texto del libro conmemorativo La tumba corresponde al periodista Daniel de la Fuente, publicado el 20 de enero de 2024 en el diario El Norte, a cuatro días del deceso de José Agustín. Culmina diciendo: 

La gran cualidad de José Agustín, contrario a otros, es que fue un escritor venerado no solo por una generación, sino por varias. Su obra es un culto. Es imposible hablar de la literatura mexicana sin los libros de este autor prolífico. El escritor mexicano que verdaderamente es leído por legiones.” 

Los editores exponen en su sitio de red: 

“Con La tumba se inauguró un nuevo ciclo de la literatura mexicana, en la que los jóvenes, su lenguaje y su furia tienen un peso central y decisivo, y de la cual José Agustín es un exponente indiscutible. La tumba es una de las obras esenciales de la literatura mexicana del siglo XX. Pionero de la literatura de la Onda, José Agustín ha sido una voz rebelde y fundamental en el panorama literario de nuestro país. Su narrativa, marcada por el uso del lenguaje coloquial y la experimentación formal, capturó como pocos la juventud, la contracultura y el México urbano del siglo XX, convirtiéndose en una referencia para generaciones de lectores y escritores, un autor que supo retratar como nadie los sueños, frustraciones y vivencias de varias generaciones.” 

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