Historia
La cinta perdida de Víctor Jara en México
Luis Alberto González y sus compañeros de la productora Pedro y el Lobo encontraron una grabación inédita de la presentación de Víctor Jara en la Peña de Los Folkloristas. A 50 años del asesinato del cantautor chileno, el 16 de septiembre de 1973, se reconstruye la historia de esa cinta perdida.
Ciudad de México (Proceso).-- Resulta conmovedora y desconcertante la manera en que la música puede incubar y preservar la memoria. Es un fuego que siempre deja una narrativa con cenizas que jamás se apagan, huellas con las cuales se puede rastrear el sueño de quienes han encendido las fogatas en el terreno de la historia.
Esto nos ocurrió al encontrar, recientemente, una cinta perdida del icónico cantautor y director de teatro chileno Víctor Jara. Una grabación inédita que no había sido reproducida por más de 50 años.
La grabación fue hecha por el hoy difunto Humberto Parra Ramos, el único hombre que el sábado 13 de noviembre de 1971 llevó micrófono y una máquina de carrete para situarse al pie del escenario (en forma de V) de la Peña de los Folkloristas: una auténtica casa de la música que en aquellos años se encontraba en la calle de Manzanas 67, primer piso, en la colonia Del Valle. La peña donde pasaron grandísimas leyendas que van desde Atahualpa Yupanqui a Pablo Milanés, pasando por La Negra Mercedes Sosa, que se presentó tres veces.
Don Humberto fue un gran aficionado al folclor latinoamericano. Esa devoción lo llevó a tener una oportunidad como curador de la mítica Sala Margolín, referente cultural de la Ciudad de México y fundada por el promotor de arte Walter Gruen, esposo de la pintora surrealista Remedios Varo.
Durante esa época don Humberto hizo una colección que pasó de ser un simple acervo personal a una fonoteca de calidad, más que de cantidad. Una ciénega para melómanos que hoy se encuentra en el Desierto de los Leones y cuida su hijo mayor, quien heredó su mismo nombre (Humberto) y también tiene historias interesantísimas que contar de cuando le encomendaron misiones siendo parte del Partido Comunista Mexicano.
La noticia de que existía este acervo me llegó cuando en la productora Pedro y el Lobo hacíamos un documental sobre la influencia que tiene la música popular latinoamericana en la actualidad. Yo regresaba de Chile después de haber estado en el estallido social de 2019, sostenido por una juventud que reaccionaba ante una desbordada privatización de servicios básicos.
Volvía de la experiencia en las barricadas junto a jóvenes de entre 14 y 25 años que, mientras tocaban “El derecho a vivir en paz”, de Víctor Jara, me decían cómo protegerme los ojos ante los disparos de los carabineros que dejaron a 180 personas con lesiones oculares gravísimas, 30 % de ellas con ceguera parcial o total.
Fue entonces que Santiago Parra, nieto de don Humberto y el encargado del diseño de sonido de nuestro documental, nos dijo a mí y al productor Diego Morales que su difunto abuelo tenía una colección interesante de música latinoamericana que debíamos mirar; nunca nos imaginamos que cuando atendimos esa pista nos encontraríamos de frente con el ícono que, junto a Violeta Parra, fuera un océano del nuevo canto chileno.
Allí, entre las cinco repisas de don Humberto, apenas asomaba una caja atiborrada de cintas de carrete. Después de hurgarla por un buen rato, apareció un estuche tímido, casi silencioso que se delató con una firma de puño y letra: “Toda mi amistad y revolucionario saludo para Humberto. Gracias. Víctor Jara. México, 71”.
Vimos entonces por primera vez la firma autógrafa de una de las más grandes figuras de la música libertaria. Artistas alrededor del mundo, desde leyendas del folk como Arlo Guthrie, hasta bandas de punk como The Clash, le han rendido tributo en sus canciones. Víctor Jara es un ícono para las miles de personas que fueron detenidas, torturadas y exiliadas, así como para las familias de los asesinados y desaparecidos durante la férrea dictadura de Augusto Pinochet en Chile desde 1973 hasta 1990.
Cuando vimos el año en que se grabó la cinta nos estremecimos: aunque se trata de una época que no vivimos, sabíamos que, dos años después de que Víctor Jara quedara inmortalizado en esa grabación, la dictadura militar le despedazó las manos que un día firmaron ese carrete para don Humberto. Las manos de Víctor eran un océano, un faro capaz de mover masas campesinas y obreras. Por eso se las destrozaron, porque el golpe militar en realidad fue una contusión cultural, donde quemaron arte, libros, bocas y manos como en la Segunda Guerra Mundial; pero la música volvió a resistir el fuego y siguió caminando por las alamedas.
