Teatro/De este lado
“Camille Claudel... sin Rodin”
Camile Claudel... sin Rodin no es exactamente una obra biográfica que recorre de principio a fin la vida de Camille; es más bien una serie de viñetas sobre momentos vividos por la escultora, pero eso sí, y fundamentalmente, con una perspectiva de género.Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Camille Claudel fue una escultora francesa (1864-1943) injustamente ingresada a un psiquiátrico para estar ahí por 30 años, incomunicada y coartada en su expresión creativa, hasta su muerte.
Fue una escultora que desde su infancia hacía piezas de barro. Su maestro Augusto Rodin, 24 años mayor que ella, reconoció su talento: era su modelo y su musa; trabajó en su taller donde ella moldeaba las manos y los pies de las esculturas de Rodin y que a él se le dificultaban, además de colaborar en tantas otras esculturas. La hizo su amante a los 19 años y mantuvieron su amorío por nueve.
La historia trágica de Camille Claudel, marcada por el sistema patriarcal del momento, ha sido contada en varias películas y obras de teatro. En el 2019 Yuriria Fanjul se lanzó a interpretarla en el Teatro de la Capilla en Camille Claudel... sin Rodin, de Gaël Le Cornec, con la dirección de Diego Vázquez y que ahora se presenta en el Foro de la Gruta en el Centro Cultural Helénico. Hay cambios significativos de la propuesta de aquel tiempo, y una de ellas es la relación con el público y el lenguaje mundano y local que ahora a momentos utiliza.
Camile Claudel... sin Rodin no es exactamente una obra biográfica que recorre de principio a fin la vida de Camille; es más bien una serie de viñetas sobre momentos vividos por la escultora, pero eso sí, y fundamentalmente, con una perspectiva de género.
Al horror que vivió la escultora de ser encerrada en un manicomio por su familia, le antecedieron momentos lúcidos de creación y amor, desamor y hostigamiento y abuso por parte de su maestro. A través de situaciones específicas de la escultora, no sólo cruciales sino también incidentales, se va armando un rompecabezas. Va y viene indistintamente del manicomio al inicio de su carrera, a momentos de locura ante el abandono, al encierro en su taller; a las habladurías de la sociedad francesa o a relaciones con algún crítico o comprador de arte. Son rompimientos abruptos que a ratos resultan inarticulados, donde intermitentemente la protagonista sufre espasmos causados por los electro-shocks. Los contrastes del sufrimiento por el encierro en el manicomio se van haciendo más pronunciados al final de la obra, donde descubrimos cómo la madre prohibió toda comunicación con el exterior y fueron interceptadas un sinnúmero de cartas que ella escribió a sus amigas, amigos, a su madre pidiéndole la sacara de ahí o a su hermano, que apenas la visitó siete ocasiones.
Pareciera ser que, para contrarrestar el dramatismo de la vida de Camille Claudel, la actriz y el director impregnaron de ligereza y cortes en su realidad para relacionarse con el público. Fingía ser las aristócratas que la criticaban, o interpelaba al espectador para contarle, a manera de cotilleo, cosas que le sucedían. Hizo pasar a algún espectador para bailar con él, pidió votaran quién había comprado alguna vez una obra de arte o les hacía guiños de complicidad. Usaba palabras coloquiales mexicanas, hacía chistes o hacía mención al Museo Soumaya, perdiéndose así en la ubicación del personaje. Es verdad que fue un recurso eficaz para atraer al público, pero también la obra perdió profundidad y creó confusión. Hablaba en francés, en mexicano y en un español propio.
Yuriria Fanjul es una actriz versátil y que logra la atención y la empatía con el público. Su presencia se ve enriquecida por el diseño escenográfico y de vestuario de Edyta Rzewuska y el concepto escénico del director. En grises y con una base de tela que se pliega y esconde objetos importantes o simula ser el material para esculpir, la actriz juega y recrea esos momentos y se convierte en escultura o en un elemento que se integra al espacio y da imágenes muy hermosas.
Camille Claudel... sin Rodin es una obra que nos deja mucho en qué pensar, que nos subleva al ver una flama que se apaga, que su estado nervioso alterado y su comportamiento libre y atrevido que cuestionaba a la sociedad que la rodeaba y en particular molestaba y dejaba en mal a su madre, la catalogaron como loca y le cortaron las alas.
Hay que ver Camile Claudel... sin Rodin para constatar que, de esa y otras maneras, la violencia hacia las mujeres sigue existiendo y es por lo que este 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.