Teatro

Teatro: "Mercam" en el Festival Cervantino

Los colaboradores de la sección cultural de Proceso, cuya edición se volvió mensual, publican en estas páginas, semana a semana, sus columnas de crítica.
jueves, 19 de octubre de 2023 · 09:30

GUANAJUATO, Gto. (apro).- En el Festival Internacional Cervantino que acaba de iniciar, se presentó la obra de teatro “Mercan” con la compañía Puño de Tierra. Una falsa ficción o una ficción dentro de la ficción dentro de la ficción, sobre un supuesto artista conceptual mexicano nombrado como Rigoberto Duplás, que fue cuestionado y “cancelado” por apropiarse de la voz de las mujeres (su mujer en realidad), para mostrar la violencia explícita que vivió en el medio del cine y la televisión.

El “artista” se quiere reivindicar haciendo una obra de teatro para exponer su verdad, que resulta peor, al dejar en evidencia su postura antifeminista sobre las mujeres que han vivido violencia de género, y molesta para gran parte de la audiencia que asistió a ver la obra al Teatro Cervantes en esta ciudad.

Escrita y dirigida por Fernando Bonilla, con su actuación y la de los actores Sophie Alexander-Katz y Antonio Vega proponen una obra experimental basada en el personaje creado por Amat Escalante en su reciente película “Perdidos en la noche” (al cual Bonilla interpreta también) y que se proyectó en este festival y en el de Cannes.

Las actuaciones son sobresalientes, veraces, con matices y fuerza interpretativa, pero con un contenido que trata displicentemente, y desde una perspectiva machista, lo que su mujer, una reconocida actriz, vivió desde su adolescencia y que él decidió exponer, sin su consentimiento (y no involuntariamente como se señala) en sus piezas conceptuales.

El personaje es tan odioso que difícilmente el espectador se siente cómodo. Como director de la obra que están ensayando o creando, es déspota y autoritario. Puede quitarle el micrófono al actor en medio de una escena, reproducirla él mismo, secretearle algo al otro en medio de la escena o criticarlos sin más. La manera en que se reproducen las escenas de violencia que vivió su mujer no muestra ninguna empatía con lo que le sucedió, hasta la puede cuestionar preguntándole: ¿y lo denunciaste?, revictimizándola y justificando o compadeciendo al pobre y maravilloso artista que fue cancelado en su momento por su exposición titulada “Mercan”, que presentó dos años atrás de lo que sucede la obra.

En ésta se presentan detonantes de estrés postraumático para las víctimas de violencia de género, sin ofrecer contención y empatía. No se justifica el que sea la intención de la puesta en escena exponer a este ser despreciable en una situación donde su mujer poco lo cuestiona; donde es él quien le roba la voz, y sólo al final, hasta el final, como un giro dramático que intenta darle una reinterpretación a toda la obra, alza su voz como actriz e interpela al director, que es el personaje y también el actor que interpretó al de Duplás en la película de Amat.

“Mercan”, que proyecta aleatoriamente imágenes familiares, cómics, objetos y mensajes, pone en la mesa de la discusión la ética en el mundo del arte, cuestiona el mercantilismo y hace disertaciones intelectuales sobre el quehacer artístico. La obra es larga y tediosa y utiliza diversos recursos escénicos, que incluye la participación del público. “El artista” crea un chat para compartir imágenes y pide opiniones acerca de la obra misma, que se proyectan y reescriben simultáneamente. Utiliza el circuito cerrado para proyectar las imágenes que están sucediendo y tener acercamientos o distintas perspectivas de la misma escena. Usa un lenguaje cotidiano y soez, con muchas malas palabras y afirmaciones rimbombantes sobre el arte. A varios concurrentes les interesaron las disertaciones sobre el arte y otros se indignaron por los contenidos misóginos.

La exploración de la ficción y la falsa ficción suena atractiva, así como la composición visual que propone. El diseño de escenografía estuvo a cargo de Anna Adriá; el diseño sonoro y la música original son de Andrés Mota; el vestuario es de Úrsula Schneider y Simón Bucio Dovalí, y el diseño y desarrollo audiovisual de Gabriel Zapata.

Como suele suceder en el Cervantino desde hace años, la presencia de las artes escénicas en comparación con las musicales es muy minoritaria, y ahora la participación extranjera es aún menor. El festival ha logrado salir adelante por las estrategias de producción y las coproducciones conseguidas, pero todavía falta para que recupere el brillo de antes, lo cual requeriría de una voluntad política gubernamental que realmente apoye las artes.

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