contraplano

“Extraña forma de vida”: extraña forma de western

Pedro Almodóvar escribe y dirige el cortometraje “Extraña forma de vida”, una historia de amor en diversos niveles: paterna, fraternal y con una poderosa atracción homoerótica entre sus protagonistas.
sábado, 16 de septiembre de 2023 · 10:49

MONTERREY, NL (proceso.com.mx).- El director Pedro Almodóvar escribe y dirige el cortometraje “Extraña forma de vida” (Strange way of life, 2023), una historia de amor en diversos niveles: paterna, fraternal y con una poderosa atracción homoerótica entre sus protagonistas.

El inusual western gay de 31 minutos de duración, hablado en inglés y exhibido en corrida comercial, es como un tiro de estruendo breve, pero de gran precisión.

Aunque es un drama, Almodóvar le resta a su historia toda solemnidad y se da tiempo de jugar con sus elementos estéticos: por ahí aparecen la infaltable toma de contraluz en la puerta, firma de John Ford, y algún eco de “La pandilla salvaje”, de Sam Peckinpah. Con el poster promocional juega con la iconografía de Andy Warhol.

Parece imposible que un rudo vaquero vista una extravagante chaqueta verde. El pueblo parece acartonado, como la representación idealizada y pintoresca de lo que fue el salvaje oeste, visto desde el extranjero. Catedrático de la narrativa visual, juega, como los dioses, con los emplazamientos de cámara y vuelve a sus antiguos hábitos de tomas cerradas a los rostros, encuadres simétricos y la perfecta fotocomposición.

El argumento sencillo tiene todos los elementos del género: crimen, venganza, persecución, traición, balacera. Pero el genio manchego inserta, como picante variación el pasado que unió a los protagonistas, pues fueron algo más que socios como pistoleros a sueldo. ¿Por qué, en un mundo despiadado y hostil, dos hombres no pueden vivir plenamente su pasión? Oh, triste destino, la condena es unánime al amor entre tipos, pues serían tildados de monstruos y raros.

Silva (Pedro Pascal) ha llegado desde muy lejos, luego de 25 años, a encontrarse con el sheriff Jake (Ethan Hawke). Se enciende la flama de un encuentro remoto que nunca se olvidó. Cada uno, por su lado, siguió con una vida normal, con relaciones con mujeres, sepultando sus deseos genuinos. Hasta que vuelven a unirse y el alcohol los lleva al anhelado reencuentro. Dos machos habituados al peligro y a la cercanía con la muerte, no renuncian a su bravura, ni siquiera por el enloquecido deseo que los mueve a estar juntos.

Pero el regreso no es casual.

Aunque las situaciones son claras, Almodóvar es pudoroso. Consagrado ya como uno de los grandes narradores de la cinematografía universal, es capaz de describir una historia de amor con algunas pinceladas y un par de escenas ardientes, pero veladas.

Pascal y Hawke incendian la pantalla con sus silencios. Su química es perfecta. Actores que pasan por una madurez óptima, establecen roles bien definidos en esa inusual historia de ardor prohibido. La sobrecargada música de cuerdas de Alberto Iglesias genera atmósferas al límite.

Silva se muestra anhelante, voluntarioso. Aunque arriba en una misión de salvamento, genuinamente quiere reiniciar aquella relación inolvidable. Se muestra indiferente a las habladurías que surgirán. Jake, en cambio, vive avergonzado. No puede sofocar el impulso que lo mueve hacia el forastero, pero sabe que está equivocado en un entorno que consideraría inaceptable que sea un pervertido el ejecutor de la legalidad, el garante de los códigos.

Para ellos no hay más escapatoria que la confrontación.

En el desenlace cargado de adrenalina, las pistolas salen de sus fundas. El honor está en la línea de fuego. En una escena de compleja filmación se ve cómo la amenaza acecha desde diferentes ángulos. Se ajustan cuentas.

“Extraña forma de vida” acaba pronto, como un precioso fulgor. Pero Almodóvar se las ingenia para cerrar completamente el círculo con un llamado de esperanza. El amor puede sobrevivir en las circunstancias más adversas, y en contra de las presiones de la incomprensiva sociedad.

 

Comentarios