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“Drácula: mar de sangre”: lo que ocurrió en el barco

El ser del más allá se desplaza en las sombras, y sale de su caja para beber sangre. Más allá del primer acto se mantiene oculto, hasta que se va revelando por partes. Y resulta que es más un animal que un humano.
jueves, 17 de agosto de 2023 · 15:49

MONTERREY  (apro).- A lo largo de los años y en las incontables versiones que se han hecho para el cine sobre Drácula y su leyenda, se habla más sobre el romance y las batallas que el monstruo tuvo para sobrevivir en Inglaterra.

De la travesía que hizo en barco desde Rumania se hacen escasas referencias.

Drácula: mar de sangre (The last voyage of the Demeter, 2023) imagina lo que pasó en esa travesía de semanas en el carguero, que llegó a su destino con toda la tripulación misteriosamente masacrada por una bestia desconocida.

Los guionistas Bragi F. Schut y Zak Olkewicz tomaron el famoso capítulo 7, La Bitácora del Capitán, de la novela Drácula de Bram Stoker, que habla escuetamente de la travesía, y la convirtieron en un nuevo e ingenioso relato que no está presente en el texto original y que versa sobre cómo el terror y la muerte se apoderaron de los viajeros del carguero ruso en esa aventura.

La cinta dirigida por el noruego André Ovredal se toma todas las licencias para inventar las situaciones que sufrieron los que acompañaron al Conde maldito, que embarcó de contrabando dentro de un montón de cajas llenas de tierra. Para alimentarse de sangre necesitó ir diezmando uno por uno a los aterrorizados marinos. Como lo describe el mismo director, la historia es como Alien en un barco de finales del Siglo XIX. En la inmensidad del mar, nadie escuchará sus gritos.

Es obvio el interés por crear una atmósfera oscura, en la soledad de altamar, para que no hubiera posibilidad de auxilio o salvación para los llamados a ser asesinados cruelmente por la creatura escurridiza. Las tomas son de escasa luz, bajo cubierta, donde solo se adivinan siluetas.

El ser del más allá se desplaza en las sombras, y sale de su caja para beber sangre. Más allá del primer acto se mantiene oculto, hasta que se va revelando por partes. Y resulta que es más un animal que un humano.

Hay que olvidar a Gary Oldman, Frank Langella, Christopher Lee, Dráculas de versiones previas, glamurizados como apuestos seductores. Este es más parecido a un quiróptero sin transformación, membranoso, calvo, con dientes como agujas y ojos encendidos. Es repulsivo, más cercano a Nosferatu que a sus versiones más modernas.

Se esconde, hasta que ya no queda más que darlo a conocer, pues en un reducido carguero quedan muy pocas opciones para la acción. Y más escasas son, si los bravos marinos no son capaces para organizarse y hacer un debido barrido de la nave, para acorralar a la amenaza y diezmarla.

La bestia es ubicua. Por más que se le busque no se le puede encontrar. Siempre aparece por la espalda, da zarpazos mortales y no se le puede combatir, pues es como un fantasma que de repente hace su aparición para provocar destrucción y hacer que brote mucha sangre.

La música incidental sobrecargada de Bear McCreary consigue crear un ambiente gótico envolvente, que predispone a los ataques y los sobresaltos.

Los efectos digitales son de mediana calidad, aunque, afortunadamente, son poco utilizados.

Drácula: mar de sangre es una cinta de persecuciones en un espacio cerrado, que aprovecha un clásico para darle un giro interesante, aunque con irregulares resultados.

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