Peter Brook
El espacio teatral compartido de Peter Brook
Se graduó en Arte e inició su carrera a los 20 años trabajando en montajes como “La máquina infernal (1945)” de Jean Cocteau, “King John” (1945) de Shakespeare y “Vicious Circle”.CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).-Para la crítica teatral de la revista Proceso Estela Leñero, lo significativo dentro del planteamiento de Peter Brook respecto al espacio escénico, “es la idea de que el actor crea el espacio a partir de la imagen que él vive y que logra transmitir al espectador”.
Considerado uno de los grandes renovadores del teatro contemporáneo, además de dirigir ópera y cine, para Leñero su propuesta de espacio vacío “también revolucionó los conceptos de la vivencia del espacio, en donde en su planteamiento con pocos elementos --para él, apenas un tapete-- se podría inventar una historia o cualquier acontecimiento.”
Cuando en octubre de 2017 la compañía del Théâtre des Bouffes du Nord presentó en el Teatro “Esperanza Iris” de la Ciudad de México “Batterfield”, fragmento de 70 minutos de su aclamada puesta en torno a la epopeya literaria hindú de “El Mahabharata”, Indira Cato escribió:
“Se trata de una obra muy fiel a la teoría y el estilo del director, quien tiende a utilizar el espacio vacío, donde el vacío se comparte: es el mismo espacio para todos los presentes.”
En 1985, y tras diez años de preparación, Brook presentó originalmente “El Mahabharata”, montaje teatral de seis horas de duración que supuso su consagración definitiva. En 1989, con motivo del Año de los Derechos y Libertades del Hombre, estrenó “¡Levántate, Albert!”, un drama sobre la discriminación racial en África. Entre sus últimos trabajos se encuentran “Sizwe Banzi est mort” (2007), “Eleven and Twelve” (2009), “Warum Warum” (2010), “The Suit (2012)”, “Battlefield” (2015), “The Prisoner” (2018) y “Why” (2019).
Galardonado en Asturias
En 2006, al ser anunciado ganador del Premio Princesa de Asturias de las Artes. el propio Brook señaló:
“El teatro comienza por ser un espejo del mundo. Y el mundo es una interminable cadena de mestizajes”.
El acta del jurado que lo reconoció como “maestro de generaciones” y como el “mejor director teatral del siglo XX”, justificó su elección porque Brook abrió nuevos horizontes a la dramaturgia moderna contemporánea, “al contribuir de manera decisiva al intercambio de conocimientos entre culturas tan distintas como las de África, Asia y Europa”.
Brook añadió:
“He viajado de norte a sur, de este a oeste, tanto por trabajo como por placer. Y en cada viaje, he encontrado muchas cosas nuevas y maravillosas. Es un gran honor haber sido galardonado con este prestigioso premio. Estoy profundamente agradecido a todos ustedes”.
Para él fue “una alegría caída del cielo”.
De origen inglés, Peter Brook nació en Londres en 1925; se graduó en Arte e inició su carrera a los 20 años trabajando en montajes como “La máquina infernal (1945)” de Jean Cocteau, “King John” (1945) de Shakespeare y “Vicious Circle” (1946) de Jean Paul Sartre. Entre 1947 y 1950 asumió la dirección de la Royal Opera House de Covent Garden (Londres), donde destacó su producción de la ópera de Strauss “Salomé” con el vestuario diseñado por Salvador Dalí, y en 1962 fue nombrado director del Royal Shakespeare Theatre (Stratford), mismo que abandonó en 1970 ante la prohibición de trabajar con actores internacionales y decidió establecerse en Paris.
En la Ciudad Luz fundó el Centro Internacional de Investigación Teatral hacia 1971, denominado actualmente Centro Internacional de Creaciones Teatrales, del que fue director. De sus obras, que abarcan casi todos los estilos teatrales, destacaron:
“Medida por medida” (1950), “La tempestad” (1955) o “La visita” (1958) y “El rey Lear” (1962), de Shakespeare; “The Screens” (1964), la polémica “Marat-Sade” (1964), “Timón de Atenas” (1974), “Ubu Rey” (1977), de Alfred Jarry, sin duda la primera obra que marcó el teatro de protesta y paradoja; “El jardín de los cerezos” (1981), “La conferencia de los pájaros” (1976) y la ópera “La tragedia de Carmen” (1983).
