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Cine/Aún: “La última reina”

La última reina cuenta la historia de Katherine Parr (Alicia Vikander), la última esposa de Enrique VIII (Jude Law) y el guion propone una perspectiva moderna sobre la mujer que logró mantener la cabeza en su lugar.
domingo, 6 de octubre de 2024 · 12:04

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica (Arte, Música, Teatro, Cine, Libros).

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La historia del caprichoso y egotista Enrique VIII, su terrible fama de energúmeno de insaciable apetito con la comida y el sexo, inseparable de la tendencia a elevar mujeres al trono para luego repudiarlas o decapitarlas, no deja de fascinar a escritores, dramaturgos, cineastas y actores; el padre de la reina Isabel I y sus seis esposas, las intrigas religiosas de su corte y ruptura con el dogma papal, componen todo un mito inagotable de la cultura popular y académica de la Gran Bretaña.

Basada en la novela de Elizabeth Fremantle, El gambito de la reina (The Queen’s Gambit, 2013), La última reina (Firebrand; Reino Unido, 2023) añade a la larga secuencia de películas sobre el tema, la historia de Katherine Parr (Alicia Vikander), la última esposa de Enrique VIII (Jude Law), en la que el guion de las hermanas Henrietta y Jessica Ashworth propone una perspectiva moderna sobre la mujer que logró mantener la cabeza en su lugar.

Ello, pese al peligro constante que suponía estar casada con el ogro real en plena decadencia, en el colmo de la tiranía y el capricho, todo en medio de maquinaciones entre las diferentes facciones de la corte, la enemistad mortal de parte del obispo Stephen Gardiner (Simon Russell Beale, gran actor shakespeariano), y las intrigas con los nobles que apoyaban a los hijos sobrevivientes del rey con sus esposas anteriores.

La dirección está a cargo del brasileño Karim Aïnouz, quien sale bien librado con una producción de época, estupendamente bien ambientada, por momentos demasiado limpia con tal de reproducir la pintura o la acción plasmada en un gobelino; pese al embrollo que significa estar sujeto a las demandas de una super producción, Aïnouz logra expresar sus temas de siempre, fuerza y creatividad bajo los peores prejuicios culturales (Madame Sata, 2002, donde confronta temas de racismo y represión sexual). Por reivindicar a la mujer, y por modificar un tanto el final respecto a la realidad histórica, La última reina sufre el constante calificativo, peyorativo, de revisionista; más difícil habría sido presentarla como mera víctima.

La sueca Alicia Vikande, logra un equilibrio entre el personaje histórico del siglo XVI, y la conciencia de una mujer en tanto que individuo; su Katherine Parr transmite la angustia de una mujer decidida que sabe que camina sobre un terreno minado. La personificación de Jude Law, sin embargo, roba cámara en casi todas las escenas: este Enrique VIII es un ogro consciente de que su poder es indisociable de su monstruosidad, sea por la ira o la ternura que muestra con su consorte real, la amenaza de muerte se respira en cada gesto. Entre la dirección de Aïnouz y la actuación de Law, el masivo Enrique VIII, con su pierna infectada que apesta la atmósfera que respira quien se acerque a él, y pobre del que haga un gesto de asco, el monarca resulta una metáfora del patriarcado en pleno estado de putrefacción.

Las secuencias con la reina lejos de la presencia del rey permiten apreciar mejor el trabajo de la protagonista, sobre todo cuando funge como regente mientras Enrique se haya ausente en Francia, en campaña. La tensión del regreso del monarca a la corte recuerda la angustia de la última esposa de Barba Azul, cuento asociado al mito de este Enrique Tudor, aunque la leyenda del esposo corta cabezas proviene de la Edad Media.

El tema de Enrique VIII, su corte y esposas, tiende a atraer mucho a mujeres novelistas; famosas en el siglo XX como Jean Plaidy con su saga de los Tudor, la americana Margaret George, entre varias, y este siglo la estupenda Hilary Mantel con su trilogía de La corte del lobo centrada en la persona de Thomas Cromwell. En todo caso, La última esposa no podía evitar un cierto revisionismo, una cierta reinterpretación de la mujer consciente, más allá de la mera víctima del patriarca.

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