Hallar esta cinta representó la pauta para nuestro documental, que lleva por nombre “La cinta perdida: The Lost Recordings”, publicado por la plataforma de audiolibros Audible.
Testimonio invaluable
La cinta resulta relevante porque demarca la época del triunfo de la Unidad Popular, que llevó a Salvador Allende a la presidencia de Chile en 1970 para instalar en su país el socialismo por la vía pacífica, algo sin precedentes en esa época de Guerra Fría en que las armas eran la primera vía para instalar la ideología de moda. Demarca la era en que Víctor Jara se metió de lleno a construir el proyecto de cultura popular de Chile, que para él debía generarse desde las comunidades, tanto indígenas como populares urbanas.
Víctor veía un potencial ilimitado no solo para su país, sino para toda América Latina, y Salvador Allende le aseguraba el apoyo para convertirlo en realidad. Es por eso que en el periodo en que la Unidad Popular gobernó Chile las presentaciones de Jara estaban destinadas a contribuir con la campaña política para que la derecha no ganara los congresos y no pudieran llevar a juicio a un Salvador Allende que ya tenían en la mira. Así continuó con el proyecto de ponerle piel a la utopía.
En ese contexto Víctor llegó a México por segunda vez. La primera fue en 1960, cuando dirigía a la Compañía Nuevo Teatro de Chile, con la que presentó la obra “Parecido a la felicidad “de Alejandro Sieveking.
La cinta representa una de las piezas faltantes en el recorrido mexicano, ya que sólo había registro de su presentación en la UNAM, de la cual, gracias al incesante investigador Fernando Morán, hoy están aún más claras. Sabemos que el jueves 11 de noviembre de 1971, a las siete de la tarde, Víctor Jara se presentó en el auditorio principal de la Facultad de Medicina de la UNAM. El costo de la entrada fue de tres pesos.
También realizó presentaciones en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y en la Casa del Lago del Bosque de Chapultepec. La gira de Víctor en México se debió a la invitación que le hiciera Rubén Ortiz Fernández, cofundador e integrante de Los Folkloristas.
Para entonces, el trabajo de Jara era aún desconocido en México pese a ya haber grabado en Chile cinco discos de larga duración como solista entre 1967 y 1971, así como ocho LP entre 1967 y 1961 y cuatro discos previos como integrante del Conjunto Cuncumén, del que pudimos encontrar al cofundador Alejandro Reyes, quien a sus 93 años vive en Londres, Inglaterra.
Alejandro le hizo a Víctor Jara su primera audición musical para que pudiera pertenecer al grupo, un protocolo examinador que hoy considera ridículo. Después de escuchar la grabación perdida de su viejo amigo, nos confesó: “Esta cinta tiene una calidad especial, artística. Es una de las mejores grabaciones. Las canciones no se repiten, son una oportunidad, cantadas con una intensidad artística y emocional si es que se pueden separar. Formidable”. Alejandro, como médico de profesión, también fue el pediatra de las hijas de Jara, Amanda y Manuela.
Fue posterior a su asesinato que los discos del chileno comenzaron a publicarse en México. En 1974 el periódico Oposición (órgano del Comité Central del Partido Comunista Mexicano) editó en nuestro país el disco “Víctor Jara en Vivo” con la grabación del concierto en Ciudad Universitaria. Luego, en 1996, el sello Alerce editó en Chile el disco “Víctor Jara en México” con aquellos 15 temas grabados en la UNAM y hasta 2001 la compañía Warner Music Chile publicó este mismo álbum con 11 temas elegidos, donde claro, no está ninguna de las grabaciones que don Humberto salvó en la cinta con la que Jara nos vuelve a sorprender en pleno 2023.
Gracias al testimonio de Pepe Ávila, a quien entrevistamos y que es uno de los pocos Folkloristas que siguen vivos, sabemos que el concierto que se rescata en la cinta fue el sábado 13 de noviembre de 1971 a las nueve de la noche. A la Peña entraron cerca de 65 personas para ver a Víctor, 15 más de las 50 que cabían sentadas en el recinto. Una de ellas fue don Humberto.
