Teatro

"Los monólogos de la vagina"

Cada año, en los primeros meses del año, el Día V (el día de la vagina) se dan funciones en todo el mundo con el fin de la visibilización y el apoyo con lo recaudado a causas en favor de la mujer.
martes, 9 de mayo de 2023 · 10:18

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Hacer hablar a las vaginas, darles voz para que las mujeres expresen los tabúes, la violencia, el abuso, la transgresión hacia su cuerpo; denunciar la negación, agresión y el juicio y desconocimiento hacia el placer de las mujeres, es una gran aportación del teatro y del humor. Temas álgidos que nos hacen reír y observar en otras realidades y en nosotras mismas la represión y la violencia.

Los monólogos de la vagina de Eve Esler es una obra que pone a ventilar la intimidad y el uso violento de la vaginas que viven las mujeres. Se presentó por primera vez en 1996 en Off Broadway y sigue escandalosamente vigente. Desde 1998 se convirtió en un movimiento a favor de las mujeres. Cada año, en los primeros meses del año, el Día V (el día de la vagina) se dan funciones en todo el mundo con el fin de la visibilización y el apoyo con lo recaudado a causas en favor de la mujer.

Producida por OCESA en el 2000, dio funciones durante 15 años ininterrumpidos tanto en la Ciudad de México como al interior de la República. Este año, Mejor Teatro, de Morris Gilbert, la vuelve a traer a la escena en el Teatro libanés, dirigida por Jaime Matarredonda, con tres actrices diferentes en cada función leyendo e interpretando los testimonios de las mujeres, comentarios de la autora y los puntos y apartes que hacen reír a la concurrencia.

Eve Esler escribió Los monólogos de la vagina a partir de 200 entrevistas que hizo a mujeres de diferentes edades, nacionalidades y condición social. La obra es irreverente y habla sin pelos en la lengua de la forma en que se le llama a la vagina y de las respuestas de las entrevistadas ante la pregunta de cómo la vestirías o a qué huele. Refiere las diversas facetas de las vaginas, y de esa creencia de ser un objeto para ser usado, violentado y abusado.

Hace 23 años causó revuelo y molestia en diferentes medios por el atrevimiento de decir las cosas por su nombre. Hoy lo que escandaliza es que las cosas no han cambiado demasiado. Hay monólogos que hablan de la mutilación femenina en Asia y África y de las consecuencias fatales en la vida de las mujeres; del dolor perpetuo, consecuencias físicas, infecciones y hasta la muerte. Habla una mujer que vivió la guerra de Bosnia y el paralelismo con la guerra actual; la guerra del crimen organizado y los machistas prepotentes que se atreven a violar a una mujer.

Las estadísticas de estos crímenes son altísimas, y en Los monólogos de la vagina queda atestiguado cómo sucede, cómo se sufre y cómo es el abuso.

Esta realidad contrasta con otros monólogos humorísticos, como el que se refiere al desagrado cuando se asiste al ginecólogo, a la poca evolución tanto de la ciencia como del mercado para proporcionar comodidad en el cuidado y la higiene de la sexualidad femenina. Divierte la experiencia de una mujer en el taller de vaginas que tiene como fin descubrirla, conocerla y disfrutarla.

Los monólogos en voz de tres actrices en escena se expresan entre la denuncia y la risa, entre el juego de palabras y los dichos; entre lo social y lo individual.

La escenografía es sencilla, con muy poca producción. Son tres bancos altos y tres micrófonos para cada una de las mujeres. Un ciclorama transparente evocando los pliegues vaginales y telas detrás para completar la figura de esa parte del cuerpo que, junto con el clítoris, constituyen una fuente poderosa de placer para las mujeres, que a muchas se les ha negado y que el patriarcado ha hecho creer que es propiedad de otros, lo cual tiene efectos fatales de violencia y que pueden terminar en feminicidios.­

Crítica publicada el 7 de mayo de 2023 en el número 2427 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace

Comentarios