Facultad de Filosofía y Letras
Muere el filósofo guatemalteco José Luis Balcárcel; convocan a homenaje
La hija del investigador y académico, Citlali Balcárcel, confirmó el fallecimiento de su papá por post-covid y un severo Parkinson que estaba latente.CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Formador de varias generaciones de filósofos en la UNAM, el investigador, académico guatemalteco y pensador marxista José Luis Balcárcel Ordóñez falleció la noche de ayer miércoles 8 de junio, informó su hija Citlali Balcárcel Benítez, quien convoca al homenaje para despedirlo hoy jueves 9 de junio en la sala 3 de la funeraria J. García López (av. Miguel Ángel de Quevedo 483, Romero de Terreros, Coyoacán).
“En tres meses se fue –dijo Citlali Balcárcel sobre su padre, una inteligencia preclara que enseñó Estética en la Facultad de Filosofía y Letras--, papá murió por post-covid, desarrolló un severo Parkinson que estaba latente. Dejó de caminar y cada vez fue hablando menos.”
Nacido el 28 de septiembre de 1929 en Guatemala, el catedrático participó como conferenciante sobre temas culturales y del arte Garífuna en las diversas ediciones del Festival Internacional del Caribe, celebradas en la frontera sur de México. Durante las últimas décadas del siglo pasado y de la nueva centuria, su clase de Estética en la Facultad de Filosofía y Letras fue muy concurrida, sobresaliendo la diáfana manera de explicar las corrientes artísticas de la humanidad y en especial las ideas estéticas de Marx, conforme al pensamiento de su maestro Adolfo Sánchez Vázquez.
Defender y amar la filosofía
Cuando en marzo de 2009, la SEP del mandato presidencial de Felipe Calderón convirtió en “transversales” y optativas las materias filosóficas en el bachillerato, Balcárcel se unió al rechazo de la UNAM y declaró a Proceso:
Las notas (…) en la prensa hablan de tres disciplinas: ética, lógica y Estética, se les llama “materias transversales” que no sé exactamente qué quieren decir con eso, pero si es cierto equivale a que para los programas educativos de la SEP en preparatoria dejan de ser fundamentales, y por lo tanto pueden prescindir de ellas en su enseñanza.
“(…) la abolición de esas tres disciplinas sólo demuestra un alto grado de ignorancia. Lamentable, pero ignorancia al fin y al cabo. Sea quien sea quien así lo disponga.”
Fundamentó su posición, a la par de otros entrevistados por los reporteros Armando y Roberto Ponce (Proceso #1695), como Luis Villoro, Ramón Xirau, Alejandro Rossi y también el citado Alfonso Sánchez Vázquez, quien entonces contaba con 93 años, así:
“La lógica es indispensable para conocer y entender las estructuras o la estructuración del pensamiento mismo.
“La ética es indispensable para estudiar los modos del comportamiento personal y social. Y no me refiero a prescripciones de carácter moral, sino a la forma en que se producen los comportamientos y sobre la base en que se producen esos comportamientos humanos históricamente.
“La Estética ampara las formas de estudio del cómo se producen las relaciones de valoración con los objetos estéticos, sean artísticos, sean naturales, sean tecnológicos. Sin pretender prescribir supuestas superioridades de unos sobre de otros, sino del enfoque de cómo se produce esa relación. De tal manera que las tres disciplinas poseen carácter histórico social en cuanto a su desarrollo.”
Un repaso por las aportaciones centrales del pensamiento del filósofo español trasterrado en México, Adolfo Sánchez Vázquez, es el siguiente de su discípulo José Luis Balcárcel, quien en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM continuó, gracias a su influencia, la profundización del estudio de la estética marxista. Balcárcel expuso en este escrito en exclusiva para Proceso (número 1811) los temas que ocuparon la atención vital de aquel pensador (fallecido el viernes 8 de julio de 2011, a los 95 años).
