Teatro
"La negociación", divorcio y secuestro
La negociación es una obra escrita y dirigida por Flavio González Mello que nos sumerge en un estado de tensión constante. La incertidumbre del camino por donde seguirán los acontecimientos y la inmensa duda de si será posible rescatar con vida al hijo de este matrimonio roto.CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).– Qué más situación límite que la del secuestro de un hijo. La pareja, después de años de divorcio, enfrenta un reencuentro obligatorio. Cuentas pendientes, reclamos acumulados, un pasado difícil de apresar.
La negociación es una obra escrita y dirigida por Flavio González Mello que nos sumerge en un estado de tensión constante. La incertidumbre del camino por donde seguirán los acontecimientos y la inmensa duda de si será posible rescatar con vida al hijo de este matrimonio roto que está al borde de la desesperación en un tiempo suspendido.
La negociación se sumerge en la intimidad de una pareja para mostrar las dinámicas de violencias generadas en el pasado, y que después de haberse dejado de ver por años se reviven con la misma o mayor intensidad, al tratar de resolver el callejón sin salida donde se encuentran.
Los mexicanos vivimos la violencia del crimen organizado, coludido, frecuentemente, con autoridades policiales, judiciales y del ejército, aun cuando se diga, falsamente, que éste garantiza que no habrá corrupción. En esta obra, protagonizada por Mariana Gajá, Moisés Arizmendi y Enoc Leaño, la realidad corrupta y criminal está implícita, y el autor se enfoca en plasmar la batalla campal que lleva a cabo la expareja, sintiéndose heridos desde un principio el uno por el otro.
Flavio González Mello construye a profundidad sus personajes y consigue una balanza equilibrada entre las razones de él y las de ella. Los puntos de vista son claros. Ambos parecieran tener la razón, y el espectador fluctúa entre un lado y el otro constantemente. Si bien sustentan sus insidias en lo que dejaron de hacer o hicieron, la relación con el hijo es un aspecto importante de competencia.
La maternidad en la que recae el compromiso de la educación y el funcionamiento del hogar, se contrapone con el desapego y poca responsabilidad del padre. Después del juicio de divorcio, la madre y el hijo se quedan con el departamento y el padre con la obligación de una mínima pensión alimenticia y sus encuentros apenas una vez a la semana. La diversión versus la responsabilidad, la imposición materna al interior de la casa versus el sometimiento del otro. Las versiones de la expareja se van desplegando mientras viven el procedimiento del rescate del hijo. Para esto, han contratado a un negociador que funge también como mediador de la pareja. No hay forma de ponerse de acuerdo, pero es indispensable hacerlo para a la vez negociar con los secuestradores.
Enoc Leaño como el negociador, y Mariana Gajá y Moisés Arizmendi como la expareja, interpretan espléndidamente a su personaje. Nos sumergen desde la verosimilitud de cada uno y muestran, sin mostrar, los secretos y las corazas que han construido. Con sus pausas y arrebatos, con sus miserias y prepotencias, los tres actores en escena hacen brillar a sus personajes. De la mano de la dirección de González Mello y el movimiento escénico de Marco Antonio Silva, los actores dan vida a personajes complejos y contradictorios, con sus cualidades y errores, con sus momentos de fortaleza y debilidad.
La historia corre fluidamente aunque con largos oscuros cinematográficos para hacer cambio de escena y marcar el paso del tiempo. Es un gran logro que haya una gran tensión de principio a fin, aderezada con un humor que permite fugas para la presión en la que se encuentra el espectador.
El espacio escénico, diseñado e iluminado por Jorge Kuri Newman, reproduce el interior de un pequeño departamento, acotado por marcos y bordes impresionantemente iluminados. Completa la estética de la obra el atinado diseño de vestuario y caracterización de Pilar Boliver.
La negociación, que se presenta en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de la UNAM, es un gran thriller que nos mantiene, siempre, con los nervios de punta.