Rubén Ortiz y René Villanueva fueron quienes llevaron aquel día al chileno; todos, grandes amigos en común. El instrumento mexicano que más le llamó la atención a Jara tiene que ver con su apellido: la jara-na veracruzana, que se propuso a rasguear cada vez que pudo. Por la noche, Víctor descansó en la casa de Rubén Ortiz, en el cuarto que el fundador de Los Folkloristas también ofrecía a uno de sus mejores amigos cuando venía a México: Atahualpa Yupanqui.
“Sentí que estaba ahí”
La cinta que encontramos la hemos llevado personalmente a la Fundación Víctor Jara a finales del año pasado para que sea parte de su archivo. La entregamos digitalizada en las manos de Amanda, la única hija del matrimonio de Víctor con Joan Turner (inglesa y mujer importantísima para conservar la memoria de Jara en todo el mundo), hoy de 96 años cumplidos.
Ambas, Amanda y Joan, viven en Quintay, un pueblito de pescadores en la costa de Chile, cerca de Valparaíso, a unos 122 kilómetros de Santiago. Cuando escuchamos juntos el documental nos fundimos en lágrimas y abrazos. Amanda dijo: “Yo había escuchado a mi papá en vivo, pero en esta grabación fue magnífico escucharlo hablar con su talla… maravilloso.
“Como que sentí que estaba ahí, que, para decirte la verdad, yo no tengo memoria de haber escuchado a mi padre en vivo en un teatro, entonces para mí es muy agradable y un momento feliz. Es una bella grabación la que han sacado a la luz. La interpretación de ‘La carta’ me dejó impactada.¡Emocionante de verdad!”
Cristián Galaz, director ejecutivo de la Fundación, marcó la grabación como ‘única’: “No existe una grabación tan buena como esta que nos ayuda a saber cómo era Víctor en un espacio tan íntimo como lo pudo ser la Peña de los Parra, de la que prácticamente no hay registros… Esta grabación es bienvenida porque finalmente es la manera en que podemos transportar ese sonido, esa actuación a lo que podrían haber sido espacios tan íntimos como ese”.
También la hicimos llegar la grabación a Isabel Parra, hija de Violeta y hermana de Ángel. Ella nos dijo lo siguiente:
“Yo lo valoro y me alegro y les agradezco que me hayan hecho partícipe de este gran hallazgo, de este gran momento que me ha hecho volver a lo que era nuestra vida, volver a esos instantes que son parte muy profunda de Víctor como amigo, como compañero. Entonces, ustedes comprenderán que fue muy fuerte el impacto que me produjo este trabajo que yo no conocía; así que les doy las gracias y estoy segura de que el fenómeno que produce Víctor Jara cuando canta, cuando se relaciona con la gente, va a ser disfrutado por las nuevas generaciones, que es lo que todos esperamos”.
En el documental hay testimonios maravillosos de Quilapayún, Inti-Illimani, Fernanda Navarro, León Chávez Teixeiro, entre muchas otras y otros. Para escuchar el trabajo completo, les invitamos con vehemencia y agradecimiento a que atiendan nuestro documental. Lo pueden encontrar poniendo en cualquier buscador lo siguiente: “Audible + La cinta perdida (The Lost Recordings)”.
Mientras tanto, hemos preparado para el público lector de esta querida revista el link donde cualquiera podrá acceder en línea a escuchar el concierto inédito de Víctor Jara en la Peña de Los Folkloristas. La cinta dura un total de 59 hermosos minutos. Favor de escribir en sus servidores de internet el siguiente enlace para acceder: https://soundcloud.com/pedroyellobo/victor-jara-en-vivo-en-la-pena-de-los-folkloristas-ciudad-de-mexico-1971/s-ilBOFJrjCV4
En la cinta notarán que don Humberto suprimió los aplausos para administrar el tiempo y grabar todo el concierto. Escucharán a René Villanueva haciendo una poderosa introducción, que sin duda demarca el momento que se vivía en nuestro país. Cuando Jara sube al escenario, rompe el hielo diciendo que sería el único que podría brindar con vino. Esto –me contó Pepe Ávila– fue porque “a Víctor fue al único que servimos al inicio una copa, pero a todo el público todavía no, porque eso era hasta el intermedio…Por eso dijo: ‘Creo que nada más yo voy a decir ¡salud!’”
Pues así mismo, queridas y queridos lectores, ¡salud! Les invitamos a mantener esta fogata de memoria prendida. Con ustedes…Víctor Jara.
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El texto anterior fue publicado en la edición mensual No. III de Proceso correspondiente a septiembre de 2023.
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@luisinius