De la filosofía de Sánchez Vázquez
El principio de ingreso a la fama y logro de prestigio en el campo y medios de la filosofía, como en otras disciplinas, se consigue a través del reconocimiento determinado de textos de la procedencia productiva de un autor, que se proyecte demostrándose efectivamente especialista. Conforme al dominio que alcance de certeza, congruencia y consistencia imprescindibles para conseguir manejarse en el amplio e inmenso territorio de la o las disciplinas en cuyo ámbito consigue moverse.
En cuanto a Adolfo Sánchez Vázquez, mi maestro, ello aconteció a su favor tras dar a conocer en “Diánoia” número 7, Anuario del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM (1961, pp. 236-258), el texto de su autoría que titulara: “Ideas estéticas en los ‘Manuscritos económico-filosóficos’ de Marx”.
De tanta importancia vendría a ser el texto del maestro Sánchez Vázquez, que aún en el medio parcializado del mundo del “socialismo real”, apenas en 1964 se lo recogiera, tradujera y publicara en la “Revista de Filosofie” #2, Anul XI 1964. Editura Academiei Republicii Populaire Romine: “Ideile estetice din Manuscrisele economico-filosofice ale lui Marx de Adolfo Sánchez Vásquez (Mexic)”.
Importancia de apreciación demostrada, sobre todo porque si se lo reproducía en un país, parte del mundo entonces considerado socialista real, y por ello mismo en condiciones de posesión inmediata posible de la verdad, así fuera a priori, ello no obstante venía a reflejar --sin que pueda pasarse por alto que la forma de conocimiento considerado objetivo en aquel mundo y momento, se normaba en absoluto por la teoría del reflejo-- que, no obstante, la abstracción cognoscitiva de orden filosófico serio ya entonces alcanzaba a concederle al texto de Sánchez Vázquez –así se tratara que de momento ello sucediera en un solo país del área–, un significado que resultaba ser de alto relieve.
Sobre todo porque la interpretación preponderante por cualquier parte alteraba en general el marxismo, deformándolo, y por lo que tenía que ver con la estética, Zhdánov hacía no menos de la suyas tergiversando el pensamiento de Marx y Engels sobre el arte y los elementos que intervienen en las relaciones de orden estético.
En filosofía en general, los adherentes a lo que se tenía por “marxismo-leninismo”, con la mano en la cintura se permitían cualquier denuesto en contra de filósofos marxistas serios, sin embargo tenidos por dogmáticos incorregibles, desde perspectivas de otras tendencias y posiciones filosóficas.
Para muestra, un botón. En “Problemas de la paz y del socialismo” (Año II, Praga, 6 junio 1969. Revista Teórica y de información de los Partidos Comunistas y Obreros), un tal B. Fogarasi, refiriéndose al importante filósofo marxista húngaro Georg Lukács, que fuera discípulo de Max Weber, escribía respecto a su famoso libro “El asalto a la razón”, traducido al español para el FCE por Wenceslao Roces (también maestro mío): “…se trata de una monografía de historia de las ideas filosóficas desde Schelling hasta Hitler. La finalidad del libro es hacer luz sobre la prehistoria filosófica del fascismo hitleriano, presentar un programa ideológico concreto y plantear las tareas políticas que se alzan ante los partidarios de ‘la paz y el progreso’.” Posición que lo condujera, concluía, a entablar “alianza con los traidores revisionistas” (pp. 71-73).
Sánchez Vázquez, en aquel ensayo precisamente ponía de pie, de nueva cuenta, lo que el común de los intérpretes a la sazón habían colocado de cabeza como interpretación deformante suya, lo que Marx había conseguido desentrañar respecto del carácter de lo estético. Con reconocimiento expreso de una categoría, pasada por alto por tales intérpretes, pero analíticamente afirmada por Marx como fundamento de la relación estética: la de la creación. Que en todo caso, tratándose de arte viene a producir objetos distintos de los de la realidad natural. Que viene a constituir una realidad distinta de la natural. Una realidad nueva y distinta, artísticamente expresada. Una realidad artística.
