Teatro

“Cuando la lluvia deje de caer”

El autor construye el texto rompiendo el tiempo y el espacio, vinculando el presente con el pasado y el futuro, y observando a los personajes desde diferentes perspectivas.
martes, 26 de julio de 2022 · 09:43

CIUDAD DE MÉXICO (apro).–Cuatro generaciones de una familia que arrastra su herencia, lo no dicho, los misterios guardados de padres a hijos y que los mismos padres quieren borrar, pero que el transcurrir implacable del tiempo hace emerger, como el cauce de un río, los errores y las desgracias acumuladas por años.

Cuando la lluvia deje de caer, del autor australiano Adrew Bovell, es una propuesta dramatúrgica atractiva y compleja que Enrique Singer lleva a escena brillantemente. El autor construye el texto rompiendo el tiempo y el espacio, vinculando el presente con el pasado y el futuro, y observando a los personajes desde diferentes perspectivas.

No es fácil seguir las líneas que recorren éstos en el transcurrir de la obra. El espectador requiere de gran atención para ir comprendiendo cómo se relacionan unos con otros y cuáles son sus vínculos filiales. El rompecabezas se va construyendo progresivamente sin saber primero dónde colocar las piezas. Conforme avanza la trama el espectador va entendiendo que algunos de los personajes están en dos tiempos, interpretados por actrices diferentes, y las situaciones vividas van y vienen en el tiempo. Es fascinante ver el entretejido y descubrir el dolor y la desolación que cada personaje lleva consigo. Se nos impregna ese desasosiego existencial, como el que provoca la lluvia al caer por días y días.

La estabilidad aparente se rompe cuando un miembro de la familia, el más joven, emprende un viaje iniciático en búsqueda de sus orígenes. Una tarjeta postal lo lleva a trasladarse de Londres a Australia como lo hizo su padre años atrás –y al que apenas recuerda.

La obra inicia con el monólogo de un hombre a partir de un pez que ha caído del cielo y que cocinará para recibir a su hijo. Es refrescante la naturalidad con que Víctor Weinstock interpreta a su personaje y las preguntas que pone en la mesa; el cambio climático, las cotidianidades que vive y las expectativas del encuentro. Cecilia Toussaint y Sophia Alexander Katz interpretan con profundidad a Elizabeth, la madre adulta y la joven, respectivamente. La primera, contenida, malhumorada y con un sufrimiento enterrado; la segunda, anhelante y deseosa de cambiar y caminar hacia algún lugar. Las dos actrices fabulosas, al igual que Verónica Terán y Tato Alexander en el papel de Gabriela en sus dos momentos temporales; sin desmerecer, Misha Arias, Andrés Torres Orozco, Luis Fernando Mayagoitia y Efraín Félix.

Enrique Singer concibe el espacio como una gran mesa que se fragmenta, se une o se separa en partes, al igual que la propia historia. Con una obertura deslumbrante donde los personajes atraviesan esas puertas traslúcidas para colgar sus impermeables mojados, y un cierre conmovedor en el que el espectador reconoce los significados de los objetos que se comparten al final. Las transiciones, que podrían ser engorrosas entre escena y escena, son traslapadas por el director unas con otras, haciendo convivir varios tiempos a la vez. Observamos la conexión y los cortes de tiempo, adquiriendo ese traslape nuevos sentidos.

Cuando la lluvia deje de caer, que se presenta en el teatro Rafael Solana, es una obra que se nos queda en la mente, que nos abre preguntas personales y colectivas, del fin de la humanidad, de la destrucción de la naturaleza, de los sentimientos profundos que cada mujer y hombre traemos enterrados dentro sin conocer su origen y la importancia de llevarlos a la superficie para poderlos trascender y romper esa cadena genealógica que obstruye el flujo de la vida. 

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