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“La Revolución de Jesús”: los hippies se acercan a la Iglesia
La Revolución de Jesús presenta un fresco de esos días que retratan muy bien cómo la religión se transforma en un vehículo para manipular a millones.MONTERREY, N. L., (apro).- En plena efervescencia de la contracultura hippie, en California surgió el Movimiento de Jesús, que abrazó a los jóvenes que buscaban amor libre, experimentación en drogas y una forma de vida lejos de la autoridad.
Era finales de los 60, principios de los 70 y la juventud quería que se detuviera la guerra de Vietnam y que la paz reinara en el mundo.
En ese entorno surgió la figura de un joven llamado Lonnie (Jonathan Roumi), con aspecto físico de Cristo y voz de profeta, que se aproximó a la aburrida Iglesia que conducía el viejo Pastor Chuck (Kalsey Grammer). Luego de las diferencias generacionales de rigor, formaron una comunión religiosa que de inmediato llamó la atención de todo el país, por sus formas frescas de transmitir La Palabra.
La Revolución de Jesús (Jesus Revolution, 2023) es el relato tomado de la vida real, de aquellos días fundacionales cuando los jóvenes necesitaban una escapatoria teosófica, una guía espiritual que no encontraban en las formas tradicionales. Este joven de cabello largo, que vivía en la calle, y predicaba el amor, se convirtió en uno de ellos, lleno de sabiduría, gran conocedor de la Biblia, hermanado con las causas justas, solidario con el sufrimiento.
En medio de esta sociedad litúrgica, que luego deviene en una lucha de poder, se encuentra atrapado el joven Greg (Joel Courtney) un muchacho, acaso post adolescente, que anda en su propia búsqueda y que se involucra en este episodio venturoso en la historia de Estados Unidos, en la que hay una liberación de las almas, que tienen la oportunidad de alabar a Dios al ritmo del rock, con un grupo que toca en vivo, y con terminología que le es propia.
Si bien la cinta tiene como gran pecado la falta de intensidad en sus situaciones, retrata fielmente la época de un país emproblemado con chicos que querían seguir una causa justa. Es por eso que los directores Jon Erwin y Brent McCorckin privilegian la presentación de estampas de la época, llenas de colorido, y se desentienden de la profundidad de los personajes.
Hay un cuestionamiento interesante sobre las motivaciones que abrazan las personas que acuden a la iglesia, pues muchos no van a escuchar los Evangelios, si no a buscar respuesta a una vida vacía, en la que solo existe el ahora, buscando el placer, para evitar el dolor y sin pensar en el futuro.
De igual forma critica a las personas que se aprovechan de la ingenuidad de la masa, convirtiéndola en una productiva clientela en la industria de la fe.
Aunque se queda en la superficie, Lonnie es un gran personaje. De ser un predicador callejero, con su arrollador carisma conquista los corazones de toda la comunidad. Todo en él es amor y tranquilidad. Sin embargo, la atención que recibe lo va transformando lentamente en un ser que sucumbe al ego.
Es interesante ver como este hombre joven de greña y barba, llega a creer que puede sanar a los enfermos, que se ha convertido en otro de los Profetas y que se siente el redentor de toda una generación, pues ha sido elegido por el Altísimo como su instrumento.
Al final, La Revolución de Jesús presenta un fresco de esos días que retratan muy bien cómo la religión se transforma en un vehículo para manipular a millones. Los que guiaron el Movimiento de Jesús aprovecharon una moda que no perduró. Sigue en pie, la misma Iglesia donde predicaban, pero la idea del amor libre y la búsqueda de la satisfacción espiritual instantánea, resultó insostenible.