Por supuesto que tan famoso ensayo, combatiente a favor de las ideas de Marx, para colocarlas en su lugar, que las retornara a la comprensión de su correspondiente función, en contra de las interpretaciones deformantes suyas, que las habían situado en realidad en sentido inverso, no sólo entonces, sino con mucho hasta hoy, mantenidas de manera equívoca y superficial, apuntaban entonces como ahora a la tergiversación ingenua o intencionada del marxismo.
Por lo demás, en beneficio de la profundización filosófica de la estética, aquel ensayo de interpretación iba a convertirse en fundamento de desarrollo para la magistral obra de sistematización de una estética marxista. Que pasaría a formar parte de un conjunto de elaboraciones teóricas importantes que comenzarían a darse, sobre todo en el ámbito europeo. Obras de interpretación y explicación efectivamente marxista, como las de Sánchez Vázquez. Aunque ninguna, en realidad, con el rigor y profundidad de discernimiento que alcanzara a lograr la de mi maestro, con “Las ideas estéticas de Marx” (Ediciones ERA, México, 1965). Sin contar las de Mijail Lifshits y Lukács, de vieja data, las de Ernst Fischer, Galvano della Volpe y Roger Garaudy, que por ahí se van.
Las primicias en el análisis de esa obra de mi maestro Sánchez Vázquez, me brindarían la oportunidad de vanagloriarme como el primer comentarista de la obra suya (“Diánoia” 12, FCE 1966). Por lo demás, con la ventaja que me había suscitado la confianza que me hiciera el maestro con haberme confiado el maquinuscrito del texto, como elemento de análisis y apoyo fundamentales, en calidad de coadyuvantes de consulta, preparatorios a la elaboración y presentación profesional de la tesis que hiciera de mí un profesional de la filosofía. Todo, al mismo tiempo en fechas cercanas a que mi maestro me concediera en lo menos importante agasajo intelectual de nombrarme ayudante de su clase de Estética y del seminario de Estética, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y que más adelante hiciera que se me nombrara secretario de la Coordinación de Filosofía, de la cual entonces él fuera el coordinador.
Y como si todo ello fuera poco, en materia de Estética, a la par de otras obras del quehacer filosófico en las que trabajaba, se entregó a la elaboración de una impresionante antología de Estética, de algún modo, o de varios, relacionada con el marxismo (Ediciones ERA. Tomos I, pp. 431, y II, pp. 525). Antología imprescindible para saber bastante de esas cosas. Ocasión, la de esta cita, para renovarle mi agradecimiento intelectual a mi maestro, por la inclusión que hace de mi tesis: “Contenido y forma en la obra de arte. Algunos aspectos del problema en la estética marxista”, en la bibliografía sobre: “IV. La Obra de Arte” (en Tomo I, p. 418).
Dicha obra monumental consta de los textos seleccionados de cada autor, precedidos de una presentación, cada uno, de Sánchez Vázquez, además de un texto suyo explicativo de cada tema de los que clasifican y dividen los dos tomos de la obra. En torno a esta obra magnífica, de recorrido por las distintas tendencias de la estética relacionadas con el marxismo, también pude hacer un comentario y análisis, publicado en “Diánoia” (num. 17, F.C.E., 1971. pp. 250-263), con reconocido asombro de la magnitud y profundidad de la obra.
Por supuesto que son muchas más las obras que mi maestro Sánchez Vázquez consagró a la Estética, que no puedo tratar en tan breve nota como ésta. Pero no puedo dejar de mencionar una que vendría a ser algo así como entre tratado introductorio a la estética y compendio de lo necesario de saber, en serio, de tan maltratada disciplina, cuando se la confunde con la mera divulgación de asuntos circunstanciales de ocurrencias que se creen relacionadas con lo artístico. Hay que leer pues: “Invitación a la estética” (Grijalbo, México 1992). Hay segunda edición de 2005 (p. 269).