Como apuntó la reportera Niza Rivera al anunciar el triunfo en Asturias de Brook, éste fue autor de varios libros de crítica teatral y de una autobiografía titulada “Hilos de tiempo”, editado por Siruela.
Fue nombrado Caballero de la Legión de Honor de Francia y Comandante de la Orden del Imperio Británico, doctor Honoris Causa por varias universidades y miembro honorario de la Academia Americana de Artes y Ciencias, entre otras.
“El teatro comienza por ser un espejo del mundo. Y el mundo es una interminable cadena de mestizajes”, explicó en 2006 a ABC el dramaturgo Peter Brook. “Maestro de generaciones”, se le llamó el mejor director teatral del siglo XX por abrir nuevos horizontes a la dramaturgia moderna contemporánea y contribuir de manera decisiva al intercambio de conocimientos entre culturas tan distintas como las de África, Asia y Europa.
“El Mahabharata” de Brook en México
(La también directora cinematográfica Indira Cato publicó en el suplemento virtual “Cultura en la Mira” de Proceso/Apro el 11 de octubre de 2017 su crítica teatral en torno a la obra de Peter Brook montada en México: “Batterfield”. Ofrecemos a continuación el texto de Indira Cato.)
Uno de los maestros del teatro del siglo XX, Peter Brook, regresó a México. “Battlefield” es un fragmento del montaje “El Mahabharata”, inspirado en la obra maestra de la literatura hindú del mismo nombre. Dirigida por Brook, contó con sólo dos funciones el 5 y 6 de octubre en el Teatro de La Ciudad “Esperanza Iris.”
La puesta en escena estuvo llena de bellas imágenes que nos permiten acercarnos, de otra manera, a las enseñanzas y reflexiones que contiene este poema ancestral. Situada en un contexto de desolación y guerra --muy ad hoc con lo que se vive hoy en México y en el mundo-- la obra se va tejiendo poco a poco con su ritmo calmo, esencial, pero preciso como cada una de las palabras que se van diciendo.
Nos regresa al origen, a pensar la muerte y no pelearnos con ella, a no tratar de dominar el tiempo, a confiar en el destino que nos vamos construyendo. El “Mahabharata” es un texto literario. Pero en esta ocasión se adaptó para la escena y nos regala un viaje sensorial en 70 minutos. Guiados por la los actores del Théâtre des Bouffes du Nord, logra, sin duda, encantar a la audiencia con su fuerza y firmeza en el escenario. Son precisos como las enseñanzas de las que habla el texto. Se trata de una obra muy fiel a la teoría y el estilo del director, quien tiende a utilizar el espacio vacío, donde “el vacío se comparte: es el mismo espacio para todos los presentes”.
La escenografía, sencilla --compuesta nada más que por un piso ocre, unas varas recargadas al fondo y una banca-- no importa mucho. Es en cambio la luz la que cobija la propuesta escénica. La música --interpretada en vivo por Toshi Tsuchitori-- marca el ritmo con un tambor claro y armónico. No está sólo amenizando o vistiendo la escena, sino que se funde en ella. Es parte de la historia, narra, guía.
Battlefield (“campo de batalla”) es el viaje de aquel que busca la verdad, su verdad. Es la vida misma entendida como una búsqueda permanente de la que no nos salvamos. La puesta recae en la palabra. No arriesga mucho escénicamente, pero sí brinda la oportunidad de mirar algo con estructura y una secuencia ordenada. Ante la posibilidad de cancelación debido al terremoto del martes 19 de septiembre, el director escribe en el programa de mano:
“Hoy no hay palabras posibles para hablar sobre la tremenda experiencia que viven proveniente de este planeta, esta tierra, que se estremece en este momento y nos estremece a todos de muchas formas violentas. Juntos sentimos que este no ha sido un momento para rendirse sino, por el contrario, para sentir solidaridad cercana con ustedes.”
Y concluye:
“Los actores, los técnicos y el pequeño equipo que ha hecho ‘Battlefield’ está cargado con el más profundo deseo de estar cerca y así, pese a todo, el plan --que es una necesidad, antes que nada-- de presentar ‘Battlefield’ en México ha continuado.” Su delicadeza y la coherencia en su discurso es también parte de la obra. De ella se desprenden muchas posibilidades de pensar, incluso desde la filosofía. Da peso a grandes temas como la justicia, la sabiduría, la palabra divina y la guerra. Como dice el texto: “¿Cuál es la diferencia entre la guerra en el campo de batalla o en nuestros corazones?”.