Cine

Con todo y huesos

Historia de amor, drama de aprendizaje, película de horror y gore, road picture, mezcla de géneros a la que recurre el italiano Luca Guadagnino en "Hasta los huesos" para armar un paisaje de horizonte inacabable proveniente del alma de sus protagonistas.
sábado, 17 de diciembre de 2022 · 15:51

CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Abandonaba a su propia suerte por su padre, la joven Maren (Taylor Russell) tiene que aprender a sobrevivir y enfrentar los hechos de la vida, entre ellos el canibalismo congénito, el hambre irresistible que la lleva a devorar vivo a un ser humano; pronto descubre que no es la única de su especie, hay otros como ella que se detectan por el olfato.

Un día se topa con Lee (Timothée Chalamet), con quien comparte su instinto feral, los jóvenes se enamoran y tratan de construir una vida dentro de márgenes sociales bajo ciertas reglas.

Historia de amor, drama de aprendizaje, película de horror y gore, road picture, mezcla de géneros a la que recurre el italiano Luca Guadagnino en Hasta los huesos (Bones and All; Italia-Estados Unidos, 2022) –adaptación de la novela Camille de Angelis– para armar un paisaje de horizonte inacabable proveniente del alma de sus protagonistas, jóvenes entre ingenuos y extremadamente peligrosos a la deriva. En la época en la que transcurre la historia, la década del gobierno de Regan, la única certeza de Maren y Lee es su gusto por la carne humana.

En las películas de Guadagnino, Soy el amor (2009) y Llámame por tu nombre (2017), entre otras, belleza y deseo se orquestan para llevar a sus personajes a experiencias extáticas; consciente de que el canibalismo en Hasta los huesos no se presenta ni como acto ritual ni como mera patología (El silencio de los inocentes), o in extremis (el accidente de los Andes), el director, apoyado en el encanto y el erotismo de sus actores, invita al espectador a participar, sensorialmente, en un banquete del tabú más radical de la tribu humana.

A diferencia de Malas tierras (Bad Lands) o de Bonny and Clyde –modelos de parejas antisociales con las que el público guarda una distancia por más que entienda sus motivos–, la pareja de estos adolescentes no busca subvertir el orden social, pues experimentan culpa y poseen una conciencia con valores morales como el de que es malo asesinar y comerse a un padre de familia. Maren y Lee negocian con los tabúes; el encuentro con un par de dos caníbales depredadores establece un contraste que reafirma la bondad de la pareja adolescente; la actuación de Michael Stuhlbarg y Gordon Green, viscosos y sucios como hienas a punto de saltar sobre la presa, es la mejor secuencia de la cinta en términos de horror, sin necesidad de sangre y violencia.

El público está, naturalmente, siempre de lado de los protagonistas, incluso cuando se alimentan, porque Guadagnino filma las escenas a manera de encuentros eróticos, clímax en la intimidad de la pareja; así también contribuye el perfil de Sully (Mark Rylance), excluido y envidioso, que inicia a Maren en el éxtasis de la carne. Hasta los huesos juega con arquetipos sólo de manera superficial, y queda al nivel de la metáfora; la historia es la de dos jóvenes, víctimas de sus impulsos, que no encuentran su lugar en la sociedad.

La verdad es que el contenido metafórico, casi alegórico, de Hasta los huesos, la homosexualidad como apetito diferente, de orientación innata, tema que se aborda desde la fluidez de género, y el feminismo a cargo de una chica, Maren (estupenda actuación de Taylor Russel), que elige su destino, situados en la era de la explosión del sida y de la intolerancia del gobierno de Regan, fortalece la validez de los temas pero le resta carne a los personajes.

Crítica publicado el 11 de diciembre en la edición 2406 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir en este enlace.

 

Comentarios