Texto importantísimo de Sánchez Vázquez, que le sale al paso y aclara y explica, es el que respecto a la política y la literatura, y la literatura de partido, publicaría “Revista de la Universidad de México” (Vol. XXV núm. 3, nov. 1970), con el título de “Nota sobre Lenin, el arte y la revolución”.
Por supuesto que aquí sólo nos hemos limitado a escribir sobre algo de lo que como significado del más alto grado nos aportara Sánchez Vázquez. Su obra es mucho más amplia y extensa, abarcando otros ángulos y ramas de la filosofía. Tampoco hemos hecho referencia a lo valioso de su docencia, y aquí en tan breve nota no podríamos hacerlo. Pero sobre esto último quisiéramos recordar y comunicar sobre un curso de filosofía política, materia que también impartiera en la Facultad. Se trató del tema de la burocracia, tratado por Marx.
Valioso análisis y brillante explicación crítica. Muy pocos, entre nosotros, saben del asunto, y bien importante sería moverse en torno al mismo con conocimiento de la crítica de Marx a tan común fenómeno que se tipifica en rendirle cuentas al superior jerárquico, sin importarle la explicación y actuación del asunto del que se trate, al ciudadano interesado y necesitado de saber del tratamiento de su problema.
Recuerdo que, interesados en tal temática, por lo menos a cinco clases de esas explicaciones asistieron Luis Villoro, también maestro mío, y Alejandro Rossi.
Varias y distintas, pero relacionadas, fueron otras de las ramas o aspectos de la filosofía en las que incursionó mi maestro Sánchez Vázquez. En la ética, por ejemplo, sobre la que publicó un libro suyo Grijalbo (1969, p. 239). Muy importante análisis de asuntos como uno de los que todos los días se habla mucho entre nosotros, hasta volverlo un sin sentido: la cuestión de los valores, planteados en abstracto y con carácter metafísico. En Sánchez Vázquez vamos a encontrar la explicación de las relaciones histórico-sociales y políticas que los regulan.
Por otra parte, encontramos su obra que fundamenta toda la filosofía a la luz de del marxismo. “Filosofía de la praxis” (Grijalbo, 1967, 383 p.). Existe edición actualizada, de Siglo XXI. Un modo de conocer en activo, haciéndolo de manera objetiva, relacionada social e históricamente. Lejos de hacerlo de manera contemplativa, con vistas a logro de la transformación histórico social en ascenso en busca de hacer cesar la explotación, adversaria, contrapuesta, a la libertad. Necesidad de la democracia real. Por cierto que en torno al problema de la democracia y el socialismo, esto es, del socialismo democrático, nada que ver con la socialdemocracia, Sánchez Vázquez escribió un análisis digno de estudio en la revista “Dialéctica” (Universidad de Puebla).
Otra obra de su filosofía que obliga a adentrarse en su estudio y análisis, porque vuelve, de principio, a los textos que fundamentan en Marx las relaciones políticas y sociales en cuanto a su desenvolvimiento, es “El joven Marx. Los manuscritos de 1844” (Facultad de Filosofía y Letras. UNAM/Ediciones La Jornada/Editorial ITACA, 2003, 347 p.). De nuevo, otra deferencia para su antiguo alumno, de quien me he considerado alumno y discípulo de siempre, haberme encomendado la presentación del mismo, en el seno de un congreso de la Asociación Filosófica de México celebrado en Guadalajara. Haciéndome entrega del libro con una cariñosa y sentida dedicatoria, que no puede más que comprometerme en rectitud y honestidad con el marxismo, que opté por asumir como mi posición filosófica. “A José Luis Balcárcel, con la estimación intelectual de su antiguo maestro, hoy colega y siempre amigo y el afecto de Adolfo Sánchez Vázquez. D. F. 7-nov.- 2003.” Gracias, maestro.